sábado, 29 de noviembre de 2014

TRABAJO FINAL (Patricia Suárez)


Trabajo final seminario Didáctica de la Literatura

Patricia Suárez

 

PREGUNTA 1
¿A qué voy al mercado?
Voy a buscar lecturas que les puedan servir a mis alumnos en su formación académica y que estén relacionadas con los temas que debo abordar según el programa de la SEP. Sin embargo, no puedo quedarme solo en ese paso, pues mi compromiso y mi vocación me hacen querer un poco más: lograr que los adolescentes disfruten lo que leen y aprendan, casi sin darse cuenta, valiosas lecciones no solo escolares sino de vida.
¿Cómo quiero hacerlo?
Pues en primer lugar, hurgando en mis plasmidios, en esos módulos de información que otras personas me legaron y en los que yo creo que está contenida alguna realidad humana que quiero transmitir. Es difícil elegir de entre lo que conozco, algo que —de acuerdo a la edad y a los intereses de mis alumnos— pueda despertarles las ganas de leer y de saber más.
Un libro que llegó a mis manos cuando yo tenía la edad de ellos y que me cambió la vida fue Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Esta pequeña novela me mostró la angustia de vivir en un mundo sin conocimiento, sin información, sin sentimientos, sin ficciones... sin libros. Los bomberos que provocan el fuego en lugar de apagarlo, el hecho de que quemen a las personas que no quieren separarse de sus libros, el que los lectores sean perseguidos y vivan como indigentes para pasar inadvertidos fueron sucesos que me aterraron. Y creo que todo fue tan aterrador porque algunas de las cosas que pasan en el libro ya pasaban en mis tiempos. Actualmente, la tecnología ofrece opciones que en aquel momento yo creía muy lejanas, como estar platicando con alguien por medio de una pantalla y el hecho de estar solo pero creer que se está acompañado, como lo que sucede actualmente con las redes sociales.


PREGUNTA 2

Valores calóricos de Fahrneheit 451
Conocimiento del mundo. Es casi irónico pensar que una novela nos ofrezca la posibilidad de un mundo ficticio para que podamos reconocer el nuestro, donde vivimos. La primera vez que leí Fahrenheit 451 eso fue lo que más me impresionó, porque si bien no era una copia de la cotidianidad ni de una parte de la realidad, sí mostraba un presagio. Me impresionó el hecho de que la tecnología hubiera desplazado al hombre y sus sentimientos. Cuando vi a mi alrededor, me di cuenta de que eso estaba sucediendo, y eso que en aquel entonces no estábamos tan enajenados como ahora con los teléfonos celulares. Recuerdo las paredes de las casas que se describen en la novela: eran como enormes pantallas de televisión por las que se comunicaba la gente o pasaban, como ahora, series de entretenimiento. Actualmente, relaciono esto sí con la televisión, pero también con el Internet, Facebook, Skype y todo lo que nos permite la comunicación de manera remota. Ahora ese desplazamiento del hombre me parece más cercano, por lo que creo que es necesario poner una alerta aunque sea pequeña en los jóvenes.

Experiencia estética. En mi primer acercamiento con la novela no me percaté de ningún valor estético, pero después pude ver que presentaba un mundo catastrófico y que funcionaba  a manera de advertencia. Además, el autor lo plantea muy bien, pues como protagonista eligió a un hombre cuya profesión es casi venerada actualmente. A los bomberos la gente los admira porque arriesgan su vida por personas desconocidas. Los niños desean ser como ellos porque son héroes. Entonces, Bradbury lanza una especie de pregunta: ¿qué pasaría si los bomberos se dedicaran no a apagar el fuego sino a provocarlo? No solo eso, ¿qué haríamos si aquello que quemaran fueran los libros de todo el mundo solo por obedecer a un mandato político y por mantenernos en la ignorancia? Y luego, ¿qué pasará cuando la gente deje de interesarse por sus semejantes? Entendí que había en ese texto todo un planteamiento social y filosófico.

Producto nuevo. Creo que funcionó muy bien el hecho de que el autor manejara el efecto que Bertolt Brecht llamó, “efecto de distanciamiento”, pues aunque sea un concepto acuñado para el teatro, en la novela también se exploró (no sé si en la narrativa tenga otro nombre). Me refiero a mostrar un mundo que parece absurdo pero en el cual encontramos nuestra esencia humana y podemos reflexionar acerca de nuestro comportamiento. El autor mismo pensó que se estaba adelantando a su tiempo y se dio cuenta de que ese tiempo ya nos había alcanzado. “Mientras escribía Fahrenheit 451, pensé que estaba hablando de un mundo que aparecería dentro de cuatro o cinco décadas. Pero hace solo cuatro semanas, una noche en Beverly Hills, un hombre y una mujer se cruzaron conmigo, paseando un perro. Me quedé mirándolos, absolutamente estupefacto. La mujer llevaba en la mano un aparato de radio del tamaño de un paquete de cigarrillos, con una antena que temblaba en el aire. Unos alambritos de cobre salían del aparato y terminaban en un conito que la mujer llevaba en la oreja derecha. Allí iba ella, ajena al hombre y al perro, prestando atención a vientos y suspiros lejanos, a gritos de melodramas, sonámbula, mientras el marido, que podía no haber estado allí, la ayudaba a subir y bajar las aceras. Esto no era ficción, era un hecho nuevo en una sociedad que está cambiando”. [1]

Revelación metafísica. No recuerdo muy bien todas las sensaciones que experimenté aquella primera vez. Solo sé que mientras la leía me angustiaba mucho y al terminarla sentí una esperanza, una afirmación de que la literatura podía ser muy útil para el ser humano y que no se le daba la importancia debida. También me asusté porque tuve una visión de un mundo terrible, destruido, en el que no habría empatía ni compasión ni nada, y desde ese momento quise hacer algo, poner mi grano de arena para que la gente se reconciliara con sus sentimientos. Literalmente, me permití llorar y sentir. Dejé de esconderme y de avergonzarme por lo que sentía porque al fin eso era algo que no debíamos dejar de practicar.

 

PREGUNTA 3

¿Por qué saborear estos textos?

Respecto a los textos de Rulfo y de Borges voy a analizar uno por uno porque son muy diferentes.

“Macario” es un cuento que leí en la infancia y en la adolescencia y ahora lo he leído varias veces más. Cada una de esas lecturas me ha aportado elementos diversos, que no había visto en cada vez anterior. Entonces, debo decir que esa es la primera razón por la que creo que debemos leer este texto.

De manera teórica, creo que tiene que ver con lo que dice Aristóteles, pues nos muestra una copia de la realidad. En este caso, la copia sí se parece mucho a una realidad conocida, debido al lenguaje que utiliza Rulfo. En todos sus cuentos plantea el punto de vista de su personaje-narrador y lo respeta hasta el final. En este cuento uno puede ver la inocencia del niño y cuál es su perspectiva sobre temas que a muchas personas no nos parecen tan normales. Sí lo considero, como dice Schelling, como un documento artístico de la realidad y me remonta a una realidad del México de provincia, no hace tantos años. De hecho, creo que se parece a la realidad de muchos lugares actualmente.    

 Por otro lado, también atiende a lo que dice Heidegger, porque en el cuento se ve toda una historia de la cultura mexicana matriarcal. Se dejan ver ideas religiosas, morales. Podemos saber mucho acerca de las costumbres del pueblo en que vive Macario gracias a la narración. Además, nos permite deducir el estado del personaje. Por ejemplo: él nunca dice que tenga alguna enfermedad mental, pero por su comportamiento, nosotros podemos deducirlo. El personaje-Ser nos cuenta su verdad y solo eso.

De acuerdo con lo que dice Gilson, esta obra es un objeto nuevo y, fuera de expresar sentimientos, los provoca, puesto que Macario pocas veces hace grandes descripciones de lo que está sintiendo, pero toda su visión está acomodada de tal manera que a nosotros, lectores, nos hace pasar de una emoción a otra.  Además, no nos ponemos a pensar si la historia es la de un niño real o no, sino que entramos en la ficción y nos dejamos afectar por lo que leemos. Por eso mismo también tiene que ver con lo que dice Ingarden, pues el cuento no nos describe ni lugares ni emociones y a pesar de todo, si nos puede hacer sentir lo temible y lo sublime.

En el texto de Borges los elementos no fueron tan claros y, como era un texto que no conocía, me fue muy difícil entrar en él. Primero, no creo que sea una representación ni copia de la realidad. Por el contrario sí veo una gran construcción del lenguaje para expresar ideas y conocimientos, pues el texto tiene varias referencias a otros autores, que es necesario aclarar para poder entender un poco más a qué se refiere.

Es un texto muy bien estructurado en cuanto al lenguaje, la sintaxis, el tipo de referencias que utiliza. Según Schelling este texto puede ser mucho más un documento de conocimiento, no solo por ser un producto nuevo sino que tiene en su esencia otros pequeños documentos que el autor quiere compartirnos.

También, de acuerdo con Heidegger, es un testimonio de un mundo histórico y cultural, pues reúne muchos elementos de la literatura universal y que han sido canónicos para desarrollar un discurso, que une a esos autores de diferentes tiempos.

De acuerdo con Bergson, esta obra también nos muestra una intuición metafísica que se relaciona con el momento de la muerte y que permite al poeta ver más allá, lo que no es visible para los ojos: incluso se pregunta si otros autores, en su momento, llegaron a esa misma verdad que a él se le acaba de revelar.

En este texto se muestra de manera más clara la ausencia de descripciones de sentimientos y se basa más en ideas. Por último, creo que lo que sucede en el texto es un ejemplo de lo que dice Platón, respecto a que hay cosas que por más que se enuncien y se describan no pueden expresarse, porque es imposible expresar todo lo que le provoca a alguien una sola imagen.

En conclusión, son dos textos muy distintos, pero importantes cada uno desde su trinchera. Mientras que el de Rulfo, nos invita a pasar de inmediato, el de Borges nos pone ciertas condiciones que hay que cumplir para empezar a comprender.

PREGUNTA 4

¿Qué es una palabra y qué hace?

Fábrica del ser

Fábrica del hacer


Ni aquella tarde ni la otra murió el ilustre Giambattista Marino, que las bocas unánimes de la Fama (para usar una imagen que le fue cara) proclamaron el nuevo Homero y el nuevo Dante, pero el hecho inmóvil y silencioso que entonces ocurrió fue en verdad el último de su vida. Colmado de años y de gloria, el hombre se moría en un vasto lecho español de columnas labradas. Nada cuesta imaginar a unos pasos un sereno balcón que mira al poniente y, más abajo, mármoles y laureles y un jardín que duplica sus graderías en un agua rectangular. Una mujer ha puesto en una copa una rosa amarilla; el hombre murmura los versos inevitables que a él mismo, para hablar con sinceridad, ya lo hastían un poco:

 

Púrpura del jardín, pompo del prado,

gema de primavera, ojo de abril...

 

Entonces ocurrió la revelación. Marino vio la rosa, como Adán pudo verla en el Paraíso, y sintió que ella estaba en su eternidad y no en sus palabras y que podemos mencionar o aludir pero no expresar y que los altos y soberbios volúmenes que formaban un ángulo de la sala en la penumbra de oro no eran (como su vanidad soñó) un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo.

Esta iluminación alcanzó Marino en la víspera de su muerte, y Homero y Dante acaso la alcanzaron también.

 

Nuevo texto

Las bocas unánimes de la Fama

proclamaron al nuevo Homero y al nuevo Dante

en un hecho inmóvil y silencioso,

el último de su vida, de años de gloria.

El hombre moría en su vasto lecho español.

Columnas labradas, balcón que mira al poniente,

mármoles y laureles, jardines, graderías, mujer,

rosa amarilla de versos inevitables.

Gema, primavera, revelación,

como Adán en el Paraíso,

eternidad de palabras.

Estaba la sala en penumbra de oro,

vanidad, espejo, cosa agregada al mundo,

y Marino en la víspera de la iluminación.


PREGUNTA 5

Jugando con el rey, la reina, las doncellas y los pajecitos


Elección de textos: 

El sentido del mundo está en caminar, en el movimiento, en el cambio: fue hecho sólo para deslizarse en instantes irrecuperables, para nacer y morir en un parpadeo. En cambio la literatura, falaz remedo de la memoria, está paralítica; formada a base de insatisfacciones, no resucita a nadie. Como el amor, desde el inicio está condenada al fracaso. Lástima que lo descubriera tan tarde; ahora, aun sabiendo que es inútil, que por ella me condeno, no logro evitarla. Te escribo porque he decidido lanzarme al vacío: al menos en este caso no me atrapa la inercia. Será el único acto digno de mi vida: despeñarme libremente, arrostrando la responsabilidad. Lo peor es que te escribo y ni siquiera si te conozco. ¿Te amé? ¿A quién amamos? No a las personas, sin duda, sino a sus imágenes. Las nebulosas siluetas que hacemos de ellas: a sus residuos.

A pesar del oscuro silencio

Jorge Volpi

 

Amar es este tímido silencio 

cerca de ti, sin que lo sepas

y recordar tu voz cuando te marchas 

y sentir el calor de tu saludo



 

Amar es aguardarte 

como si fueras parte del ocaso,

ni antes ni después, para que estemos solos 

entre los juegos y los cuentos 

sobre la tierra seca



 

Amar es percibir, cuando te ausentas

tu perfume en el aire que respiro

y contemplar la estrella en que te alejas 

cuando cierro la puerta de la noche

 
“Amor”

Salvador Novo


Nuevo texto (combinación de ser de Volpi y hacer de Novo)

Amar es movimiento, cambio,

instantes irrecuperables.

Recordar es sentir en un parpadeo

el falaz remedo de la literatura

Amar es aguardarte

en una memoria paralítica,

a base de insatisfacciones,

entre el inicio y el fracaso

Si fueras aquel vacío inútil

en el único acto digno de mi vida,

que estemos solos entre personas,

imágenes, dudas, nebulosas siluetas.

Amar es percibir tu inercia

tu respiro, lástima y sentido.

Es contemplar lo peor del mundo

cuando te alejas y cierro mis residuos.


Conclusión: en ambos textos está muy bien equilibrado el ser y el hacer. Pareciera que ni el rey ni la reina quieren ceder el mando ni se dejan mandar. Sin embargo, ya contando de manera más exacta, en ambos textos ganó el ser, el rey. En el de Jorge Volpi hay 40 rojos y 32 azules; en el de Novo, 20 rojos y 19 azules. Quizá porque ambos son poéticos importan más las definiciones del amor, de los sentimientos, de la literatura. Me parece que es un acierto este casi equilibrio porque hace que los textos se conformen de todos los elementos de la lengua y que sean ricos en sus contenidos. Ambos autores eligen muy bien las palabras precisas y no hay exceso de ninguna categoría.

*Solo elegí las palabras, las escribí en un papel como si fueran lluvia de ideas y las fui combinando. Al final, leí el texto y  tuve que agregar algunas doncellas y pajecitos para que fuera un poco más musical.

 

PREGUNTA 6

Práctica con alumnos de preparatoria

Aproveché que acababa de aplicar un examen de acentuación (con reglas y todo). En ese examen puse un párrafo al cual ellos debían colocar los acentos correspondientes. La mayoría lo tuvo mal palabras. Yo no había caído en la cuenta de que les estaba pidiendo que colocaran solo un signo, y que para ellos ese signo resulta ajeno a las palabras. Fuera de enseñarles a acentuar correctamente, les estaba enseñando a separar la tilde de la letra y de la palabra.

En la corrección del examen les dije que nos tardaríamos más que lo acostumbrado, pero que experimentaríamos una forma diferente de aprender (ellos y yo). Cada uno de ellos pasó al pizarrón a escribir cada una de las oraciones de las cuales se componía el párrafo. Una vez que terminaba cada alumno, los ponía a leer a todos en coro. Cuando llegaban a una palabra, cuyo acento no era correcto, le decía. ¡Alto, ahí no dice eso! E íbamos corrigiendo entre todos. Una vez que el párrafo estuvo correcto, les dije que lo copiaran palabra por palabra. Me tomé el tiempo de ir pasando a sus lugares a revisar. Les decía que pusieran atención en todo lo que componía cada palabra, lo cual ya estaba en el pizarrón. No faltó quien volvió a cometer los mismos errores. Les pedí que intercambiaran los cuadernos y que revisaran, palabra por palabra, lo que sus compañeros habían escrito. Posteriormente, les señalarían amablemente las palabras que estaban mal escritas pero no les harían ninguna corrección. Al devolver el cuaderno a los dueños, ellos debían copiar nuevamente el párrafo completo, tratando de corregir sus errores.

En general, la segunda vez que copiaron se erradicaron los errores. Les dije que leyeran una vez más, para sí, el párrafo que habían escrito, el que ya estaba correcto y que buscaran en el diccionario todas las palabras que no entendían.

El siguiente día les dije que aquellas palabras, cuya definición habían buscado las utilizaran en una oración. Volvieron a leer el párrafo. Antes de terminar la clase. Les dije que les haría un dictado de oraciones, el cual preparé con palabras que estaban en el texto.

Al calificar me di cuenta de que los resultados fueron buenos. La mayoría obtuvo 7 u 8, aciertos de 10, calificaciones que no habían obtenido en ningún otro ejercicio. Creo que se familiarizaron con nuevas palabras, pues están acostumbrados a ver todo mal escrito. Su primera referencia de texto son las redes sociales.

Al día siguiente repetí el ejercicio, ahora con un párrafo más corto que ya habíamos utilizado otro día para practicar los usos de la b y v. Hoy les dije que ellos construyeran oraciones utilizando palabras de ambos textos, para que no olviden el de la semana anterior. A muchos les fue muy bien. Todos presentaron algún error, pero ahora yo solo les señalaba la oración que tenía el error y les decía que buscaran en su texto, el que estaba correcto cómo se escribía. Ellos solos podían hacer sus correcciones.

Mañana les haré el dictado con oraciones en las que se mezclen palabras de ambos textos. A ver cómo nos va. Le cuento el miércoles.

Primera conclusión: uno de los problemas mayores que observé fue la falta de atención de los alumnos a lo que están haciendo, incluso cuando copian algo. Se distraen fácilmente y eso hace que no completen las ideas ni las palabras. El martes pasado, después de mi clase tenían un receso de 20 minutos que aprovechan siempre para comer. Estaban a la mitad de la segunda copia del texto cuando sonó el timbre. Me dijeron que si podían salir al descanso. Les dije: “Sí, pueden, pero si interrumpen su párrafo ahora, el ejercicio quedará incompleto y habremos perdido una hora de nuestro tiempo. Ustedes decídanlo”. Se quedaron sin replicar. Al final, les di cinco minutos más después del toque para que terminaran sus alimentos y regresaron a la clase con más ganas. ¡Eso fue revelador para mí!


PREGUNTA 7

¿Puedes escribir el texto más bello del mundo?
Luego de reflexionar acerca de los objetivos de la literatura y de mis propios objetivos como docente, me di cuenta de que para mí, la literatura puede mover masas y cambiar el mundo, el propio, por lo menos, y que ya es ganancia. No supe qué escribir hasta el viernes pasado. La indignación, la tristeza y las ganas de vivir en un mejor lugar me arrastraron el sábado, en cuanto amaneció, a escribir lo que a continuación les comparto y que les leí a mis patitos. 

Comunicado a quienes siguen vivos

Patricia Suárez

Al principio éramos menos de 10. Poco a poco se nos fueron uniendo algunos más, aquellos que siempre se quejaron y que nunca estuvieron conformes. Caminamos durante días sin rumbo fijo. Decidimos escondernos porque lo que habíamos iniciado sería grande aunque no sabíamos si para bien o para mal. Estábamos cansados, hambrientos pero qué importaba un puñado de nosotros si lográbamos mover masas. R era el informante, el que aún se mantenía en contacto con “las redes”. Gracias a él supimos de las movilizaciones, de las supuestas investigaciones, de nuestras familias. Muchas veces quisimos darnos por vencidos pero la avalancha que habíamos generado nos sobrepasó por mucho. Y seguimos. Por mal que lo estemos pasando, no nos hemos rendido. Es comprensible que unos pocos hayan preferido volver; quizás fue necesario para que el país albergara una esperanza por nosotros, aunque necesitaremos más que eso. México se sigue yendo a la chingada.

No hay marcha atrás. Se nos ha buscado, se nos ha juzgado, pero no se nos escuchó nunca. ¿Para qué se nos da voz si nadie nos escucha? No importan las marchas, no importan las huelgas ni las denuncias porque no significamos nada mientras seamos personas: huesos, carne, vísceras en unidad. Hay que despedazarse para ganar atención. Pero no morimos. Un día saldremos de aquí; removeremos los huesos y las cenizas y marcharemos de nuevo, tal vez con otros nombres, tal vez con otras caras, pero con la frente en alto, para preguntar quién nos recuerda, quién no nos olvida y para encender la vaga memoria de la indignación.

Estamos vivos aunque no seamos más nosotros. Iremos por las calles denunciando, nos levantaremos ante la injusticia, gritaremos ante la opresión, defenderemos nuestros derechos. Nos proclamaremos por la educación, por la libertad por la justicia y nos reuniremos por fin para tomar el control que nos pertenece y que unos pocos nos arrebataron. Ya no somos los que éramos porque ahora somos más. Estamos listos. ¿Ustedes lo están?

Conclusión: Sí, yo creo que la literatura es reflejo de la realidad, es filosofía, es pregunta, es corazón, es amor por lo que uno hace, es ficción y todo. Puedo decirles que dejé mucho de mí en este texto y que me desnudé ante los patitos. Eso lo fue lo más difícil. Exponerme, mostrarles que su maestra de Literatura o de Redacción también puede escribir y puede convertir sus denuncias y desesperanzas en literatura y que le apasiona hacerlo, por eso está frente a ellos. Les dije que les leería un pequeño cuento que yo había escrito. Lo leí ante dos grupos y obtuve dos respuestas muy diferentes. Los de quinto semestre dijeron que estaba “muy chido”. Comenzaron a hablar de lo que ellos creían que trataba el cuento y de sus ganas por mejorar al país. Querían salir, gritar, se sentían con ganas de moverse y empezaron a organizarse por lo menos para mantenerse informados e informar a los demás grupos de la escuela. ¡Tomaron un papel activo! Los de tercer semestre no dijeron nada, pero mantuvieron un silencio que a mí misma me puso la piel “chinita”. Estaban en shock. Una de las chicas me dijo: “Yo también a veces pienso por qué nadie nos escucha y por qué nadie nos hace caso”. Lo bueno es que ahora saben que pueden escribir. Nadie habló de los personajes, de si estaba escrito en primera o segunda persona, si tenía faltas de ortografía (porque también lo vieron impreso). Nadie habló del narrador omnisciente ni del estilo del autor. Nadie habló de tecnicismos, pero sé que entré en ellos y que sembré algo. Eso es más que suficiente para mí. Mi clase de literatura no está dando frutos sino echando raíces. Gracias, doctora Krauze, porque sin este ejercicio tal vez no me hubiera animado a compartir lo que escribo, y fue una hermosa experiencia, de las mejores en mi vida docente (que todavía es muy corta).

 
PREGUNTA 8

¿Qué voy a sacar de mi canasta?
Hice mi reflexión acerca de lo que debo sacar de la canasta. Saqué muchas conclusiones de todo lo que hemos hablado durante las sesiones del seminario y se me ocurrió formularlas como mandamientos. A ver si funcionan, porque aprendí y divertí mucho haciéndolos. Cada uno de los mandamientos obedece a un elemento de la lista de actitudes y prácticas que debo sacar de la canasta.


11 mandamientos para el profesor de literatura
1. Amarás tu profesión como a ti mismo. Si tu deseo y objetivo más importante no es enseñar literatura, no lo hagas.
La vocación es fundamental para ejercer cualquier carrera. Ser profesor se parece a ser médico, pues tenemos el futuro de mucha gente entre las manos. Nosotros podemos hacer que un alumno ame nuestra materia o que quede vacunado contra ella para siempre. Y no solo eso, recordemos que la Literatura es una puerta, son muchas puertas hacia mundos, experiencias, personas, reales o ficticias, que podemos conocer desde nuestro sillón. Cerrar esas puertas es cerrarnos a infinitas posibilidades de vida. El primer paso es amar y disfrutar lo que hacemos para transmitirlo. Hay que reflexionar si realmente estamos donde queremos, pues el disfrute o frustración del maestro será directamente proporcional al aprovechamiento del alumno.
2. Antes que todo, eres humano y puedes equivocarte.
Que esto sea una opción no un pretexto frecuente. Hay que preparar la clase y resolver nuestras propias dudas antes de abordar un tema.
Si bien no podemos saberlo todo ni sabemos qué pregunta se les va a ocurrir a los alumnos, es necesario estar preparados y no dar por hecho que ya sabemos la totalidad del tema que supuestamente vamos a enseñar. Una cosa es reconocer, en un momento dado, que no tenemos una respuesta pero que vamos a buscarla y otra mandar al alumno a investigar temas que nosotros mismos no conocemos ni preparamos. A veces, cuando los temas son muchos o muy complejos nos vemos tentados a recurrir a la famosa exposición para evitar preparar clases, pero no somos capaces de redondear el tema que está dando el alumno ni de responder a sus preguntas ni de señalar cuando hay algún error en la información.
3. No subestimarás las capacidades de tus alumnos.
Cuando uno, como profesor de literatura propone las lecturas para un ciclo determinado, no falta que algún compañero de área nos diga que no estamos haciendo una elección adecuada. Se tiene la idea de que hay autores muy complejos que los alumnos no deben leer porque no los van a entender. Lo primero que hay que pensar es ¿hay algo importante que quiero que ellos vean en ese texto?, ¿yo qué entiendo?, ¿puedo ayudarlos a que comprendan esa parte del texto? La lectura guiada es algo que pocas veces se practica en la educación de hoy por la “falta de tiempo”. Debemos pensar qué es más importante: embarrar un poco de todo en los alumnos o afianzar y profundizar en algunos temas esenciales. Claro, esto requiere compromiso y trabajo extra de preparación del maestro, trabajo que, por cierto, no nos pagan. Por eso volvemos al punto número uno: ¿estás en ese trabajo solo para obtener un sueldo o porque realmente quieres hacer algo por los alumnos, por la sociedad, por el país? En mi caso, he leído con mis alumnos del primer año de bachillerato ensayos de Octavio Paz, y tal vez no hayamos entendido por completo los conceptos y la filosofía profunda que maneja el autor, pero leerlo con ellos, comentarlo, enojarnos por nuestra ideología mexicana arraigada, buscar todo aquello que no comprendíamos, preguntar a otras personas, ver en las caras de mis alumnos el deseo de mejorar su propia vida y aprendizaje, no tiene precio. Fue un ejercicio que me llevó semanas, ya no recuerdo cuántas, pero es de los que más han valido la pena en mi carrera docente. Por supuesto que seguiré haciéndolo.
4. No reflejarás tu propia apatía en tus alumnos.
Es muy cansado dar cinco (o más) veces al día la misma clase. Más cansado aún es dar la misma asignatura durante años y años. Uno comienza a sentirse repetitivo y todo se torna tedioso. Como no todos los profesores tenemos derecho a tomar años sabáticos tenemos que recurrir a otras estrategias. Si eres casado, ¿qué haces luego de despertar durante años al lado de la misma persona? ¿Te aburres y dejas que el tedio y la costumbre se apoderen de tu relación y la destruyan o buscas actividades diferentes que les den nuevos bríos a ambas partes?  Sin duda, la segunda opción es más sana para todos. Con los alumnos es igual: hay que buscar otras formas de enseñar lo mismo. En el caso de la literatura tenemos ventajas: hay miles de textos en los que podemos explicar muchos temas diferentes: en estilo, en lenguaje, en retórica, en estructura. Pero hay que buscar y actualizarse todo el tiempo. La pasión por lo nuevo es nuestra mejor aliada en este punto.
5. No reflejarás tus deseos ni tus gustos personales en tus alumnos.  
Por un lado, los maestros llegamos con un objetivo al inicio de cualquier curso. Algunos compañeros me han dicho que su mayor objetivo es que el alumno aprenda, pero ¿qué queremos que aprenda? En nuestro caso, queremos que aprenda a leer, a escribir, y lo llenamos de reglas, como si la literatura fuera un recetario. Es necesario escuchar al grupo al que nos dirigimos y conocer también sus expectativas de la clase, pues si no, corremos el riesgo de estar buscando cosas opuestas. A veces, los alumnos tienen el deseo de que después de cursar la materia de Literatura les guste leer o encuentren un camino por el cual les sea más sencillo familiarizarse con la lectura. ¿Y qué hacemos nosotros? Ponerlos a leer La Iliada completita, para que se frustren porque no entendieron nada. En la medida de lo posible, podríamos hacer converger nuestros gustos con los de ellos. A mí me funcionan muy bien artículos que hablen de redes sociales, futbol, cuentos de terror, para que empiecen a leer. El objetivo no es lograr que el alumno lea 20 minutos al día, sino que encuentre el gusto por lo que lee, que lo disfrute, que no lo haga porque tiene que hacerlo, que encuentre su propio camino.
6. No te pelearás con las nuevas tecnologías de información, sino que las harás tus aliadas en tanto sea posible.
Por muchas reglas que pongan las escuelas para evitar el uso de teléfonos celulares, tabletas, etcétera, los alumnos siempre se las ingeniarán para introducirlos a la escuela y para sacarlos a la hora de clases. Sí, podemos tomar unos minutos para recoger dichos aparatos y mantenerlos fuera del alcance de los alumnos, pero también podemos dedicar un día a trabajar con ellos. Hay muchas formas, muchas aplicaciones que podemos usar, desde diccionarios hasta juegos. Incluso si les dejamos leer algún cuento que esté en internet podemos permitir que lo lean en sus tabletas o que hagan sus apuntes en blocks de notas electrónicos. Es esencial ayudarlos a distinguir cuáles fuentes en internet son fidedignas y cuáles no. Yo utilizo también el correo electrónico, los blogs y los grupos de Facebook para determinados ejercicios. Además, la ventaja es que los autores de los textos que se comparten en las redes tienen una respuesta casi inmediata y eso hace posible una opinión más variada en puntos de vista, pues no solo yo expreso mi opinión, sino todas las personas del grupo.
7. Serás maestro, cuentacuentos, actor, cómico, artista, lo que sea necesario para que tu mensaje sea claro y agradable.
No tenemos la obligación de hacer circo, maroma y teatro para entretener a los alumnos, pero sí podemos divertirnos y hacer que ellos se diviertan para quitarle solemnidad a algunos temas que son áridos, sobre todo los que tienen que ver con ortografía, sintaxis, etcétera. Hay que inventar juegos y cambiar estrategias para mantener fresca la lección. Por ejemplo, el juego que nos propuso la maestra Krauze de convertir las categorías gramaticales en rey, reina, doncellas y pajecitos. Yo a veces hago juegos en equipo y les pongo un papel a cada alumno: uno es el sujeto, otro es el verbo, otro el complemento directo y así sucesivamente. Pongo oraciones en el pizarrón y ellos se acomodan y se numeran según el lugar en que aparece su elemento. Así van comprendiendo que hay elementos que pueden cambiar de lugar y no se altera nada, pero hay otros que se ven muy extraños en un lugar que no es el suyo. En fin, hay tantas dinámicas como imaginación tenga el maestro.
8. Dejarás las listas de reglas para la escritura en un baúl y les darás la llave a tus alumnos. Cuando ellos las necesiten, las encontrarán.
Es inútil empezar por la regla. En general, los alumnos pueden memorizar las reglas en cinco minutos; el problema es que no tienen idea de cómo aplicarlas y muchos de ellos no están familiarizados con textos bien escritos. Si nosotros nos casamos con la idea de que las reglas resolverán todo, estamos cayendo en un absurdo, pues muchos de nosotros conocemos las reglas, pero todavía se nos va una que otra falta de ortografía. Entonces, ¿dónde está el problema
Me he dado cuenta de que a veces, los alumnos ni siquiera escuchan la sílaba tónica en las palabras, por ejemplo. Ahí se arruinaron las reglas y ya no les sirven para nada. Lo mejor es empezar a familiarizarlos con palabras, oraciones, párrafos, textos con sentido completo y no aislar las palabras ni las grafías.
9. Dirás no a la regurgitación.
O, como diría mi abuela, “no les des todo peladito y en la boca”. Los alumnos no son tontos. Actualmente, ellos cuentan con muchas fuentes de información para consultar, incluso a veces muchas más que los profesores. ¿Qué hacemos nosotros? ¿Qué tenemos nosotros que ellos no tienen? Experiencia, años, aunque suene muy elemental. Podemos, como yo les digo, “ayudarlos a parir sus ideas”, pero ideas y conclusiones que ellos mismos saquen respecto de un tema. ¿Cómo? Dirigiéndolos, cuestionándolos, preguntándoles desde lo más elemental hasta lo más profundo. Nos sorprenderemos de sus respuestas. Por ejemplo, yo sé qué es un cuento, pero me es extremadamente difícil definirlo. Conozco muchos cuentos, así que les propongo leerlos: uno de Poe, uno de Maupassant, uno de Márquez, uno de Cortázar, uno de Rulfo, uno de Pacheco, etcétera. Hablamos de ellos, de lo que les gustó y lo que no. A manera de charla, me van hablando de los personajes, del ambiente, del conflicto. Y al final, entre ellos y yo hacemos una lluvia de ideas acerca de qué tienen en común esos textos a los que todo el mundo llama cuentos. Redactamos un pequeño ensayo y hasta hacemos teoría literaria. Si yo les dijera: “escriban un ensayo acerca del cuento con sus ejemplos”, sin haber leído y analizado por lo menos uno, no obtendría resultados. ¿De qué nos sirve que ellos reciten de memoria las características de los géneros literarios si no les significan nada?
10. No olvidarás que tú eres el maestro.
Finalmente, hay que recordar que somos una figura de autoridad. Con el fin de acercar a los alumnos a este mundo maravilloso que es la Literatura, a veces nos convertimos en el maestro barco, el buena onda, con el que nada más nos la pasamos platicando. Y no es que sea malo, pero es necesario ejercer la autoridad, lo cual también puede hacerse en buena onda. No olvidemos que quienes evaluamos somos nosotros y que eso también es una gran responsabilidad. No estamos para cumplir caprichos de nadie. Se aceptan sugerencias, pero no imposiciones ni berrinches. Por ejemplo, nunca falta el alumno al que le gusta leer, pero no hace las lecturas que se dejan para la clase sino que anda entretenido con la zaga de moda. Al final, vendrá a llorar y a decir él lee, pero que el profesor debe entender su espíritu rebelde de no leer lo que le imponen. Si nuestro objetivo es que lean, ¿diremos que él tiene razón porque ya se cumplió la meta? ¿Queremos que lea sin que nos importe qué? Creo que no, pues además de enseñar Literatura, nosotros estamos participando en la formación personal, humana de ese alumno y si nos rendimos ante sus argumentos, estaremos dándole una lección dañina para él: haz lo que te dé la gana y luego lo resuelves rogando y llorando. Seamos congruentes, porque esa es una de las bases que está perdiendo nuestra educación.
11. Respetarás a tu alumno.
No exhibas los errores del alumno; antes bien, ayúdalo a corregirlos. No lo obligues a leer sus textos en público si él no quiere. No olvides que estás tratando con personas, que tienen sentimientos y que, sobre todo en las etapas de la adolescencia, ellos están formando su carácter. Cualquier comentario, por insignificante que parezca, puede repercutir en su personalidad. No lo ofendas, no lo humilles, y sé recíproco. Si quieres respeto, respétalos. Si quieres que todos compartan sus escritos, comparte también los tuyos. Si quieres que no cometan faltas de ortografía, no las cometas tú. Si quieres que estudien y corrijan sus errores, corrige también los tuyos. Si quieres ayudar en su formación y que sean mejores personas en la sociedad, empieza por ser un buen maestro para ellos.
 
PREGUNTA 9

1. ¿Qué voy a meter a mi canasta?

a) Actitudes nuevas que adquirí en el seminario. Por ejemplo, el deseo de transmitir aquello que a mí me apasiona y conservar siempre el gusto por lo que hago.

b) Meto a mi canasta mis plasmidios en orden de importancia y con la esperanza de compartirlos todos, pero sin olvidar que mi propósito no es la cantidad sino la calidad:

*Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

* “Los hijos de la Malinche” de Octavio Paz

* “Amor” de Salvador Novo

* A pesar del oscuro silencio de Jorge Volpi

* “Macario” de Juan Rulfo

* “La noche boca arriba” de Julio Cortázar

d) Revisar textos teóricos que vimos en el seminario y que más me interesaron (Heidegger, Bergson, Bachelard, Ingarden, Maritain) y la pertinencia de utilizar otros (Alfonso Reyes, Fernando Lázaro Carreter, Edgar Allan Poe, Norma Román Calvo). Es decir, meto a mi canasta soportes teóricos para que la formación literaria de los alumnos sea integral.

e) Nuevas formas de abordar la gramática, la ortografía y la sintaxis, algunas ya probadas en clase con los alumnos. No olvidar nunca el principio de renovación y de escuchar, ante todo, al grupo. Meto a la canasta el juego del rey y la reina, la regla de decir NO a las reglas y de no criminalizar las faltas de ortografía sino ayudar a que se resuelva el problema.

f) Meto también a mi canasta mis mandamientos para que yo no olvide todas las actitudes aprendí y desprendí por el bien de mis alumnos y el mío.


2. Narrar un primer día de clases.

Mi primer día de clases el próximo semestre en la materia de Literatura comenzará por la poesía. No voy a cambiar de grupo. Quizás solamente se agreguen algunos alumnos, pero a la mayoría ya los conozco y ya he trabajado con ellos. Sin embargo será el primer día del semestre de Literatura II.

Llegaré con una sonrisa y saludaré a los alumnos que ya conozco. Permitiré a los nuevos que se presenten y les preguntaré sus experiencias con la literatura. A todos les preguntaré sus expectativas acerca de la clase. ¿Qué creen que va a pasar y qué esperan que pase? Pondré mucha atención para escuchar qué quieren obtener en su paso por la literatura. Después les preguntaré si conocen algo de poesía o a qué autores conocen. Solo para darme una idea, porque tengo la ligera impresión de que este es un género un poco abandonado y al que, incluso los maestros, le tenemos miedo.

Luego, les pediré que se pongan cómodos, que no escriban nada, que cierren los ojos y sólo escuchen. Les voy a leer Horal de Jaime Sabines. Les pediré que escuchen los sonidos de las palabras y el ritmo de la lectura. Leeré de nuevo.

Les pediré que escriban una canción que recuerden. Esto con el objetivo de que relacionen la poesía con la música, algo que sí es cotidiano para ellos.

3. Elección de material bibliográfico

Los textos de mi elección (ligando la actividad de la primera la clase, que acabo de describir) serán “Horal” de Jaime Sabines, porque me parece que muestra muchos elementos de la poesía que se pueden explicar y ejemplificar muy bien: la brevedad, el cuidado de cada palabra que se pone en el poema, la musicalidad, el ritmo, el juego de palabras, la rima, los tropos, los recursos retóricos, etcétera. También utilizaré otros poemas del mismo autor, pero empezaré con este. Lo hago porque quiero echarme un clavado a un tema que no me gusta dar en clase, pero estoy buscando la forma de disfrutarlo yo también. Qué mejor que con poemas que me gustan, disfruto y que me hacen sentir la poesía.

El texto teórico será El principio poético de Edgar Allan Poe. Utilizaré este porque explica muy bien la relación de la poesía con las artes, sobre todo con la música. Es claro, sencillo y es poético en sí mismo. Además maneja lenguaje accesible para los alumnos de preparatoria. Solo utilizaré un fragmento: las páginas 6 y 7 del siguiente enlace.

http://www.librodot.com/uploads/DVD/poe/eap21prip21.pdf


A manera de conclusión...

Sólo ahora que he pegado mis entradas, una a una, me doy cuenta de todo el trabajo que hemos hecho a lo largo del semestre. Sin duda, he aprendido, pero lo más importante de este seminario no fue lo que aprendí sino lo que tiré a la basura.

Yo siempre quise ser maestra y durante los primero años que lo fui no perdí los ánimos ni las ganas de crear ni de buscar  ni de saber más para compartirlo con mis alumnos, pero precisamente en este último año mis métodos no estaban funcionando con los nuevos grupos. Caí en actitudes desagradables, que a mí misma me molestaban de mis profesores. Me conformé y bloqueé mi creatividad. Me convertí en eso que odiaba y en eso que juré no ser.

Este seminario me mostró mis errores, (incluso ahora vienen a mí un par de lágrimas) que no había aceptado y que me estaban causando mucha frustración. No escuché a mis alumnos. No quería abrir las opciones, no me interesaba hacer amena mi clase. Y me topé con la pared. Me di cuenta de que estaba cansada de dar clases, de dar los mismos temas (sobre todo en redacción). Y aquí descubrí que el tema puede ser tan nuevo como yo quiera, porque no hay reglas, porque lo que quiero enseñarles a mis alumnos no es fijo ni inamovible ni se queda en la mente, sino que tiene que entrar hasta las vísceras, ¡gracias a todos los dioses!

Quiero agradecerles a mis compañeros porque sus experiencias me han enseñado mucho y me han mostrado todo aquello que, desde mi trinchera, no he visto. Gracias a la doctora Krauze por inyectarnos las ganas de ser mejores profesores y por no dejarnos olvidar que debemos estar en el lugar de deseamos, si no, no vale la pena.

Apenas estoy empezando a renovarme y a pulir mis herramientas. ¡Vamos por la segunda parte del curso!



[1] Ray Bradbury, Fahrenheit 451, Minotauro, México, 1995

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