Este ejercicio ya me lo había planteado un amigo en 1998. En ese entonces me encontraba frente a mi primer trabajo como maestra de Literatura del Bachilleres 10, de Santa Rosa 30. Cada día que pasaba me desesperaba, a la mayoría de mis alumnos no le gustaba leer y además el programa era extenso.
Mi amigo me dijo: sí, uno solo de tus estudiantes disfruta la lectura, ahí tendrá fruto tu labor.
Ahora a la distancia de 16 años, puedo comprende que la literatura no puede ser impuesta, que es un contagio gozoso.
Limpiando mis ideas; este curso me ha dado luz, en el camino del disfrute de la literatura, puedo contagiar mi alegría al leer, al ir avanzando en este mar de conocimientos que nos regalan los escritores. Y, sí; también enfrentar retos "La rosa amarilla", con su brevedad engañosa y la dificultad de entenderla. Ahora, me siento más angustiada ante el desafío de que mis alumnos se enamoren de la literatura.
- Actitud inconveniente: lo primero que sacaré de mi canasta será, seguir a pie juntillas los programas impuestos, pues aparte de ser ineficaces son otras veces inentendible para mí como maestra, y siempre me planteado ¿Por qué enseño esto?. ¿Cómo puedo exigírselo a mis alumnos? Mi actitud de sabelotodo no ayuda a los estudiantes a generar confianza para preguntar alguna duda.
- Reglas inoperantes: Bajar puntos o condicionar a los estudiantes por la ortografía, sin dar pie a lo que la Dra. Krauze nos invito con la deliciosa simpleza; "esta palabra no existe, como esta escrita".
- Dinámica contraproducente: Imponer la lectura de un único titulo en el grupo al mismo tiempo, he observado que esta forma promueve la copia, la búsqueda de trampas para cumplir con la obligación. Creo que se puede empezar con breves lecturas e ir avanzando en base al gusto de la lectura. Alguna ocasión unos jóvenes de Preparatoria comentaban que alguno de sus compañeros leían sólo el principio se saltaban páginas y ahí iban. Aunque alguno en su honestidad dijo: de los 12 libros que debíamos leer, sólo leí uno y se medio me gustó.
Entre los deshechos que ya no puedo seguir cargando en mi canasta es la imposición que lleva al distanciamiento de mis patitos a la literatura.
Gracias por todo.
Dalinda
Estoy de acuerdo, Dalinda. A veces, como maestros, vamos por el mundo imponiendo actividades y dejando que nos impongan programas que son obsoletos y que ya no nos sirven para nada. ¡Seamos incluyentes!
ResponderEliminarBien, sacas "ideas prestablecidas", dinámicas ineficaces, actitudes impuestas. Y pones ejemplos.
ResponderEliminarGracias por sus comentarios y reciba saludos de mis hijos
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