lunes, 10 de noviembre de 2014

SÉPTIMA PREGUNTA (Patricia Suárez)


La sobremesa...

Luego de reflexionar acerca de los objetivos de la literatura y de mis propios objetivos como docente, me di cuenta de que para mí, la literatura puede mover masas y cambiar el mundo, el propio, por lo menos, y que ya es ganancia. No supe qué escribir hasta el viernes pasado. La indignación, la tristeza y las ganas de vivir en un mejor lugar me arrastraron el sábado, en cuanto amaneció, a escribir lo que a continuación les comparto y que les leí a mis patitos.


Comunicado a quienes siguen vivos
Patricia Suárez

Al principio éramos menos de 10. Poco a poco se nos fueron uniendo algunos más, aquellos que siempre se quejaron y que nunca estuvieron conformes. Caminamos durante días sin rumbo fijo. Decidimos escondernos porque lo que habíamos iniciado sería grande aunque no sabíamos si para bien o para mal. Estábamos cansados, hambrientos pero qué importaba un puñado de nosotros si lográbamos mover masas. R era el informante, el que aún se mantenía en contacto con “las redes”. Gracias a él supimos de las movilizaciones, de las supuestas investigaciones, de nuestras familias. Muchas veces quisimos darnos por vencidos pero la avalancha que habíamos generado nos sobrepasó por mucho. Y seguimos. Por mal que lo estemos pasando, no nos hemos rendido. Es comprensible que unos pocos hayan preferido volver; quizás fue necesario para que el país albergara una esperanza por nosotros, aunque necesitaremos más que eso. México se sigue yendo a la chingada.
            No hay marcha atrás. Se nos ha buscado, se nos ha juzgado, pero no se nos escuchó nunca. ¿Para qué se nos da voz si nadie nos escucha? No importan las marchas, no importan las huelgas ni las denuncias porque no significamos nada mientras seamos personas: huesos, carne, vísceras en unidad. Hay que despedazarse para ganar atención. Pero no morimos. Un día saldremos de aquí; removeremos los huesos y las cenizas y marcharemos de nuevo, tal vez con otros nombres, tal vez con otras caras, pero con la frente en alto, para preguntar quién nos recuerda, quién no nos olvida y para encender la vaga memoria de la indignación.
            Estamos vivos aunque no seamos más nosotros. Iremos por las calles denunciando, nos levantaremos ante la injusticia, gritaremos ante la opresión, defenderemos nuestros derechos. Nos proclamaremos por la educación, por la libertad por la justicia y nos reuniremos por fin para tomar el control que nos pertenece y que unos pocos nos arrebataron. Ya no somos los que éramos porque ahora somos más. Estamos listos. ¿Ustedes lo están?
 
 
Conclusión: Sí, yo creo que la literatura es reflejo de la realidad, es filosofía, es pregunta, es corazón, es amor por lo que uno hace, es ficción y todo. Puedo decirles que dejé mucho de mí en este texto y que me desnudé ante los patitos. Eso lo fue lo más difícil. Exponerme, mostrarles que su maestra de Literatura o de Redacción también puede escribir y puede convertir sus denuncias y desesperanzas en literatura y que le apasiona hacerlo, por eso está frente a ellos. Les dije que les leería un pequeño cuento que yo había escrito. Lo leí ante dos grupos y obtuve dos respuestas muy diferentes. Los de quinto semestre dijeron que estaba "muy chido". Comenzaron a hablar de lo que ellos creían que trataba el cuento y de sus ganas por mejorar al país. Querían salir, gritar, se sentían con ganas de moverse y empezaron a organizarse por lo menos para mantenerse informados e informar a los demás grupos de la escuela. ¡Tomaron un papel activo! Los de tercer semestre no dijeron nada, pero mantuvieron un silencio que a mí misma me puso la piel "chinita". Estaban en shock. Una de las chicas me dijo: "Yo también a veces pienso por qué nadie nos escucha y por qué nadie nos hace caso". Lo bueno es que ahora saben que pueden escribir. Nadie habló de los personajes, de si estaba escrito en primera o segunda persona, si tenía faltas de ortografía (porque también lo vieron impreso). Nadie habló del narrador omnisciente ni del estilo del autor. Nadie habló de tecnicismos, pero sé que entré en ellos y que sembré algo. Eso es más que suficiente para mí. Mi clase de literatura no está dando frutos sino echando raíces. Gracias, doctora Krauze, porque sin este ejercicio tal vez no me hubiera animado a compartir lo que escribo, y fue una hermosa experiencia, de las mejores en mi vida docente (que todavía es muy corta).

2 comentarios:

  1. Muy interesante y emocionante experiencia. La letra escrita seguirá sirviendo para descubrir las injusticias, para denunciar los crímenes, para vencer al poder...porque creo que es lo que llegará a suceder.

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  2. Patricia, qué excelente experiencia, me conmueve mucho tu cambio de actitud como maestra y lo que has llegado a producir en tus alumnos, empatía y sentimientos con respecto al lenguaje, a la escritura y al papel que ésta tiene en la vida, en la sociedad. Me conmueve y me enriquece tu frase: no está dando frutos sino echando raíces... Gracias!

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