Juan José Arreola nace el 21 de septiembre de 1918 en el estado de
Jalisco, según datos histórico-biográficos empezó a trabajar como encuadernador
a muy corta edad y más tarde, desempeñaría un sin número de actividades; hasta
que en 1934 escribe sus tres primeros textos, dando comienzo a una prolífica carrera
no sólo como escritor sino también como académico y editor.
Fue ganador de importantes premios a lo largo de su andar por las
letras, estudió en bellas artes, en el Colegio de México, donde se incorpora gracias
a la recomendación de Alfonso Reyes; trabajo en el Fondo de Cultura Económica y
sus reconocimientos no mermaron en lo absoluto su calidad literaria, que siguió
cultivando hasta el día de su muerte.
Quizá este recorrido por una interesante vida, al haber ejercido varias
labores, al haber tenido una formación
y/o educación en importantes centro de cultura e intelecto, además de su
magnífica aportación a la literatura hispano-americana; son lo que hace de Juan
José Arreola un importante narrador de historias y un cabal expositor de la
cultura de su país.
A través de un breve pero completísimo cuento titulado una reputación y desde la visión de Arreola,
podemos apreciar un ejemplo de la vida
cotidiana, pero no sólo eso, podemos encontrar entre sus líneas, un ensayo de
crítica social y hasta un esbozo de análisis filosófico y psicológico.
Entrando de lleno a la obra aquí analizada, podemos encontrar una
narración en primera persona del singular, con un narrador intradiegético y
protagonista, una conjugación de verbos en presente y pretérito de indicativo y
futuro dignos de una secuencia perfecta de la historia que irá mostrando su
evolución hasta el desenlace digno de una obra corta pero grande en su contenido.
El cuento se ubica en un contexto en el ambiente de un viaje de autobús de
cualquier ciudad; un hombre envuelto en el asedio de la vida cotidiana, quien
pretende pasar desapercibido y al mismo tiempo busca ignorar lo que pasa a su
alrededor. Sin embargo, la mirada de una mujer a quien él ve con a un ángel
(recurso literario de la comparación), lo vuelca en un ánimo de héroe, que lo
hacen experimentar una aventura moderna de caballería.
Así, asumiendo una actitud protectora de los débiles o quizá viéndose
obligado por la presión social, dejando que las miradas se apoderen de su
personalidad y se va modelado a tal grado que no se reconoce así mismo. Al
final ni siquiera puede abandonar la situación con la idea de perder lo ganado
en esa breve encrucijada de moderna caballería.
¿Quien no ha viajado en autobús? Este hecho por el quizá cualquiera a
pasado, es como esta narración también
nos puede hacer reflexionar sobre las formas de convivencia humana ante la vida
cotidiana. Recomendable por demás, este cuento dejará un sabor de boca
agradable ante la curiosidad de la ironía manejada dentro de un relato
organizado en un serie de hechos que atraparan hasta al más áspero lector,
quien encontrará una identificación natural ante el contexto de este viaje.
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