Continuidad de los parques
Había empezado a leer la
novela unas horas antes. La abandonó por
recuerdos evocados del pasado, volvió a abrirla y decidió dejar las
malas remembranzas atrás; se dejaba atrapar por la historia y dejaba fluir toda
su atención en la trama, después de haber encontrado una posición cómoda para disfrutar de su lectura. Esa tarde, después de escribir una
carta a su amado y discutir con su mamá
una cuestión de rebeldía adolescente, volvió al libro en la tranquilidad
del deleite de la historia y a la vez dirigía
su miraba hacia el parque de los robles
que desde sus balcón podía mirarse como un mirador espectacular. Recostada en
su cama y puesta su pijama favorita, de espaldas a la puerta que la hubiera
molestado como una irritante posibilidad de intrusiones advertidas por su mamá, dejó que su mano izquierda cayera sobre su alfombra multicolor y la
meneaba una y otra vez, acariciando y sintiendo los pliegues de su
tapiz coloreado con finas pinturas ornamentales,
se puso a leer los últimos capítulos. Su
memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas;
la devoción novelesca la hechizo casi en
seguida. Gozaba del placer casi perverso disfrutaba línea a línea de lo que le
describía el narrador , su cuerpo a la
vez descansaba cómodamente en su suave colchón
, sus galletas de chocolate seguían
al alcance de su mano, el viento de los robles
penetraban por el ventanal y danzaba sobre su delicado cuerpo
recorriendo cada centímetro de su piel, la tarde se acaba, minuto a minuto,
como también ella acaba palabra a palabra aquella novela, absorbida
por la minuciosa descripción y la trama de los protagonistas , dejándose ir hacia las
imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo y protagonista
de aquel suceso espeluznante; Primero escuchó
como un pequeño ruino entraba desde la habitación de sus padres, un sonido suspicaz; algo así como un crujido de huesos,
ahora llegaba el eco de unos pasos sigilosos. Admirablemente iban conforme a la par de las manecillas del reloj,
pero ella se estremecía y sentía como se apoderaba en todo el cuerpo un frio
intenso que le calaba los huesos, y se le erizaba los vellos de la piel, no había jamás escuchado aquellos ruidos
extraños que la hacían temblar de miedo, pero ella se sentía protegida por un ángel guardián que desde siempre la cuidaba,
sus plegarias empezaron en su mente. Su corazón latía de prisa, su sudor frío recorría su rostro, su cuello y su cuerpo. Un diálogo
interior anhelante corría por las
páginas como un arroyo de serpientes, y sentía como una mirada fija ajena de este mundo la penetraba en el
fondo de sus ojos. Hasta su imaginación
se expandió en las posibles cuestiones y comenzó a
dibujar con su percepción abominables figuras
de cuerpos amorfos, que era necesario destruir. Todo era tétrico :
coartadas, azares, posibles causas . A partir de esa hora cada instante tenía
su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para
que exhalara con lentitud oxigeno. Empezaba a anochecer. Sin hacer tanto movimiento , se levanto de la cama,
poco a poco, se puso sus pantuflas, camino por los pliegues de su alfombra y se armó
de valor para acercar unos pasos ; primero hacia el ventanal, y
notó que nada raro sucedía, la noche fluía tibia y tranquila , en seguida se dirigió
a la puerta, de repente los pasos, también se acercaban al mismo ritmo que ella
los daba, y justo cuando quiso tomar la manija de la puerta, los pasos
también habían terminado allí, frente a la puerta del lado
del pasillo, al momento de abrir la
puerta cerró los ojos, respiro profundo y lento, giro la manija, y escucho un maullido
tenebroso y dio un fuerte grito,notó como sus respiración y
nerviosismo invadió sus cuerpo y su
alma, cuando se deció a abrir los ojos notó que no pasó nada, y vio
pasar una sombra, pequeña y frágil la de un felino, era sin duda su gatito
Zeus, que durante el trayecto del día no
le había dado comida ni bebida alguna. La bella adolescente, sonrió y dio un
leve suspiro y retomo aquella novela de
amor, cómodamente en su lecho.
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