jueves, 31 de octubre de 2013

OCTAVA PARADA (J: Iturriaga)

UNA MUJER IMAGINA… (J. Iturriaga)

Apenas a tiempo se agachó y alcanzó a escuchar el silbido de una bala rozando su cabello; incluso creyó percibir el olor característico del pelo chamuscado. Pero no cejó: avanzó, arrastrando como pudo, a aquel cuerpo mutilado. Pertenecer al cuerpo de enfermeras de la Cruz Roja Internacional era para ella no un trabajo arriesgado, una mera ocupación peligrosa en pleno campo de batalla; era una misión, era lo que le daba sentido a su vida, era lo que la había convertido de empleada insulsa y anodina de una burocrática oficina gubernamental en heroína; ¡sí!, como una Juana de Arco, anónima, pero con el mismo arrojo, valentía y coraje de la santa guerrera. Y así, librando obstáculos, dando rodeos, sudando por el esfuerzo físico, con el corazón palpitando incontenible, logró llegar con el herido, inconsciente, a su destino.
Esquivando a varios automóviles, jadeando y con las manos aferradas a los asideros de hule de la silla de ruedas de su esposo, entró a la banqueta por la rampa de cemento, rodeó a un ciclista estacionado con un bote de tamales en la parrilla, levantó la vista y leyó: Instituto Nacional de Cancerología. Un empleado salió para ayudarla, aunque el enfermo ya pesaba menos de 45 kilogramos. Y en efecto, había perdido la conciencia.

UN NIÑO IMAGINA…

El pequeño Jonathan Erick, con su viejo overall de mezclilla, luido y agujereado, se revolcaba en el enorme charco de lodo. Se reía solo y lanzaba al aire puños de fango, justo arriba de él para que le cayeran encima. Aunque sabía que su madre lo regañaría, también sabía que lo haría con dulzura, no obstante que ella sería quien afrontaría en el fregadero el lavado de sus casi únicos pantalones. ¡Cuántos remiendos tenían, unos sobre los otros! A un trozo de rama de árbol lo hacía navegar Jonathan, cual crucero de lujo, sobre ese mar imaginario en el barro cenagoso. Chuc, chuc, chuc, chuc, sonaba el barco de palo movido por la manita del niño. De pronto, salió de su ensueño…
-¡Erick!, ¡Erick!, -llamaba la niñera uniformada estrictamente de color blanco-. Tus papás acaban de llegar del aeropuerto. Sal de la alberca y vamos a recibirlos. Y apaga el motor del yatecito, que se queda sin baterías.
Le puso unas sandalias afelpadas y lo arropó con una enorme toalla muy gruesa, mucho mayor que Jonathan Erick.

miércoles, 30 de octubre de 2013

SÉPTIMA PARADA, Graciela Zamora


 El sueño de José

Cuenta la leyenda que hace muchos años vivía en una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, un joven llamado Espíritu, sin más gloria que un padre venerable del cual heredó el sobrenombre de Santo. Para diferenciarlo de otros le anteponían el artículo el, como sinónimo de su singularidad.  Así pues, una tarde cuando el sol  extraviaba su luz en los confines del mundo, el Espíritu Santo,  de aliento radiante y tan ligero que parecía volar, divisó  a María —una joven virgen desposada con un hombre llamado José— caminando por las estrechas calles del pueblo. Hermoso y seductor, tales eran otras de las características de Espíritu Santo, con el pretexto de convidarle un panecillo ázimo la abordó y caminaron juntos hasta que llegaron a la casa de ella. Se despidieron y el joven prometió volver.    A María,  por su parte, no le fue indiferente, sobre todo porque su esposo atravesaba una crisis carnal, debido a un extraño mensaje recibido en sueños que le había vaticinado la gloria de la fama eterna si no tocaba a su mujer hasta que quedara encinta por la gracia divina. Tal  locura,  a José, un hombre racional y juicioso le pareció desproporcionada, pero  asimismo  le abrió una puerta desconocida de su vanidad por lo que resolvió contener sus impulsos voluptuosos guardándose en su carpintería y esperar.
Por su parte, María después de dicho encuentro, consiguió entre los mercaderes extranjeros afeites naturales traídos desde Egipto. Enmarcó la línea de sus ojos con kehel e intensificó aún más el rojo de sus labios;   pero en los días que siguieron Espíritu Santo no volvió a acercarse a ella, en cambio sólo se mostró a lo lejos teniendo buen cuidado de que María lo observara.
Ella  intentó acercarse a él con cualquier pretexto, pero sus intentos fallaron.
         Una noche, cuando María se revolvía desnuda en la cama llena de pensamientos placenteros, apareció Espíritu Santo en su ventana.  Sin que hubiese una sola palabra de por medio, el Espíritu Santo fue sobre ella y María, llena de felicidad y gracia fue preñada, haciendo realidad el sueño de José. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Muérdeme pero no me dejes.



Séptima parada.
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Muérdeme pero no me dejes.
Una joven pareja, él de 18 años y ella de 16, se conocieron en la preparatoria  él iba en tercer año y ella en primero. Asistieron a una conferencia sobre derechos sexuales que ofertó la escuela, colgaban dos grandes mantas, en una decía: Cualquier forma de violencia hacia mi persona afecta el disfrute pleno de mi sexualidad y en la otra Ninguna persona debe abusar, acosar, hostigar o explotarme sexualmente. El estado debe garantizarme el no ser torturada/o, ni sometida/o a maltrato físico, psicológico, abuso, acoso, o explotación sexual. Ella sacó su celular y tomó fotos a las dos mantas.

 . A la hora de la salida él la llevó a conocer una casa deshabitada que era de su tía, en el trayecto iban comentando lo de la conferencia, hasta se habían aprendido lo que fotografiaron. Ha pasado un año de noviecitos, debemos conocernos más le dijo él a ella, sí, me gustaría conocer tu fuerza, sostenme en tus manos arriba le dijo ella, y él se quitó la camisa para tener mejor movimiento, la tomó de la espalda y las piernas y la subió cerca del techo de la casa, al bajarla le susurró, quiero ver tus senos, ella emocionada por la fuerza demostrada se quitó la blusa y el sostén dejando al descubierto unos lindos pezones rosados que al contacto con las manos de él se pusieron erectos.

Los dos se quitaron cuanta prenda traían quedando completamente desnudos, él la mordía de una manera brutal  por todo el cuerpo y ella se aferraba a él con uñas y dientes. Las bocas nunca se fundieron una con otra sino que cada una hacía lo suyo en el cuerpo ajeno, lo más sufrido eran los pezones de ella que hasta lloraba de dolor pero…




Magdalena Guzmán Alvarado.

miércoles, 23 de octubre de 2013


EL CABALLO Y EL LEÓN.

 

Hubo un tiempo en que los leones se cansaron de ser sanguinarios cazadores y trataron de enmendar su camino convirtiéndose en vegetarianos y haciendo labores altruistas.

Cierta ocasión, un caballo que se encontraba por el campo, alcanzó a ver a un león a lo lejos. Le llamó la atención la cantidad de verduras frescas que llevaba en un costal.

El caballo era muy flojo como para ir a buscar su propia dotación, así que acostumbraba robar los alimentos de los animales con engaños.

Sabía que el león no era cualquier animal, así que se le ocurrió fingir estar enfermo para atraer la atención del león, y una vez que este se descuidara, robar su costal de verduras.

Enseguida se tiró al suelo y gritó:

─¡Auxilio, auxilio, que alguien me ayude, por favor!

El león, con el buen oído que tenía, logró escuchar los gritos del caballo y acudió enseguida hasta donde se encontraba.

─¿Qué te ha ocurrido? -Preguntó al caballo.

─No puedo caminar, me enterré una enorme espina en la pata desde ayer y heme aquí tendido sin poder comer ni beber. Te agradecería que me la sacaras.

─Esta bien, ─ contestó el león.

Sin embargo, el león, quien todos los días transitaba por ahí, se dio cuenta de que el caballo estaba mintiendo, pues ni siquiera por la mañana se lo había topado.

El caballo se levantó enseguida, se colocó en muy buena posición y le dijo:

─Te recomiendo que me saques la espina con tus filosos dientes, será más rápido y menos doloroso que con tus garras.

El león, asombrado todavía por la manera tan rápida en la que se levantó el caballo para optar por una posición de ataque sin que se quejara de la espina, comprendió que lo que él quería, era propinarle unas buenas patadas para dejarlo inconsciente y robarle su comida.

Entonces dijo:

─Acepto, pero antes de que la saque cierra los ojos, cuenta hasta tres y enseguida me dispondré a sacarte la espina.

El caballo muy seguro de cometer su fechoría y preparándose para dejarlo tirado en el suelo, inició el conteo.

Apenas si alcanzó a decir ¡uno!, cuando echó un desgarrador grito por la tremenda mordida que le había propinado el león en su pata.

El león un poco burlón le dijo:

─Ahora sí, esperemos que pronto venga alguien en tu ayuda, porque no podrás caminar por algunos días.

Enseguida se echó su costal al lomo y se fue.

El pobre caballo se quedó con un llanto en los ojos, la pata hinchada y sin poder pararse.

Séptima parada

Para la más bella…
Hace muchos años  en el Olimpo se celebró  la boda de Tetis  y Peleo ( un mortal y  una diosa),  todos los dioses asistieron a la boda, menos  Éris ( la discordia) y para hacer notar su presencia, lanzó una manzana de oro , en la mesa donde estaban los dioses , con un mensaje “para la más bella..” y las diosas Afrodita, Hera y Diana se  creyeron merecedoras de ese preciado tesoro, las tres se consideraban hermosas y divinas,  por lo tanto  anhelaban aquella manzana tan valuada , se generó así  una tremenda   discusión, fue tan grave que ni el Dios Zeus quiso ser testigo de aquel pleito.
Mientras tanto la fiesta  seguía, y los novios  ya hechizados bajo los efectos del Dios Baco, tomaron aquella manzana , pensando que había sido un obsequio de bodas por parte de las Diosa Éris, se llevaron aquel tesoro y se lo dieron a su mascota  que tanto amaban,   ellos eran amos de  Medusa , su aspecto horrible y repugnante,   fue lo que motivó a los enamorados a adoptarla como mascota, si pensarlo dos veces, le dieron la hermosa manzana a su horripilante mascota  , cuando Medusa toco aquella manzana, empezó a tener una metamorfosis fenomenal, se convirtió en un hermoso caballo blanco  con alas, resplandeciente más que los rayos del sol, su belleza era inmensa e inexplicable, era  realmente hermoso, sublime y perfecto , así surgió  un nuevo ser el magnífico Pegaso.  Mientras las Diosas observaban de lejos  como sucedía aquel hechizo,  quedaron asombradas y cruzadas de mano  ante aquella situación. En su corazón  y pensamiento siempre quedaron  marcados con  envidia y con esta expresión “la suerte de la fea  la bonita la desea”.

Edith Nancy Flores 

NOE EL EMPRENDEDOR (SEPTIMA PARADA)


NOE EL EMPRENDEDOR

Hace mucho tiempo, vivía un hombre llamado Noé. Noé vivía con su esposa y sus tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Noé y su  familia a travesaban una situación  complicada pues en la región donde ellos vivían escaseaba el alimento debido a una plaga de  langostas que acababa con todos los cultivos del lugar. Noé, hombre que había sobrellevado su vida sin pena ni gloria digna de mención,  un día tuvo una gran idea para salir de la situación que vivía  y al mismo tiempo mejorar su nivel económico: Se dedicaría a viajar por el mundo montando un gran espectáculo, algo con lo que asombraría a todos los habitantes de las aldeas, algo nunca antes visto que asombraría a chicos y grandes: Un circo de animales.

Convencido del éxito  de  su idea  se propuso a realizar temeraria empresa, primero construyó un gran barco de madera para poder viajar sin ningún problema, después  construyó sobre  él un edifico de enormes proporciones para  transportar a sus animales de manera segura;   hizo muchas pruebas,  modificaciones y  ajustes hasta que, finalmente quedo lista su extraña embarcación, los habitantes del lugar pensaban que se había vuelto loco y más aún con lo que sucedería a continuación; b pues metió en  los compartimentos  del barco siete parejas de animales de todo tipo; mamíferos, aves, insectos, reptiles, en fin,  todos los animales conocidos se encontraban en ese lugar, se abasteció de  las provisiones necesarias para él y los animales , abordó junto  con su familia y comenzó su aventura.

No habían  llegado al primer destino de su  viaje cuando se desató una fuerte tormenta que terminó por convertirse en diluvio, la fuerza del agua  arrasó con todo lo que encontró a su paso. Afortunadamente la embarcación de Noé  era una construcción  solida  y pudo resistir los cuarenta días  y cuarenta noches que duró este acontecimiento. Cuando todo terminó  solo la familia de Noé y sus animales habían sobrevivido.

Perseo y Medusa (Séptima parada)


Perseo y Medusa
Patricia Suárez

Cuando Perseo encontró a Medusa en aquel lugar donde habitaban las tres temidas gorgonas,  se dio cuenta de que ella no se parecía en nada a lo que se contaba en la leyenda.
Sus ojos eran grandes, azules y hechizaban en cada parpadeo. Su cabeza no estaba cubierta de serpientes sino de largos cabellos alborotados, rojos, ensortijados. Su piel era tan suave y blanca como el mármol. Su aspecto dejaba petrificado y atónito a quien la mirara.
Perseo se habría enamorado de ella de no ser porque Poseidón, receloso, la protegía. De hecho, había sido él quien corrió el rumor de la fealdad de Medusa para aplacar a la envidiosa Atenea. Incluso, el Dios había convertido en piedra a todos los hombres que se enamoraron de su amada.
Cuando Perseo le dijo a Poseidón que debía llevarse la cabeza de Medusa o revelar la verdad de lo que había visto, este se negó, pero le propuso construir un cabeza de gorgona con ayuda de las moiras y otorgarle los poderes que el imaginario colectivo le atribuía a Medusa. Le prometió también la eternidad, pues lo convertiría en constelación junto la mujer que él eligiera como esposa. Si a pesar de todo Perseo revelaba este secreto, la cabeza de la gorgona perdería sus poderes y él quedaría en ridículo ante todo el mundo.
Perseo aceptó el trato y  se encaminó de regreso con la cabeza falsa, la cual utilizó en varias ocasiones para defenderse, e incluso, para lograr su matrimonio con Andrómeda. Al final del camino se la entregó a Atenea, quien dejó de molestar a la feliz pareja. Medusa y Poseidón se dedicaron entonces a disfrutar de la vida con sus hijos Pegaso y Crisaor sin el temor de que algún otro intrépido guerrero se atreviera a acerarse a ellos. Perseo y Andrómeda ocuparon sus lugares en la bóveda celeste y permanecerán juntos toda la eternidad.

ALEXANDER SEPTIMA PARADA


JESÚS Y LA ADULTERA    ALEXANDER A A
 
Jesús paseaba, en un rato de descanso, por alguna de las plazas donde quizá realizaría su evangelio, cuando de pronto vio que una muchedumbre pretendía lapidar a una mujer, Jesús intervino para defender a esta mujer;  Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley nos Mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú que pues, ¿Qué dices?. Mas esto decían para tentarle, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
 
Aunque no lo dio a notar había quedado prendido de la belleza de la mujer y pensó en como librarla de su inminente y fatídico desenlace y pensó en hacer suya aquella hermosa mujer. Se le ocurrió retar a los enardecidos  concurrentes diciéndoles que “quién esté libre de pecado que tire la primera piedra”, sabiendo que no cualquiera se atrevería, sin embargo una piedra cayo de algún lugar y al voltear se dio cuenta que era María, su madre, que llena es de gracias y bendita es entre todas las mujeres, Jesús dio gracias al cielo de que la gente la reconoció y nadie más se atrevió a lanzar otra piedra.  La muchedumbre al ver esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó sólo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban?¿Ninguno te condenó?, “yo tampoco lo haré”
Entonces salvo de la situación a la mujer y apenado por la actitud imprudente de su madre le propuso su protección y la llevo cerca de su pueblo para estar con ella, llenándola de atenciones y Amor por su gran belleza y deliciosa experiencia, aunque María no estaba muy contenta…
 
Pasado un tiempo la mujer se aburrió del tedio de vivir con un evangelizador del tamaño de Jesús y le exigió dejara esa vida, pero el hombre no le hizo caso y ella lo abandonó (la madre de Jesús se puso contenta y pensaba “ella no era la mujer para mi hijo”, con el tiempo se ha deformado esta expresión para identificar a las “nueras”,  llamadas asi por las mamás mostrando el eterno descontento de la mujer que escoge su hijo). Él con el remordimiento y la pena, se dejó llevar por su misión, retando toda ideología de la época, lo que provocó la ira de Roma y entonces fue crucificado…
 
En su lecho de muerte solo pensaba en aquella mujer y dejó como legado no escrito por su propia experiencia las siguientes reflexiones: Ama a tu mujer como el primer día, si vas a proteger a una mujer hazlo hasta el final, no prometas nada que no vas a cumplir, siempre debe haber tiempo para procurarle amor, cariño y atenciones, debes apreciar sus experiencias pasadas ya que esto hará que sea para ti una deliciosa experiencia de amor, el hombre solo es hombre en la medida de su mujer…

martes, 22 de octubre de 2013

NUEVA VERSIÓN DE LA FÁBULA "LA CIGARRA Y LA HORMIGA"
Era un día de verano y una hormiga caminaba por el campo muy apresurada recogiendo granos de trigo y otros cereales para tener algo que comer en invierno. Mientras trabajaba sin descanso, se lamentaba por la vida que tenía, pues la hormiga reina, las había educado sólo para el trabajo.

 Una cigarra la vio y se sorprendió de que fuera tan laboriosa y de que trabajara cuando los demás animales, sin fatigarse, se daban al descanso. En sus pensamientos tenía el anhelo de ser tan trabajadora como la hormiga y menos optimista con la vida.

Aún no llegaba el invierno cuando la hormiga estresada  de tanto trabajo continuaba con su rutina; sin embargo, sentía un poco de felicidad al ver que ya casi tenía completas las provisiones para soportar el invierno. De repente cuando comenzó a sentir esos instantes de felicidad, ésta se vio interrumpida por un fuerte golpe que la redujo a casi nada; un hombre que pasaba por el mismo camino que la hormiga recorría la piso sin querer , pues la hormiga con tanto trabajo y prisa no puso atención a su alrededor, como era de costumbre. La hormiga no pudo disfrutar de todo el trabajo que había hecho en su vida,  no esperaba su muerte tan pronto.

La cigarra consternada por lo que vio, se alegró de la vida que llevaba y borró de su mente aquel pensamiento que alguna vez tuvo con respecto a la hormiga. Se alegró de tomar la vida con más calma y aunque en invierno pasó frío, la cobijaba la idea de estar viva aunque sabía que podía estar mejor si trabajaba un poco más. Al final la hormiga muerta y la cigarra sufriendo.

MORALEJA:
Ni tanto trabajo, ni tanto descanso. 



OCTAVA PARADA:

Intercambio de perspectivas:  género, edad,  circunstancia...
Y en todas las variantes,
manteniendo escena y clave...


Literatura[Minicuento. Texto completo.]Julio Torri
El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró, y se dispuso a relatar un abordaje de piratas. No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que a empleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear a los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; la miseria que amenazaba su hogar, el mar bravío. Y al describir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural.
FIN



Quién iba a pensar que por una..                                          Sexta parada.
Tenía dos días que había dejado de leer la novela por sentirse con los huesos desquebrajados, el cuerpo sin fuerza, la nariz goteando como llave de agua que le falta el  empaque, la cabeza colgada hacia un lado sosteniéndola con la palma de la mano como queriendo sentir las punzadas del dolor que de ella provenían después de pasarle el escalofrío y la alta temperatura por su cuerpo.
Apenas habían transcurrido solo cuarenta y ocho horas y ya estaba inquieto por la trama de la novela, entusiasmado tomó nuevamente el libro para seguir  su lectura, le había dejado un separador muy bonito de Veracruz que le regalo su amigo Joaquín, cuando se fue de vacaciones. Se sentó en una banca de cemento con pedazos de azulejos  como adorno en el asiento  que está afuera de su casa e inició la lectura, la trama le pareció muy interesante, fue deshilando una a una cada palabra sorprendido por la reacción alocada de uno de los personajes.
Ciertamente había mujeres y niños en la plaza de la ciudad pero el señor trató de estar cubierto con las cajas vacías de madera apiladas en las que transportaban fruta. Y es que ya no podía más el pobre hombre, todo se retorcía, había estado bebiendo vasos llenos de cerveza bien fría propia para el calor que se sentía. La ciudad estaba a 40ºc en la sombra, la cerveza era lo único que se apetecía, las gentes iban y venían por la plaza, unos caminando muy despacio,  algunos con sus perros jalando, otros caminando  apresuradamente con ansias de llegar a sus casas, alguno que otro niño jugando y corriendo alcanzándose unos con otros, el policía atento observando lo que acontecía.
Mirando por todos lados muy discretamente se metió entre las cajas y se orinó con tal fuerza que pareció un chorro de agua que sale a presión, el policía indignado por el acto le disparó a la cabeza cayendo en el charco de orines sin soltar su novela.



                                                                      Magdalena Guzmán Alvarado.


Séptima parada.
Derechos  Sexuales
1.-   Derecho a vivir libre de violencia sexual.                                        
Cualquier forma de violencia hacia mi persona afecta el disfrute pleno de mi sexualidad.
Muérdeme pero no me dejes.

Una joven pareja, él de 18 años y ella de 16, se conocieron en la preparatoria  él iba en tercer año y ella en primero.  Siempre se les veía de la mano, caminaban  alegres rumbo a la escuela. A la hora de la salida él la llevaba a una casa deshabitada que era de su tía, permanecían adentro una hora, después salían rumbo a la casa de ella.

_Ha pasado un año de noviecitos, debemos conocernos más le dijo él a ella.
_sí, me gustaría conocer tu fuerza, sostenme en tus manos arriba le dijo ella, y él se quitó la camisa para tener mejor movimiento, la tomó de la espalda y las piernas y la subió cerca del techo de la casa, al bajarla le susurró, quiero ver tus senos, ella emocionada por la fuerza demostrada se quitó la blusa y el sostén dejando al descubierto unos lindos pezones rosados que al contacto con las manos de él se pusieron erectos.
Los dos se quitaron cuanta prenda traían quedando completamente desnudos, él la mordía de una manera brutal  por todo el cuerpo y ella se aferraba a él con uñas y dientes. Las bocas nunca se fundieron una con otra sino que cada una hacía lo suyo en el cuerpo ajeno, lo más sufrido eran los pezones de ella que hasta lloraba de dolor pero…




Magdalena Guzmán Alvarado.