lunes, 1 de septiembre de 2014

SEGUNDA PREGUNTA (Patricia Suárez)


Valores calóricos de Fahrenheit 451

Conocimiento del mundo. Es casi irónico pensar que una novela nos ofrezca la posibilidad de un mundo ficticio para que podamos reconocer el nuestro, donde vivimos. La primera vez que leí Fahrenheit 451 eso fue lo que más me impresionó, porque si bien no era una copia de la cotidianidad ni de una parte de la realidad, sí mostraba un presagio. Me impresionó el hecho de que la tecnología hubiera desplazado al hombre y sus sentimientos. Cuando vi a mi alrededor, me di cuenta de que eso estaba sucediendo, y eso que en aquel entonces no estábamos tan enajenados como ahora con los teléfonos celulares. Recuerdo las paredes de las casas que se describen en la novela: eran como enormes pantallas de televisión por las que se comunicaba la gente o pasaban, como ahora, series de entretenimiento. Actualmente, relaciono esto sí con la televisión, pero también con el Internet, Facebook, Skype y todo lo que nos permite la comunicación de manera remota. Ahora ese desplazamiento del hombre me parece más cercano, por lo que creo que es necesario poner una alerta aunque sea pequeña en los jóvenes.

Experiencia estética. En mi primer acercamiento con la novela no me percaté de ningún valor estético, pero después pude ver que presentaba un mundo catastrófico y que funcionaba  a manera de advertencia. Además, el autor lo plantea muy bien, pues como protagonista eligió a un hombre cuya profesión es casi venerada actualmente. A los bomberos la gente los admira porque arriesgan su vida por personas desconocidas. Los niños desean ser como ellos porque son héroes. Entonces, Bradbury lanza una especie de pregunta: ¿qué pasaría si los bomberos se dedicaran no a apagar el fuego sino a provocarlo? No solo eso, ¿qué haríamos si aquello que quemaran fueran los libros de todo el mundo solo por obedecer a un mandato político y por mantenernos en la ignorancia? Y luego, ¿qué pasará cuando la gente deje de interesarse por sus semejantes? Entendí que había en ese texto todo un planteamiento social y filosófico.

Producto nuevo. Creo que funcionó muy bien el hecho de que el autor manejara el efecto que Bertolt Brecht llamó, “efecto de distanciamiento”, pues aunque sea un concepto acuñado para el teatro, en la novela también se exploró (no sé si en la narrativa tenga otro nombre). Me refiero a mostrar un mundo que parece absurdo pero en el cual encontramos nuestra esencia humana y podemos reflexionar acerca de nuestro comportamiento. El autor mismo pensó que se estaba adelantando a su tiempo y se dio cuenta de que ese tiempo ya nos había alcanzado. “Mientras escribía Fahrenheit 451, pensé que estaba hablando de un mundo que aparecería dentro de cuatro o cinco décadas. Pero hace solo cuatro semanas, una noche en Beverly Hills, un hombre y una mujer se cruzaron conmigo, paseando un perro. Me quedé mirándolos, absolutamente estupefacto. La mujer llevaba en la mano un aparato de radio del tamaño de un paquete de cigarrillos, con una antena que temblaba en el aire. Unos alambritos de cobre salían del aparato y terminaban en un conito que la mujer llevaba en la oreja derecha. Allí iba ella, ajena al hombre y al perro, prestando atención a vientos y suspiros lejanos, a gritos de melodramas, sonámbula, mientras el marido, que podía no haber estado allí, la ayudaba a subir y bajar las aceras. Esto no era ficción, era un hecho nuevo en una sociedad que está cambiando”. [1]

Revelación metafísica. No recuerdo muy bien todas las sensaciones que experimenté aquella primera vez. Solo sé que mientras la leía me angustiaba mucho y al terminarla sentí una esperanza, una afirmación de que la literatura podía ser muy útil para el ser humano y que no se le daba la importancia debida. También me asusté porque tuve una visión de un mundo terrible, destruido, en el que no habría empatía ni compasión ni nada, y desde ese momento quise hacer algo, poner mi grano de arena para que la gente se reconciliara con sus sentimientos. Literalmente, me permití llorar y sentir. Dejé de esconderme y de avergonzarme por lo que sentía porque al fin eso era algo que no debíamos dejar de practicar.



[1] Ray Bradbury, Fahrenheit 451, Minotauro, México, 1995

1 comentario:

  1. El relato de Fahrenheit 451 suena muy interesante. Es un texto que conmueve. Gracias por recomendar su lectura.

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