lunes, 24 de marzo de 2014

Cuarta prueba de fuego: binomio Joaquín Martínez/Graciela Zamora

Primera etapa: 


Enfoques de juicio estético-didáctico ordenados en jerarquía de acuerdo a la tercera prueba de fuego, aplicados al texto: La vida sigue de mi compañero de binomio Joaquín Martinez

1.-Enfoque formal, estructural/ descriptivo (Todos los compañeros)
2.- Estilístico (Amado)
3.- Semántico (Hernán y Joaquín)
4.- Gramatical (Patricia)
5.- Tema del cuento

6.- Comentario final.

Segunda etapa: cuento

La vida sigue
Por Joaquín Martínez
Toda su vida había sido desperdiciada. Era la sensación que cada día le hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas. Aquella  helada tarde no era diferente.
El laberinto de aquella gran ciudad, con enormes y pulcros rascacielos en donde se encontraba su oficina,  estaba en el centro, con calles bien trazadas y magnificas áreas verdes. Era la mejor parte de la ciudad, auguraba el funcionamiento perfecto, sin embargo, su vida no trascurría en ese paraíso cosmopolita sino en los conglomerados edificios de departamentos que se encontraban en la calle Broadway.
Salió de trabajar, cuando los últimos rayos del sol se reflejaban en los ventanales de los edificios. Se dirigió, a su mediocre apartamento ubicado en el 1700 al Este de la calle Broadway. De pronto notó que su marcha no tenía rumbo ni sentido. Las calles parecían dilatarse o tal vez sus pasos se hacían más cortos, pues requirieron más pasos para recorrerlas. El ruido de los autos y el bullicio de los múltiples comercios y sus clientes, parecían independizarse, cada sonido se separaba y llegaba de forma independiente a su cerebro, con tanta nitidez que se llevó las manos a sus oídos tratando de evitar que sus tímpanos  recibieran más sonidos de los que podía procesar.
Su corazón se comenzó a acelerar. Podía escuchar sus latidos, la presión de la sangre se agolpaba en sus  ya emblanquecidas sienes.
De pronto, fijo sus ojos en el cielo, y pudo notar que en el azul grisáceo, se encontraban dos nubes ennegrecidas que anunciaban inminentemente una tormenta, vio las nubes moverse y acercarse con peligrosidad, una a otra. El choque entre ellas, se dejó escuchar con un ensordecedor ruido, al instante, lo que él conocía por cielo se desintegró, cual si fuera un cristal y se rompiera en millones de añicos, sólo que no eran cristales pues veía y sentía caer los grandes trozos de hielo, y al mismo tiempo, un estremecedor frio invadía su cuerpo.
Todo aquello ocurría demasiado lento, tanto que le daba tiempo de esquivar aquella lluvia de barras de hielo, parecía que el tiempo había detenido su marcha, aunque sólo para él, pues los demás corrían despavoridos.
Vio los grandes ventanales destrozados, y en los añicos reflejaron el dolor y desesperación de aquellos que reaccionaban y trataban de salvarse. Los autos desesperados se insertaban en las tiendas y negocios de aquella avenida. Sus pies corrían desesperados entre pedazos de luces agonizantes de neón. Aún no había perdido la esperanza de escapar de aquel caos.
En ese mar caótico  una pregunta vino a su mente, ¿por qué corría si su vida no tenía sentido? Se detuvo, se dio cuenta que no tenía razones para vivir.
En ese momento todo volvió a la normalidad, personas caminaban, él sintió una gran necesidad de regresar sobre sus pasos. Volvió y encontró personas que se amontonaban ante un cuerpo tendido en el suelo. Oyó a lo lejos el taladrante y cada vez más intenso sonido de la ambulancia. Se abrió paso entre los curiosos y vio su propio cuerpo tirado en el suelo, su visión se nubló en un punzante dolor, que lo hizo convulsionar de forma agonizante. Lo invadió una densa y angustiante oscuridad de la que no pudo escapar.
Los paramédicos entraron en acción, subieron su cuerpo a la ambulancia, los curiosos se dispersaron, mientras el vehículo de asistencia médica se confundía con los semáforos de aquella transitada avenida.

Tercera etapa:

Aplicación:


El protagonista, un hombre maduro, ha tomado conciencia del desperdicio que ha sido su vida. Se duele de ello. De camino a casa le sobreviene una especie de infarto y casi simultáneamente el cielo se empieza a caer a pedazos, no sólo a él,  el mundo que ha descrito antes la voz narradora los incluye. Un caos total. La gente corre despavorida en busca de salvar sus vidas. El tiempo del protagonista se mueve distinto al de los demás. Hasta que algo en su interior lo mueve hace que decida ponerse a salvo de la devastación que sufre la ciudad. Entonces recuerda que su vida no tiene sentido y es cuando la voz narrativa nos informa, ahora sí, que todo regresa a la normalidad. Que lo ocurrido sólo le ha sucedido al protagonista. 
En mi primera lectura me atrapó muy bien la historia. Me maravilló ver cómo se rompía el cielo y se caía a pedazos y, sobre todo creí que esa nueva dimensión que cobraba la realidad le daría un sentido de vida al personaje.
Me parece que no es válido que la voz narradora omnisciente nos mienta con premeditación a los lectores.
Por otro lado, cuando pensé que lo relatado estaba sucediendo, las cosas que ocurrían eran creíbles. Sin embargo, cuando nos entera el narrador más tarde que es sólo la percepción del protagonista, hay hechos que ya no son creíbles. Por ejemplo  un hombre que está perdiendo conciencia y signos vitales es muy poco probable que observe lo siguiente:
“Vio los grandes ventanales destrozados, y en los añicos reflejaron el dolor y desesperación de aquellos que reaccionaban y trataban de salvarse. Los autos desesperados se insertaban en las tiendas y negocios de aquella avenida. Sus pies corrían desesperados entre pedazos de luces agonizantes de neón. Aún no había perdido la esperanza de escapar de aquel caos. “
Además, el narrador entra en el juego de la mentira al narrar la alucinación como si ésta en realidad ocurriera, como si tampoco esta voz se diera cuenta que es la realidad personal del protagonista.  
 La dimensión de dos tiempos que ocurren en el interior del desfalleciente protagonista, al enterarnos que no ha sido parte de la realidad de todo el mundo literario, presenta una contradicción:
“…el tiempo había detenido su marcha, aunque sólo para él, pues los demás corrían despavoridos.”

Es posible que ambas cosas sucedan, sin embargo hace falta claridad.
Considero que el cuento no pierde en absoluto si sabemos desde el principio que el mundo que se le cae en pedazos al protagonista es lo que él está viviendo. Podríamos muy bien disfrutar esta visión que fractura la realidad con una frase sencilla pero del todo creíble: “El choque entre ellas, (las nubes) se dejó escuchar con un ensordecedor ruido, al instante, lo que él conocía por cielo se desintegró, cual si fuera un cristal y se rompiera en millones de añicos…,” muy bella metáfora.
La voz narradora nos puede decir que es el modo de ver del protagonista y seguirlo más emotivamente en su agonía y su posible encuentro de sentido de vida. 

Enfoque estilístico
Utiliza la tercera persona. Los hechos suceden en orden cronológico lineal. Un relato sin diálogos. Es un cuento que inscribiría en una especie de realismo existencial. Concierne a una temática de todos los tiempos.
 El protagonista y el lector no saben qué va a suceder. Sólo la voz que narra lo sabe. En este caso, creo que la mirada narrativa, en el intento de sorprendernos tiene un traspié que he tratado de explicar en la descripción del relato. Es necesario trabajarlo. En general es un texto con la virtud de ser claro. Lo podemos leer sin tropiezos. Sus frases son claras, bien construidas. Hace poco uso de figuras retóricas y sin embargo es capaz de transmitir la atmósfera que envuelve la anécdota del relato gracias a  recursos semánticos. 
El texto hace uso de epítetos que a mi parecer son acertados puesto que le dan coherencia semántica.  
“helada tarde”, “pulcros rascacielos”, “conglomerados edificios”, “angustiante oscuridad”, “punzante dolor” entre otras.
Metáforas:
“…lo que él conocía por cielo se desintegró cual si fuera un cristal…”. En mi lectura inicial me sorprendió gratamente ver como rasgabas la realidad de un modo tan sencillo, sutil y lo más bello, creíble. Después, cuando ya sabemos que eso no sucedió, me pareció poco creíble que su angustia existencial y física incluyera a los demás. A mi juicio, le resta emotividad a la gigante empresa de su propia muerte.  
Figuras de pensamiento: antítesis.
§  pulcros rascacielos Þ mediocre departamento
§  funcionamiento perfecto/paraíso cosmopolita Þmarcha sin rumbo ni sentido. 

 Enfoque semántico
En tu texto existe coherencia semántica global, así podemos encontrar palabras y expresiones que giran en torno al tema de la pérdida tales como:
§  Laberinto Þ lugar en donde muchos caminos se entrecruzan, debido a ello la salida resulta difícil de conseguir[1].
§  Hielo Þ como símbolo figurativo de la indiferencia de las personas. Falta absoluta de afecto o interés. El hombre de nuestra historia carga con esa atmósfera en su vida.
§  Enormes y pulcros rascacielos Þ en contraposición la estatura del hombre aparece pequeña, casi perdida. La ciudad de edificios gigantes empequeñece al hombre.  
§  mediocre departamento ( nos pinta la mediocridad en la que vive el protagonista) No cuesta trabajo distinguir que presenciamos la desventura de un hombre de escaso mérito. Un hombre sin brillo.
§  Bullicio Þ ruidos confusos de gritos y voces. Confusión que remite a la que vive el personaje. 
§  La caída del cielo Þ sinónimo de desesperanza.
§  Las barras de hielo que necesita esquivar Þ más dureza y frío por encima de este hombre ya no es posible.  
Muy bien empleadas.
  
Enfoque gramatical y de redacción:

ü La ayuda de los pronombres personales átonos: lo, la, le, para sustituir nombres y embellecer de ese modo las frases y no repetir la misma palabra. Ejemplo: “Los paramédicos entraron en acción, lo (su cuerpo) subieron a la ambulancia.”
ü Recordar la utilización de los puntos.  Regularmente una frase con su sujeto (.)  Ejemplo: “Los paramédicos entraron en acción, subieron su cuerpo a la ambulancia, los curiosos se dispersaron,…” por: “Los paramédicos entraron en acción, subieron su cuerpo a la ambulancia. Los curiosos se dispersaron…”
ü En la idea de los “comercios” en una ciudad en movimiento y con bullicio, los clientes se sobreentienden, puesto que la palabra bullicio integra las voces y los gritos de la gente. La frase es suficiente.  
ü En el penúltimo párrafo es necesario revises los epítetos: punzante dolor, forma agonizante y angustiante oscuridad, por la repetición de terminaciones casi en el mismo renglón.  


Tema
Su vida no tiene sentido, carece de razones para vivir. Más allá de la afección física, pareciera que es él quien decide morir. En la alucinación que vive, el protagonista intenta escapar, salvar su vida, pero se detiene. Si su vida no tiene sentido ni razón para qué escapa.  Entonces descubre que está agonizando. Su  lucha termina. Una densa y angustiante oscuridad lo atrapa.
El tema me recuerda el libro de Victor Frankl, El hombre en busca de sentido.  Cuando los hombres pierden interés en sus vidas y el medio es inhóspito, mueren.   En un medio inhóspito como la gran ciudad es fácil morir. Al igual que en los campos de concentración,  Joaquín pinta la orfandad de la urbe propiciadora para que el hombre pierda la identidad, y del mismo modo en que los presos judíos encuentran asideros para sobrevivir, el antihéroe de esta historia es capaz de revertir ese desamparo citadino destruyéndola. Lo cuál me pareció maravilloso. Rompió su mediocridad. Psicológicamente es capaz de destruir el entorno que lo aplasta. Toma conciencia de su vida desperdiciada.  Abre una gran boquete de luz. Escapa de ese “campo de concentración”. Hay potencia de vida.  Está liberado de ese mundo opresivo y sin embargo la deshecha.  Vuelve a rumiar su propio sin sentido, recobra su mediocridad y su realidad se normaliza: está muerto. No importa si lo consiguen resucitar o no los paramédicos. Parece que el autor no le da confianza a la vitalidad y brillantez de su protagonista. Rompe la realidad de modo perfecto y sin embargo, decide abandonarse. 
Después de darme cuenta que de mediocre no tiene nada el protagonista, ¡cómo va a serlo después de haber roto el cielo a pedazos! Me hubiera gustado por lo menos, ver que su vida tomaba sentido, aún en su agonía. Podía haber decidido correr aunque en reaalidad estuviera muriendo.  
Algo que me resulta estupendo es que aun en ese momento crítico de su vida, al borde de la muerte, el protagonista utiliza su libre albedrío. Encuentra una salida. En medio del caos tiene la libertad de decidir y ¡escapar!; lamentablemente no lo hace. Es su voluntad dejarse aplastar por sus pensamientos. No tiene escapatoria.

Comentario final
El sentido de la vida es un tema existencial que nos atraviesa a todos. Situarlo al protagonista en medio del ícono mundial de la gran metrópoli, como uno de los posibles factores que consiguen resquebrajar nuestra identidad, me parecer atinado. Tal vez sea un lugar común, no lo sé. Lo importante es que a nuestro antihéroe también le pesa. Es lo que vale.
Joaquín tienes un gran cuento en tus manos. Con un poco de más trabajo quedará impecable.  Quizás una metáfora como con la que rompiste la realidad pueda convencernos de su opción, lo cual cerraría con broche de oro tu cuento y afirmaría tu tesis convincentemente: el sentido de vida es lo que nos mantiene en vida.





[1] Moliner María, Diccionario del uso del español, Editorial Gredos, 1998.

1 comentario:

  1. ojo: tú estás "reescribiendo" el cuento, o dicho de otro modo, estás redirigiendo el cuento hacia donde tú escribirías el tuyo. Esto no es crítica didáctica, sino proyectiva

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