martes, 16 de septiembre de 2014

¿Por qué tendríamos que leer/ingerir/saborear estos textos?
                      Por Hernán Cortés Romero
  
   El cuento de Macario, de Juan Rulfo, parece retratar una relación estrecha entre un niño y una mujer adulta. Macario relata lo que ocurre en la casa de su madrina. Allí viven su madrina, la cocinera Felipa, y él. Hay un contacto físico entre Macario y Felipa, a quien quiere mucho. Macario es alimentado por Felipa, ya que Felipa comparte su comida con él, quien siempre tiene hambre. Macario relata que Felipa va a su habitación y se acuesta con él y le ofrece chupar sus “bultos” que ella tiene cerca de las costillas. “La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco”. La leche de Felipa es dulce y caliente y a Macario le gustaba mucho beberla, pues mientras bebía, Felipa le hacía cosquillas por todas partes. Esta forma de narrar y describir la relación entre Felipa y Macario suena como una expresión artística-que no usa lenguaje científico- para expresar la verdadera naturaleza de lo real, como diría Whitehead. El lenguaje en la obra literaria no transmite significado: provoca placer estético. No es ni verdadera ni falsa, según Gilson. La narración y la descripción no nos dice que se trata de un contacto físico inapropiado entre un adulto y un niño que no sabe distinguir las partes del cuerpo, sino que la narración provoca placer estético al “exacerbar nuestra sensibilidad” al leer que Macario chupa los “bultos” o, mejor dicho, los senos de Felipa. Tomamos conciencia de la emoción configurada en una imagen: Macario chupa la leche dulce de los “bultos” de Felipa. Esta toma de conciencia como lectores se llama emoción estética, según Collingwood. La descripción artística que hace Macario de su contacto físico con Felipa corresponde a la dinámica vital de sentimientos no traducibles al lenguaje discursivo, según Langer.
   Por otra parte, el niño Macario está atrapado en sus miedos. Le tiene miedo a su madrina y le tiene miedo al infierno. Aparece Felipa y calma la angustia de Macario por irse al infierno. Felipa chantajea a Macario cuando quiere estar con él, diciéndole que él tiene demonios, que está lleno de pecados, y que ella le pedirá al Señor que lo perdone. Ella le hará ese favor a Macario. También la madrina de Macario le ha dicho que si hay chinches, cucarachas y alacranes en su cuarto, se va a ir al infierno por su maña de pegarle al suelo con su cabeza. También Felipa le ha dicho a Macario que los grillos hacen ruido para que no se oigan los gritos de las ánimas que están penando en el Purgatorio. El día en que se acaben los grillos-dice Felipa-, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correr del susto. Macario dice que el día que deje de comer se irá al infierno y de allí no podrá sacarlo nadie, ni siquiera Felipa. Para Macario el infierno es parte de su vida, de su imaginación, de su destino. Bachelard ha dicho que la función de lo irreal es más humana que la función de lo real; sin la irrealidad el hombre no podría alcanzar el sentimiento de su propia existencia. Para Macario pesa mucho el infierno, que no es parte de la realidad, sino de la irrealidad. La creencia en el infierno, que comparten Macario, su madrina y Felipa, pone de manifiesto las “cualidades metafísicas”, son la atmósfera, según Ingarden.
  
   En cuanto al texto “La rosa amarilla” de Borges, Marino ve en la rosa la eternidad, no en sus palabras. Aquella rosa, para Marino, proyecta eternidad-que es irreal-, mientras sus palabras no lo hacen. La función de lo irreal es más humana que la función de lo real, según Bachelard. Hay un goce estético, que no es un placer fundado en la ficción: ficticios son los elementos que emplea el artista, en cuanto son supuestos o virtuales…la resultante es la expansión de la conciencia en la dimensión imaginaria. Marino vio aquella Rosa y su imaginación se expandió al ver en ella eternidad. La rosa amarilla impulsó su imaginación y el lector también ve en ella una dimensión imaginaria llamada eternidad. También Marino vio en aquella penumbra de oro una cosa que no formaba parte del mundo, sino algo agregado, fuera del mundo. Esta obra de arte-como diría Ingarden-pone de manifiesto las “cualidades metafísicas”: lo trágico, lo sublime, lo conmovedor, etc.
  


2 comentarios:

  1. Qué interesante resulta ver cómo cada uno de ustedes "descubre" otras ventanas para percibir los textos. Es enriqucedor. Van muy bien, todo es cosa de seguir practicando ese "ojo" literario

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    1. Maestra Ethel: La tarea de observar los cuentos con el enfoque de diversos autores que usted propuso no es tan sencilla. Creo que hay que profundizar en las ideas del arte literario que tienen cada uno de los filósofos que usted nos presentó. Si consideramos que la literatura es una de las bellas artes, entonces debemos conocer en mayor medida la perspectiva del arte de cada uno de los autores que consideramos. Gracias por orientarnos a ver a la literatura como una de las bellas artes. Si la vemos así, ya no importa lo real, lo lógico, o lo histórico; sino que lo irreal, lo imaginario, las emociones que nos provocan, tiene un gran peso.

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