miércoles, 23 de octubre de 2013

ALEXANDER SEPTIMA PARADA


JESÚS Y LA ADULTERA    ALEXANDER A A
 
Jesús paseaba, en un rato de descanso, por alguna de las plazas donde quizá realizaría su evangelio, cuando de pronto vio que una muchedumbre pretendía lapidar a una mujer, Jesús intervino para defender a esta mujer;  Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley nos Mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú que pues, ¿Qué dices?. Mas esto decían para tentarle, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
 
Aunque no lo dio a notar había quedado prendido de la belleza de la mujer y pensó en como librarla de su inminente y fatídico desenlace y pensó en hacer suya aquella hermosa mujer. Se le ocurrió retar a los enardecidos  concurrentes diciéndoles que “quién esté libre de pecado que tire la primera piedra”, sabiendo que no cualquiera se atrevería, sin embargo una piedra cayo de algún lugar y al voltear se dio cuenta que era María, su madre, que llena es de gracias y bendita es entre todas las mujeres, Jesús dio gracias al cielo de que la gente la reconoció y nadie más se atrevió a lanzar otra piedra.  La muchedumbre al ver esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó sólo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban?¿Ninguno te condenó?, “yo tampoco lo haré”
Entonces salvo de la situación a la mujer y apenado por la actitud imprudente de su madre le propuso su protección y la llevo cerca de su pueblo para estar con ella, llenándola de atenciones y Amor por su gran belleza y deliciosa experiencia, aunque María no estaba muy contenta…
 
Pasado un tiempo la mujer se aburrió del tedio de vivir con un evangelizador del tamaño de Jesús y le exigió dejara esa vida, pero el hombre no le hizo caso y ella lo abandonó (la madre de Jesús se puso contenta y pensaba “ella no era la mujer para mi hijo”, con el tiempo se ha deformado esta expresión para identificar a las “nueras”,  llamadas asi por las mamás mostrando el eterno descontento de la mujer que escoge su hijo). Él con el remordimiento y la pena, se dejó llevar por su misión, retando toda ideología de la época, lo que provocó la ira de Roma y entonces fue crucificado…
 
En su lecho de muerte solo pensaba en aquella mujer y dejó como legado no escrito por su propia experiencia las siguientes reflexiones: Ama a tu mujer como el primer día, si vas a proteger a una mujer hazlo hasta el final, no prometas nada que no vas a cumplir, siempre debe haber tiempo para procurarle amor, cariño y atenciones, debes apreciar sus experiencias pasadas ya que esto hará que sea para ti una deliciosa experiencia de amor, el hombre solo es hombre en la medida de su mujer…

No hay comentarios:

Publicar un comentario