JESÚS Y LA
ADULTERA ALEXANDER A A
Jesús paseaba,
en un rato de descanso, por alguna de las plazas donde quizá realizaría su
evangelio, cuando de pronto vio que una muchedumbre pretendía lapidar a una
mujer, Jesús intervino para defender a esta mujer; Entonces
los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y
poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el
acto mismo del adulterio. Y en la ley nos Mandó Moisés apedrear a tales mujeres.
Tú que pues, ¿Qué dices?. Mas esto decían para tentarle, para poder acusarle.
Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
Aunque
no lo dio a notar había quedado prendido de la belleza de la mujer y pensó en
como librarla de su inminente y fatídico desenlace y pensó en hacer suya
aquella hermosa mujer. Se le ocurrió retar a los enardecidos concurrentes diciéndoles que “quién esté
libre de pecado que tire la primera piedra”, sabiendo que no cualquiera se
atrevería, sin embargo una piedra cayo de algún lugar y al voltear se dio
cuenta que era María, su madre, que llena es de gracias y bendita es entre
todas las mujeres, Jesús dio gracias al cielo de que la gente la reconoció y
nadie más se atrevió a lanzar otra piedra. La muchedumbre al ver esto,
acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos
hasta los postreros; y quedó sólo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose
Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los
que te acusaban?¿Ninguno te condenó?, “yo tampoco lo haré”
Entonces
salvo de la situación a la mujer y apenado por la actitud imprudente de su
madre le propuso su protección y la llevo cerca de su pueblo para estar con
ella, llenándola de atenciones y Amor por su gran belleza y deliciosa
experiencia, aunque María no estaba muy contenta…
Pasado un tiempo la mujer se aburrió del tedio
de vivir con un evangelizador del tamaño de Jesús y le exigió dejara esa vida,
pero el hombre no le hizo caso y ella lo abandonó (la madre de Jesús se puso
contenta y pensaba “ella no era la mujer para mi hijo”, con el tiempo se ha
deformado esta expresión para identificar a las “nueras”, llamadas asi por las mamás mostrando el eterno
descontento de la mujer que escoge su hijo). Él con el remordimiento y la pena,
se dejó llevar por su misión, retando toda ideología de la época, lo que
provocó la ira de Roma y entonces fue crucificado…
En su lecho de muerte solo
pensaba en aquella mujer y dejó como legado no escrito por su propia
experiencia las siguientes reflexiones: Ama a tu mujer como el primer día, si
vas a proteger a una mujer hazlo hasta el final, no prometas nada que no vas a
cumplir, siempre debe haber tiempo para procurarle amor, cariño y atenciones,
debes apreciar sus experiencias pasadas ya que esto hará que sea para ti una
deliciosa experiencia de amor, el hombre solo es hombre en la medida de su
mujer…
No hay comentarios:
Publicar un comentario