TERCERA PREGUNTA:
¿Por qué tendríamos que leer/ingerir/saborear estos textos?
1. Macario, Juan Rulfo (El llano en llamas)
Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos... Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella es la que me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjudique a las ranas. Pero, a todo esto, es mi madrina la que me manda a hacer las cosas... Yo quiero más a Felipa que a mi madrina. Pero es mi madrina la que saca el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera. Felipa sólo se está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que yo la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña para prender el fogón también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida. Después de comer ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y otro para mí. Pero a veces Felipa no tiene ganas de comer y entonces son para mí los dos montoncitos. Por eso quiero yo a Felipa, porque yo siempre tengo hambre y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de ella. Aunque digan que uno se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por más que coma todo lo que me den. Y Felipa también sabe eso... Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que yo hago y ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi madrina me trata bien. Por eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero... La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco. Yo he bebido leche de chiva y también de puerca recién parida; pero no, no es igual de buena que la leche de Felipa... Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos... Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba venir en chorros por la lengua... Muchas veces he comido flores de obelisco para entretener el hambre. Y la leche de Felipa era de ese sabor, sólo que a mí me gustaba más, porque, al mismo tiempo que me pasaba los tragos, Felipa me hacia cosquillas por todas partes. Luego sucedía que casi siempre se quedaba dormida junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía de mucho; porque yo no me apuraba del frío ni de ningún miedo a condenarme en el infierno si me moría yo solo allí, en alguna noche... A veces no le tengo tanto miedo al infierno. Pero a veces sí. Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida... Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le cuenta al Señor todos mis pecados. Que irá al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días. No porque ella sea mala, sino porque yo estoy repleto por dentro de demonios, y tiene que sacarme esos chamucos del cuerpo confesándose por mí. Todos los días. Todas las tardes de todos los días. Por toda la vida ella me hará ese favor. Eso dice Felipa. Por eso yo la quiero tanto... Sin embargo, lo de tener la cabeza así de dura es la gran cosa. Uno da de topes contra los pilares del corredor horas enteras y la cabeza no se hace nada, aguanta sin quebrarse. Y uno da de topes contra el suelo; primero despacito, después más recio y aquello suena como un tambor. Igual que el tambor que anda con la chirimía, cuando viene la chirimía a la función del Señor. Y entonces uno está en la iglesia, amarrado a la madrina, oyendo afuera el tum tum del tambor... Y mi madrina dice que si en mi cuarto hay chinches y cucarachas y alacranes es porque me voy a ir a arder en el infierno si sigo con mis mañas de pegarle al suelo con mi cabeza. Pero lo que yo quiero es oír el tambor. Eso es lo que ella debería saber. Oírlo, como cuando uno está en la iglesia, esperando salir pronto a la calle para ver cómo es que aquel tambor se oye de tan lejos, hasta lo hondo de la iglesia y por encima de las condenaciones del señor cura...: "El camino de las cosas buenas está lleno de luz. El camino de las cosas malas es oscuro." Eso dice el señor cura... Yo me levanto y salgo de mi cuarto cuando todavía está a oscuras. Barro la calle y me meto otra vez en mi cuarto antes que me agarre la luz del día. En la calle suceden cosas. Sobra quién lo descalabre a pedradas apenas lo ven a uno. Llueven piedras grandes y filosas por todas partes. Y luego hay que remendar la camisa y esperar muchos días a que se remienden las rajaduras de la cara o de las rodillas. Y aguantar otra vez que le amarren a uno las manos, porque si no ellas corren a arrancar la costra del remiendo y vuelve a salir el chorro de sangre. Ora que la sangre también tiene buen sabor aunque, eso sí, no se parece al sabor de la leche de Felipa... Yo por eso, para que no me apedreen, me vivo siempre metido en mi casa. En seguida que me dan de comer me encierro en mi cuarto y atranco bien la puerta para que no den conmigo los pecados mirando que aquello está a oscuras. Y ni siquiera prendo el ocote para ver por dónde se me andan subiendo las cucarachas. Ahora me estoy quietecito. Me acuesto sobre mis costales, y en cuanto siento alguna cucaracha caminar con sus patas rasposas por mi pescuezo le doy un manotazo y la aplasto. Pero no prendo el ocote. No vaya a suceder que me encuentren desprevenido los pecados por andar con el ocote prendido buscando todas las cucarachas que se meten por debajo de mi cobija... Las cucarachas truenan como saltapericos cuando uno las destripa. Los grillos no sé si truenen. A los grillos nunca los mato. Felipa dice que los grillos hacen ruido siempre, sin pararse ni a respirar, para que no se oigan los gritos de las ánimas que están penando en el purgatorio. El día en que se acaben los grillos, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correr espantados por el susto. Además, a mí me gusta mucho estarme con la oreja parada oyendo el ruido de los grillos. En mi cuarto hay muchos. Tal vez haya más grillos que cucarachas aquí entre las arrugas de los costales donde yo me acuesto. También hay alacranes. Cada rato se dejan caer del techo y uno tiene que esperar sin resollar a que ellos hagan su recorrido por encima de uno hasta llegar al suelo. Porque si algún brazo se mueve o empiezan a temblarle a uno los huesos, se siente en seguida el ardor del piquete. Eso duele. A Felipa le picó una vez uno en una nalga. Se puso a llorar y a gritarle con gritos queditos a la Virgen Santísima para que no se le echara a perder su nalga. Yo le unté saliva. Toda la noche me la pasé untándole saliva y rezando con ella, y hubo un rato, cuando vi que no se aliviaba con mi remedio, en que yo también le ayudé a llorar con mis ojos todo lo que pude... De cualquier modo, yo estoy más a gusto en mi cuarto que si anduviera en la calle, llamando la atención de los amantes de aporrear gente. Aquí nadie me hace nada. Mi madrina no me regaña porque me vea comiéndome las flores de su obelisco, o sus arrayanes, o sus granadas. Ella sabe lo entrado en ganas de comer que estoy siempre. Ella sabe que no se me acaba el hambre. Que no me ajusta ninguna comida para llenar mis tripas aunque ande a cada rato pellizcando aquí y allá cosas de comer. Ella sabe que me como el garbanzo remojado que le doy a los puercos gordos y el maíz seco que le doy a los puercos flacos. Así que ella ya sabe con cuánta hambre ando desde que me amanece hasta que me anochece. Y mientras encuentre de comer aquí en esta casa, aquí me estaré. Porque yo creo que el día en que deje de comer me voy a morir, y entonces me iré con toda seguridad derechito al infierno. Y de allí ya no me sacará nadie, ni Felipa, aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario que me regaló mi madrina y que traigo enredado en el pescuezo... Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje. Y entonces le pedirá, a alguno de toda la hilera de santos que tiene en su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a la condenación eterna, derechito, sin pasar ni siquiera por el purgatorio, y yo no podré ver entonces ni a mi papá ni a mi mamá que es allí donde están... Mejor seguiré platicando... De lo que más ganas tengo es de volver a probar algunos tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco...
FIN
2. Una rosa amarilla, Jorge Luis Borges (El hacedor)
Ni aquella tarde ni la otra murió el ilustre Giambattista Marino, que las bocas unánimes e la Fama (para usar una imágen que le fue cara) proclamaron el nuevo Homero y el nuevo Dante, pero el hecho inmóvil y silencioso queentonces ocurrió fue en verdad el último de su vida. Colmado de años y de gloria, el hombre se moría en un vasto lecho español de columnas labradas. Nada cuesta imaginar a unos pasos un sereno balcón que mira al poniente y, más abajo, mármoles y laureles y un jardín que duplica sus graderías en un agua rectangular. Una mujer ha puesto en una copa una rosa amarilla; el hombre murmura lso versos inevitables que a él mismo , para hablar con sinceridad, ya lo hastían un poco:
Púrpura del jardín, pompo del prado,
gema de primavera, ojo de abril...
Entonces ocurrió la revelación. Marino vio la rosa, como Adán pudo verla en el Paraíso, y sintió que ella estaba en su eternidad y no en sus palabras y que podemos mencionar o aludir pero no expresar y que los altos y sobrebios volúmenes que fomraban un ángulo de la sala en la penumbra de oro no eran (como su vanidad soñó) un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo.
Esta ilumniación alcanzó Marino en la víspera de us muerte, y Homero y Dante acaso la alcanzaron también.
Púrpura del jardín, pompo del prado,
gema de primavera, ojo de abril...
Entonces ocurrió la revelación. Marino vio la rosa, como Adán pudo verla en el Paraíso, y sintió que ella estaba en su eternidad y no en sus palabras y que podemos mencionar o aludir pero no expresar y que los altos y sobrebios volúmenes que fomraban un ángulo de la sala en la penumbra de oro no eran (como su vanidad soñó) un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo.
Esta ilumniación alcanzó Marino en la víspera de us muerte, y Homero y Dante acaso la alcanzaron también.
Utilizar la siguiente lista de ingredientes para elaborar la mejor receta/respuesta
Literatura: arte
Conocimiento: saber
Materia
común: lenguaje como expresión y construcción de pensamientos, ideas (vivencias
psicológicas, elementos de información y reflexión sobre conocimientos reales o
supuestos)
¿Qué
tipo de conocimiento conlleva la literatura?
Origen
clásico: la mímesis (el arte como imitación o copia de la realidad)
Confrontación:
Platón:
copia de la copia de la Idea Verdadera (desterrados los poetas de la República)
Aristóteles:
la poesía es un conocimiento más perfecto que la historia, pues ésta dice lo
que ocurrió una vez, mientras aquélla habla de lo que es posible que ocurra
reiteradamente (la esencia de la realidad)
Época
moderna:
1. Arte
como conocimiento: un saber
·
Baumgarten:
Estética, (1750): la ciencia del
conocimiento sensible: la perfección del conocimiento sensible es la belleza
(Inspirado en Leibnitz: la sensibilidad procura conocimientos verdaderos,
aunque confusos, de la perfección)
·
Schelling:
la filosofía persigue el saber de lo Absoluto, y éste se consigue mediante la
intuición intelectual, como idea, pero gracias a una segunda intuición, la intuición estética, lo Aboluto se hace
objetivo y universalmente válido: el arte es el único eterno documento del
conocimiento.
·
Casirer:
interpretación “peculiar” de la realidad: la “visión simpática” de las cosas:
un sentimiento universal: una verdad objetiva
·
Heidegger:
la obra revela un mundo histórico cultural: el hombre es el medio a través del
cual el Ser habla: el poeta expresa la verdad del Ser: instrumento o mensajero
de la divinidad.
·
Bergson:
el artista vibra al unísino con la naturaleza para obtener una experiencia
genuina de la realidad: una duración. La vivencia estética es la base de la
intuición metafísica, con la cual se llega al conocimiento.
·
Maritain:
no es un saber de algo exterior, sino un conocimiento vivido por “connaturalización”.
La expresión poética es, más que un canto, una revelación. La finalidad
específica del arte no es el conocimiento, sino la producción o creación de
obras: es en este ejercicio de creación que se convierte en ontología, y más
aún, en teología: nace en el alma, en las fuentes misteriosas del ser y las
revela por medio de su movimiento creador propio.
·
Whitehead:
la realidad es un proceso dinámico en constate creación de novedades y el arte
es una continuación de este proceso en el plano ce la conciencia: el arte es un
medio más adecuado que el lenguaje científico para expresar la verdadera
naturaleza de lo real. Es la educación de la naturaleza: es civilización.
·
Langer:
el arte no es copia o reproducción, es símbolo de una estructura compleja que
corresponde a la dinámica vital de sentimientos no traducibles al lenguaje
discursivo, porque constituye una individualidad orgánica. Una metáfora
desarrollada y articulada. Los múltiples símbolos que están en la obra son
recursos ficticios, pero la obra misma es trasunto de una realidad efectiva.
2. Arte
como una obra: un hacer
·
Gilson:
la obra no es un símbolo, sino un objeto nuevo: no expresa sentimientos o
ideas: los causa. No transmite significado: provoca placer estético. No es ni
verdadera ni falsa. Aunque el artista, es naturaleza creada, su creación es
otro tipo de existencia: no añade naturaleza, sino fantasía: una invitación a
compartir un nuevo modo de sentir.
·
Collingwood:
el arte es lenguaje originario: expresa emociones en su genuina individualidad
de imagen, no las clasifica en conceptos generales. La toma de conciencia de la
emoción configurada en una imagen es la emoción estética.
·
Kant:
la obra de arte no es reflejo de la naturaleza, sino que, con elementos tomados
de la realidad, produce un mundo que “supera a la naturaleza” en la
imaginación. El arte es creación de mundos imaginarios donde actúan libremente
las facultades superiores del hombre.
·
Bachelard:
la imaginación creadora es la verdadera fuente de la intensificación de la vida
anímica. La imaginación poética es una expansión de las potencias vitales y de
ahí la dicha que proporciona y que comunica. La imagen poética, en su novedad,
abre un porvenir del lenguaje. La función de lo irreal es más humana que la
función de lo real: sin aquélla el hombre no podría alcanzar el sentimiento de
su propia existencia. El poeta no describe: exalta.
·
Ingarden:
en su conjunto, la obra pone de manifiesto fundamentalmente las “cualidades
metafísicas”: lo trágico, lo sublime, lo temible, lo conmovedor, etc. No son
propiedades o descripciones, sino emergen de situaciones y vivencias complejas
y variadas, como una atmósfera. El arte permite el goce de estas cualidades
metafísicas, pues no son “realizadas”, sino “concretizadas”. Ésta es su función
estética.
3.
Vasos comunicantes:
·
El
arte es una toma de conciencia de la realidad o de la vida.
·
Transforma
lo percibido en la esfera de la imaginación para crear nuevos modos de sentir
·
El
goce estético no es un placer fundado en la ficción: ficticios son los
elementos que emplea el artista, en cuanto son supuestos o virtuales; la
resultante es un ejercicio real de la libertad/expansión de la conciencia en la
dimensión imaginaria
·
Es
el terreno de la amplificación de la conciencia y un campo de entrenamiento de
la libertad
·
Es
anticipación de un porvenir y promesa de felicidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario