miércoles, 9 de octubre de 2013

Continuidad de los parques

Continuidad de los parques
Había empezado a leer la novela unas horas antes. La abandonó por  recuerdos evocados del pasado, volvió a abrirla y decidió dejar las malas remembranzas atrás; se dejaba atrapar por la historia y dejaba fluir toda su atención en la trama, después de haber encontrado  una posición cómoda para disfrutar de su  lectura. Esa tarde, después de escribir una carta a su amado y discutir con su mamá  una cuestión de rebeldía adolescente, volvió al libro en la tranquilidad del deleite de la historia y a la vez  dirigía su  miraba hacia el parque de los robles que desde sus balcón podía mirarse como un mirador espectacular. Recostada en su cama y puesta su pijama favorita, de espaldas a la puerta que la hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones advertidas por  su mamá, dejó que su mano izquierda cayera sobre su alfombra multicolor  y la meneaba  una y otra vez,   acariciando y sintiendo los pliegues de su tapiz coloreado  con finas pinturas ornamentales,  se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la devoción  novelesca la hechizo casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso  disfrutaba línea a línea de lo que le describía el narrador ,  su cuerpo a la vez  descansaba cómodamente en su  suave colchón  , sus galletas de chocolate  seguían al alcance de su mano,  el viento  de los robles  penetraban por el ventanal y danzaba sobre su delicado cuerpo recorriendo cada centímetro de su piel, la tarde se acaba, minuto a minuto, como también ella acaba   palabra a palabra aquella novela, absorbida por la minuciosa descripción y la trama  de los protagonistas , dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo y protagonista  de aquel suceso espeluznante; Primero escuchó como un pequeño ruino entraba  desde la  habitación de  sus padres, un sonido  suspicaz; algo así como un crujido de huesos, ahora llegaba el eco de unos pasos sigilosos. Admirablemente  iban conforme a la par de las manecillas del reloj, pero ella se estremecía y sentía como se apoderaba en todo el cuerpo un frio intenso que le calaba los huesos, y se le erizaba los vellos de la piel,  no había jamás escuchado aquellos ruidos extraños que la hacían temblar de miedo, pero ella se sentía protegida por  un ángel guardián que desde siempre la cuidaba, sus  plegarias  empezaron  en su mente. Su corazón latía de  prisa, su sudor frío  recorría  su rostro, su cuello y su cuerpo. Un diálogo interior  anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y sentía como una mirada fija  ajena de este mundo la penetraba  en el  fondo de sus ojos. Hasta su imaginación  se expandió en las posibles cuestiones  y comenzó a  dibujar con  su percepción  abominables  figuras  de  cuerpos amorfos,  que era necesario destruir. Todo era tétrico : coartadas, azares, posibles causas . A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que exhalara con lentitud oxigeno. Empezaba a anochecer. Sin  hacer tanto movimiento , se levanto de la cama, poco a poco, se puso sus pantuflas, camino por los pliegues de su alfombra y   se armó de  valor para acercar  unos pasos ; primero hacia el ventanal, y notó que nada raro sucedía, la noche fluía tibia y tranquila , en seguida   se dirigió a la puerta, de repente los pasos, también se acercaban al mismo ritmo que ella los daba,  y justo cuando quiso  tomar la manija de la puerta, los pasos también  habían  terminado allí, frente a la puerta del lado del pasillo,  al momento de abrir la puerta  cerró los ojos,  respiro profundo y lento,  giro la manija, y escucho un  maullido  tenebroso y dio un fuerte grito,notó como sus respiración y nerviosismo invadió sus cuerpo  y su alma, cuando se deció a abrir los ojos notó que no pasó nada,  y   vio pasar una sombra, pequeña y frágil la de un felino, era sin duda su gatito Zeus,  que durante el trayecto del día no le había dado comida ni bebida alguna. La bella adolescente, sonrió y dio un leve suspiro y retomo  aquella novela de amor, cómodamente en su lecho.

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