Trabajo final seminario Didáctica de
la Literatura
Patricia Suárez
PREGUNTA 1
¿A qué voy al mercado?
Voy a buscar lecturas que les puedan servir a mis alumnos en su
formación académica y que estén relacionadas con los temas que debo abordar
según el programa de la SEP. Sin embargo, no puedo quedarme solo en ese paso,
pues mi compromiso y mi vocación me hacen querer un poco más: lograr que los
adolescentes disfruten lo que leen y aprendan, casi sin darse cuenta, valiosas
lecciones no solo escolares sino de vida.
¿Cómo quiero hacerlo?
Pues en primer lugar, hurgando en mis plasmidios, en esos módulos de información que otras personas me legaron
y en los que yo creo que está contenida alguna realidad humana que quiero
transmitir. Es difícil elegir de entre lo que conozco, algo que —de acuerdo a
la edad y a los intereses de mis alumnos— pueda despertarles las ganas de leer
y de saber más.
Un libro que
llegó a mis manos cuando yo tenía la edad de ellos y que me cambió la vida fue Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Esta
pequeña novela me mostró la angustia de vivir en un mundo sin conocimiento, sin
información, sin sentimientos, sin ficciones... sin libros. Los bomberos que provocan
el fuego en lugar de apagarlo, el hecho de que quemen a las personas que no quieren
separarse de sus libros, el que los lectores sean perseguidos y vivan como
indigentes para pasar inadvertidos fueron sucesos que me aterraron. Y creo que
todo fue tan aterrador porque algunas de las cosas que pasan en el libro ya
pasaban en mis tiempos. Actualmente, la tecnología ofrece opciones que en aquel
momento yo creía muy lejanas, como estar platicando con alguien por medio de
una pantalla y el hecho de estar solo pero creer que se está acompañado, como
lo que sucede actualmente con las redes sociales.
PREGUNTA 2
Valores calóricos de Fahrneheit
451
Conocimiento del mundo. Es casi
irónico pensar que una novela nos ofrezca la posibilidad de un mundo ficticio
para que podamos reconocer el nuestro, donde vivimos. La primera vez que leí Fahrenheit 451 eso fue lo que más me
impresionó, porque si bien no era una copia de la cotidianidad ni de una parte
de la realidad, sí mostraba un presagio. Me impresionó el hecho de que la
tecnología hubiera desplazado al hombre y sus sentimientos. Cuando vi a mi
alrededor, me di cuenta de que eso estaba sucediendo, y eso que en aquel
entonces no estábamos tan enajenados como ahora con los teléfonos celulares.
Recuerdo las paredes de las casas que se describen en la novela: eran como
enormes pantallas de televisión por las que se comunicaba la gente o pasaban,
como ahora, series de entretenimiento. Actualmente, relaciono esto sí con la
televisión, pero también con el Internet, Facebook, Skype y todo lo que nos
permite la comunicación de manera remota. Ahora ese desplazamiento del hombre
me parece más cercano, por lo que creo que es necesario poner una alerta aunque
sea pequeña en los jóvenes.
Experiencia estética. En mi primer acercamiento con
la novela no me percaté de ningún valor estético, pero después pude ver que presentaba
un mundo catastrófico y que funcionaba a
manera de advertencia. Además, el autor lo plantea muy bien, pues como
protagonista eligió a un hombre cuya profesión es casi venerada actualmente. A
los bomberos la gente los admira porque arriesgan su vida por personas desconocidas.
Los niños desean ser como ellos porque son héroes. Entonces, Bradbury lanza una
especie de pregunta: ¿qué pasaría si los bomberos se dedicaran no a apagar el
fuego sino a provocarlo? No solo eso, ¿qué haríamos si aquello que quemaran
fueran los libros de todo el mundo solo por obedecer a un mandato político y
por mantenernos en la ignorancia? Y luego, ¿qué pasará cuando la gente deje de
interesarse por sus semejantes? Entendí que había en ese texto todo un
planteamiento social y filosófico.
Producto nuevo. Creo que funcionó muy bien el
hecho de que el autor manejara el efecto que Bertolt Brecht llamó, “efecto de
distanciamiento”, pues aunque sea un concepto acuñado para el teatro, en la
novela también se exploró (no sé si en la narrativa tenga otro nombre). Me
refiero a mostrar un mundo que parece absurdo pero en el cual encontramos
nuestra esencia humana y podemos reflexionar acerca de nuestro comportamiento.
El autor mismo pensó que se estaba adelantando a su tiempo y se dio cuenta de
que ese tiempo ya nos había alcanzado. “Mientras escribía Fahrenheit 451, pensé
que estaba hablando de un mundo que aparecería dentro de cuatro o cinco
décadas. Pero hace solo cuatro semanas, una noche en Beverly Hills, un hombre y
una mujer se cruzaron conmigo, paseando un perro. Me quedé mirándolos,
absolutamente estupefacto. La mujer llevaba en la mano un aparato de radio del
tamaño de un paquete de cigarrillos, con una antena que temblaba en el aire.
Unos alambritos de cobre salían del aparato y terminaban en un conito que la
mujer llevaba en la oreja derecha. Allí iba ella, ajena al hombre y al perro,
prestando atención a vientos y suspiros lejanos, a gritos de melodramas,
sonámbula, mientras el marido, que podía no haber estado allí, la ayudaba a
subir y bajar las aceras. Esto no era ficción, era un hecho nuevo en una
sociedad que está cambiando”. [1]
Revelación metafísica. No recuerdo
muy bien todas las sensaciones que experimenté aquella primera vez. Solo sé que
mientras la leía me angustiaba mucho y al terminarla sentí una esperanza, una
afirmación de que la literatura podía ser muy útil para el ser humano y que no
se le daba la importancia debida. También me asusté porque tuve una visión de
un mundo terrible, destruido, en el que no habría empatía ni compasión ni nada,
y desde ese momento quise hacer algo, poner mi grano de arena para que la gente
se reconciliara con sus sentimientos. Literalmente, me permití llorar y sentir.
Dejé de esconderme y de avergonzarme por lo que sentía porque al fin eso era
algo que no debíamos dejar de practicar.
PREGUNTA 3
¿Por
qué saborear estos textos?
Respecto a los textos de
Rulfo y de Borges voy a analizar uno por uno porque son muy diferentes.
“Macario” es un cuento que
leí en la infancia y en la adolescencia y ahora lo he leído varias veces más.
Cada una de esas lecturas me ha aportado elementos diversos, que no había visto
en cada vez anterior. Entonces, debo decir que esa es la primera razón por la
que creo que debemos leer este texto.
De manera teórica, creo
que tiene que ver con lo que dice Aristóteles, pues nos muestra una copia de la
realidad. En este caso, la copia sí se parece mucho a una realidad conocida,
debido al lenguaje que utiliza Rulfo. En todos sus cuentos plantea el punto de
vista de su personaje-narrador y lo respeta hasta el final. En este cuento uno
puede ver la inocencia del niño y cuál es su perspectiva sobre temas que a muchas
personas no nos parecen tan normales. Sí lo considero, como dice Schelling,
como un documento artístico de la realidad y me remonta a una realidad del
México de provincia, no hace tantos años. De hecho, creo que se parece a la
realidad de muchos lugares actualmente.
Por otro lado, también atiende a lo que dice
Heidegger, porque en el cuento se ve toda una historia de la cultura mexicana
matriarcal. Se dejan ver ideas religiosas, morales. Podemos saber mucho acerca
de las costumbres del pueblo en que vive Macario gracias a la narración.
Además, nos permite deducir el estado del personaje. Por ejemplo: él nunca dice
que tenga alguna enfermedad mental, pero por su comportamiento, nosotros
podemos deducirlo. El personaje-Ser nos cuenta su verdad y solo eso.
De acuerdo con lo que dice
Gilson, esta obra es un objeto nuevo y, fuera de expresar sentimientos, los
provoca, puesto que Macario pocas veces hace grandes descripciones de lo que
está sintiendo, pero toda su visión está acomodada de tal manera que a
nosotros, lectores, nos hace pasar de una emoción a otra. Además, no nos ponemos a pensar si la historia
es la de un niño real o no, sino que entramos en la ficción y nos dejamos
afectar por lo que leemos. Por eso mismo también tiene que ver con lo que dice
Ingarden, pues el cuento no nos describe ni lugares ni emociones y a pesar de
todo, si nos puede hacer sentir lo temible y lo sublime.
En el texto de Borges los
elementos no fueron tan claros y, como era un texto que no conocía, me fue muy
difícil entrar en él. Primero, no creo que sea una representación ni copia de
la realidad. Por el contrario sí veo una gran construcción del lenguaje para
expresar ideas y conocimientos, pues el texto tiene varias referencias a otros
autores, que es necesario aclarar para poder entender un poco más a qué se
refiere.
Es un texto muy bien estructurado
en cuanto al lenguaje, la sintaxis, el tipo de referencias que utiliza. Según
Schelling este texto puede ser mucho más un documento de conocimiento, no solo
por ser un producto nuevo sino que tiene en su esencia otros pequeños
documentos que el autor quiere compartirnos.
También, de acuerdo con
Heidegger, es un testimonio de un mundo histórico y cultural, pues reúne muchos
elementos de la literatura universal y que han sido canónicos para desarrollar
un discurso, que une a esos autores de diferentes tiempos.
De acuerdo con Bergson,
esta obra también nos muestra una intuición metafísica que se relaciona con el
momento de la muerte y que permite al poeta ver más allá, lo que no es visible
para los ojos: incluso se pregunta si otros autores, en su momento, llegaron a
esa misma verdad que a él se le acaba de revelar.
En este texto se muestra
de manera más clara la ausencia de descripciones de sentimientos y se basa más
en ideas. Por último, creo que lo que sucede en el texto es un ejemplo de lo
que dice Platón, respecto a que hay cosas que por más que se enuncien y se
describan no pueden expresarse, porque es imposible expresar todo lo que le
provoca a alguien una sola imagen.
En conclusión, son dos
textos muy distintos, pero importantes cada uno desde su trinchera. Mientras
que el de Rulfo, nos invita a pasar de inmediato, el de Borges nos pone ciertas
condiciones que hay que cumplir para empezar a comprender.
PREGUNTA 4
¿Qué
es una palabra y qué hace?
Fábrica del ser
Fábrica del hacer
Ni aquella tarde ni la otra murió el ilustre Giambattista Marino,
que las bocas unánimes
de la Fama (para usar una imagen que le fue cara) proclamaron el nuevo Homero y el nuevo Dante, pero el hecho inmóvil y silencioso que entonces ocurrió fue en verdad el último de su vida. Colmado de años y de gloria, el hombre se moría en un vasto lecho español de columnas labradas. Nada cuesta imaginar a unos pasos un sereno balcón que mira al poniente y, más abajo, mármoles y laureles y un jardín que duplica sus graderías en un agua rectangular. Una mujer ha puesto en una copa una rosa amarilla; el hombre murmura los versos inevitables que a
él mismo, para hablar
con sinceridad, ya
lo hastían un poco:
Púrpura del jardín, pompo del prado,
gema de primavera, ojo de abril...
Entonces ocurrió la revelación. Marino vio la rosa, como Adán pudo verla en el Paraíso, y sintió que ella estaba en su eternidad y no en sus palabras y que podemos mencionar o aludir pero no expresar y que los altos y soberbios volúmenes que formaban un ángulo de la sala en la penumbra de oro no eran (como su vanidad soñó) un espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo.
Esta iluminación alcanzó Marino en la víspera de su muerte, y Homero y Dante acaso la alcanzaron también.
Nuevo
texto
Las bocas unánimes de la
Fama
proclamaron al nuevo
Homero y al nuevo Dante
en un hecho inmóvil y
silencioso,
el último de su vida, de
años de gloria.
El hombre moría en su
vasto lecho español.
Columnas labradas, balcón
que mira al poniente,
mármoles y laureles,
jardines, graderías, mujer,
rosa amarilla de versos
inevitables.
Gema, primavera,
revelación,
como Adán en el Paraíso,
eternidad de palabras.
Estaba la sala en penumbra
de oro,
vanidad, espejo, cosa agregada
al mundo,
y Marino en la víspera de
la iluminación.
PREGUNTA 5
Jugando con el rey, la reina, las doncellas y los pajecitos
Elección
de textos:
El sentido del mundo está en caminar, en el movimiento, en el cambio: fue hecho sólo para deslizarse en instantes irrecuperables, para nacer y morir en un parpadeo. En cambio la literatura, falaz remedo de la memoria, está paralítica; formada a base de insatisfacciones, no resucita a nadie. Como el amor, desde el inicio está condenada al fracaso. Lástima que lo descubriera tan tarde; ahora, aun sabiendo que es inútil, que por ella me condeno, no logro evitarla. Te escribo porque he decidido lanzarme al vacío: al menos en este caso no me atrapa la inercia. Será el único acto digno de mi vida: despeñarme libremente, arrostrando la responsabilidad. Lo peor es que te escribo y ni siquiera sé si te conozco. ¿Te amé? ¿A quién amamos? No a las personas, sin duda, sino a sus imágenes. Las nebulosas siluetas que hacemos de ellas: a sus residuos.
A pesar del oscuro silencio
Jorge
Volpi
Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.
Amar es
aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.
Amar es percibir, cuando te ausentas,
tu perfume en el aire que respiro,
y contemplar la estrella en que te alejas
cuando cierro la puerta de la noche.
“Amor”
Salvador Novo
Nuevo texto (combinación de ser de
Volpi y hacer de Novo)
Amar es movimiento,
cambio,
instantes irrecuperables.
Recordar es sentir en un
parpadeo
el falaz remedo de la
literatura
Amar es aguardarte
en una memoria paralítica,
a base de
insatisfacciones,
entre el inicio y el
fracaso
Si fueras aquel vacío
inútil
en el único acto digno de
mi vida,
que estemos solos entre
personas,
imágenes, dudas, nebulosas
siluetas.
Amar es percibir tu
inercia
tu respiro, lástima y
sentido.
Es contemplar lo peor del
mundo
cuando te alejas y cierro
mis residuos.
Conclusión: en ambos
textos está muy bien equilibrado el ser y el hacer. Pareciera que ni el rey ni
la reina quieren ceder el mando ni se dejan mandar. Sin embargo, ya contando de
manera más exacta, en ambos textos ganó el ser, el rey. En el de Jorge Volpi
hay 40 rojos y 32 azules; en el de Novo, 20 rojos y 19 azules. Quizá porque
ambos son poéticos importan más las definiciones del amor, de los sentimientos,
de la literatura. Me parece que es un acierto este casi equilibrio porque hace
que los textos se conformen de todos los elementos de la lengua y que sean
ricos en sus contenidos. Ambos autores eligen muy bien las palabras precisas y
no hay exceso de ninguna categoría.
*Solo elegí las palabras,
las escribí en un papel como si fueran lluvia de ideas y las fui combinando. Al
final, leí el texto y tuve que agregar
algunas doncellas y pajecitos para que fuera un poco más musical.
PREGUNTA 6
Práctica con alumnos de preparatoria
Aproveché que acababa de aplicar un examen de acentuación (con reglas y
todo). En ese examen puse un párrafo al cual ellos debían colocar los acentos
correspondientes. La mayoría lo tuvo mal palabras. Yo no había caído en la
cuenta de que les estaba pidiendo que colocaran solo un signo, y que para ellos
ese signo resulta ajeno a las palabras. Fuera de enseñarles a acentuar
correctamente, les estaba enseñando a separar la tilde de la letra y de la
palabra.
En
la corrección del examen les dije que nos tardaríamos más que lo acostumbrado,
pero que experimentaríamos una forma diferente de aprender (ellos y yo). Cada
uno de ellos pasó al pizarrón a escribir cada una de las oraciones de las
cuales se componía el párrafo. Una vez que terminaba cada alumno, los ponía a
leer a todos en coro. Cuando llegaban a una palabra, cuyo acento no era
correcto, le decía. ¡Alto, ahí no dice eso! E íbamos corrigiendo entre todos.
Una vez que el párrafo estuvo correcto, les dije que lo copiaran palabra por
palabra. Me tomé el tiempo de ir pasando a sus lugares a revisar. Les decía que
pusieran atención en todo lo que componía cada palabra, lo cual ya estaba en el
pizarrón. No faltó quien volvió a cometer los mismos errores. Les pedí que
intercambiaran los cuadernos y que revisaran, palabra por palabra, lo que sus
compañeros habían escrito. Posteriormente, les señalarían amablemente las
palabras que estaban mal escritas pero no les harían ninguna corrección. Al
devolver el cuaderno a los dueños, ellos debían copiar nuevamente el párrafo
completo, tratando de corregir sus errores.
En
general, la segunda vez que copiaron se erradicaron los errores. Les dije que
leyeran una vez más, para sí, el párrafo que habían escrito, el que ya estaba
correcto y que buscaran en el diccionario todas las palabras que no entendían.
El
siguiente día les dije que aquellas palabras, cuya definición habían buscado
las utilizaran en una oración. Volvieron a leer el párrafo. Antes de terminar
la clase. Les dije que les haría un dictado de oraciones, el cual preparé con
palabras que estaban en el texto.
Al
calificar me di cuenta de que los resultados fueron buenos. La mayoría obtuvo 7
u 8, aciertos de 10, calificaciones que no habían obtenido en ningún otro
ejercicio. Creo que se familiarizaron con nuevas palabras, pues están
acostumbrados a ver todo mal escrito. Su primera referencia de texto son las
redes sociales.
Al
día siguiente repetí el ejercicio, ahora con un párrafo más corto que ya
habíamos utilizado otro día para practicar los usos de la b y v. Hoy les dije que
ellos construyeran oraciones utilizando palabras de ambos textos, para que no
olviden el de la semana anterior. A muchos les fue muy bien. Todos presentaron
algún error, pero ahora yo solo les señalaba la oración que tenía el error y les
decía que buscaran en su texto, el que estaba correcto cómo se escribía. Ellos
solos podían hacer sus correcciones.
Mañana
les haré el dictado con oraciones en las que se mezclen palabras de ambos
textos. A ver cómo nos va. Le cuento el miércoles.
Primera conclusión: uno de los problemas mayores que observé fue la falta de atención de
los alumnos a lo que están haciendo, incluso cuando copian algo. Se distraen
fácilmente y eso hace que no completen las ideas ni las palabras. El martes
pasado, después de mi clase tenían un receso de 20 minutos que aprovechan
siempre para comer. Estaban a la mitad de la segunda copia del texto cuando
sonó el timbre. Me dijeron que si podían salir al descanso. Les dije: “Sí,
pueden, pero si interrumpen su párrafo ahora, el ejercicio quedará incompleto y
habremos perdido una hora de nuestro tiempo. Ustedes decídanlo”. Se quedaron
sin replicar. Al final, les di cinco minutos más después del toque para que
terminaran sus alimentos y regresaron a la clase con más ganas. ¡Eso fue
revelador para mí!
PREGUNTA 7
¿Puedes escribir el texto más bello del
mundo?
Luego de reflexionar acerca de los objetivos de la literatura y de mis propios objetivos como docente, me di cuenta de que para mí, la literatura puede mover masas y cambiar el mundo, el propio, por lo menos, y que ya es ganancia. No supe qué escribir hasta el viernes pasado. La indignación, la tristeza y las ganas de vivir en un mejor lugar me arrastraron el sábado, en cuanto amaneció, a escribir lo que a continuación les comparto y que les leí a mis patitos.
Luego de reflexionar acerca de los objetivos de la literatura y de mis propios objetivos como docente, me di cuenta de que para mí, la literatura puede mover masas y cambiar el mundo, el propio, por lo menos, y que ya es ganancia. No supe qué escribir hasta el viernes pasado. La indignación, la tristeza y las ganas de vivir en un mejor lugar me arrastraron el sábado, en cuanto amaneció, a escribir lo que a continuación les comparto y que les leí a mis patitos.
Comunicado a quienes siguen vivos
Patricia Suárez
Al principio éramos menos de 10. Poco a poco se nos fueron uniendo
algunos más, aquellos que siempre se quejaron y que nunca estuvieron conformes.
Caminamos durante días sin rumbo fijo. Decidimos escondernos porque lo que
habíamos iniciado sería grande aunque no sabíamos si para bien o para mal.
Estábamos cansados, hambrientos pero qué importaba un puñado de nosotros si
lográbamos mover masas. R era el informante, el que aún se mantenía en contacto
con “las redes”. Gracias a él supimos de las movilizaciones, de las supuestas
investigaciones, de nuestras familias. Muchas veces quisimos darnos por
vencidos pero la avalancha que habíamos generado nos sobrepasó por mucho. Y
seguimos. Por mal que lo estemos pasando, no nos hemos rendido. Es comprensible
que unos pocos hayan preferido volver; quizás fue necesario para que el país
albergara una esperanza por nosotros, aunque necesitaremos más que eso. México
se sigue yendo a la chingada.
No
hay marcha atrás. Se nos ha buscado, se nos ha juzgado, pero no se nos escuchó
nunca. ¿Para qué se nos da voz si nadie nos escucha? No importan las marchas,
no importan las huelgas ni las denuncias porque no significamos nada mientras
seamos personas: huesos, carne, vísceras en unidad. Hay que despedazarse para
ganar atención. Pero no morimos. Un día saldremos de aquí; removeremos los
huesos y las cenizas y marcharemos de nuevo, tal vez con otros nombres, tal vez
con otras caras, pero con la frente en alto, para preguntar quién nos recuerda,
quién no nos olvida y para encender la vaga memoria de la indignación.
Estamos
vivos aunque no seamos más nosotros. Iremos por las calles denunciando, nos
levantaremos ante la injusticia, gritaremos ante la opresión, defenderemos
nuestros derechos. Nos proclamaremos por la educación, por la libertad por la
justicia y nos reuniremos por fin para tomar el control que nos pertenece y que
unos pocos nos arrebataron. Ya no somos los que éramos porque ahora somos más.
Estamos listos. ¿Ustedes lo están?
Conclusión: Sí,
yo creo que la literatura es reflejo de la realidad, es filosofía, es pregunta,
es corazón, es amor por lo que uno hace, es ficción y todo. Puedo decirles que
dejé mucho de mí en este texto y que me desnudé ante los patitos. Eso lo fue lo
más difícil. Exponerme, mostrarles que su maestra de Literatura o de Redacción
también puede escribir y puede convertir sus denuncias y desesperanzas en
literatura y que le apasiona hacerlo, por eso está frente a ellos. Les dije que
les leería un pequeño cuento que yo había escrito. Lo leí ante dos grupos y
obtuve dos respuestas muy diferentes. Los de quinto semestre dijeron que estaba
“muy chido”. Comenzaron a hablar de lo que ellos creían que trataba el cuento y
de sus ganas por mejorar al país. Querían salir, gritar, se sentían con ganas
de moverse y empezaron a organizarse por lo menos para mantenerse
informados e informar a los demás grupos de la escuela. ¡Tomaron un
papel activo! Los de tercer semestre no dijeron nada, pero mantuvieron un
silencio que a mí misma me puso la piel “chinita”. Estaban en shock. Una de las
chicas me dijo: “Yo también a veces pienso por qué nadie nos escucha y por qué
nadie nos hace caso”. Lo bueno es que ahora saben que pueden escribir. Nadie
habló de los personajes, de si estaba escrito en primera o segunda persona, si
tenía faltas de ortografía (porque también lo vieron impreso). Nadie habló del
narrador omnisciente ni del estilo del autor. Nadie habló de tecnicismos, pero
sé que entré en ellos y que sembré algo. Eso es más que suficiente para
mí. Mi clase de literatura no está dando frutos sino echando raíces. Gracias,
doctora Krauze, porque sin este ejercicio tal vez no me hubiera animado a
compartir lo que escribo, y fue una hermosa experiencia, de las mejores en mi
vida docente (que todavía es muy corta).
PREGUNTA
8
¿Qué voy a sacar de mi canasta?
Hice mi reflexión acerca de lo que debo sacar de la canasta. Saqué muchas conclusiones de todo lo que hemos hablado durante las sesiones del seminario y se me ocurrió formularlas como mandamientos. A ver si funcionan, porque aprendí y divertí mucho haciéndolos. Cada uno de los mandamientos obedece a un elemento de la lista de actitudes y prácticas que debo sacar de la canasta.
Hice mi reflexión acerca de lo que debo sacar de la canasta. Saqué muchas conclusiones de todo lo que hemos hablado durante las sesiones del seminario y se me ocurrió formularlas como mandamientos. A ver si funcionan, porque aprendí y divertí mucho haciéndolos. Cada uno de los mandamientos obedece a un elemento de la lista de actitudes y prácticas que debo sacar de la canasta.
11
mandamientos para el profesor de literatura
1. Amarás
tu profesión como a ti mismo. Si tu deseo y objetivo más importante no es
enseñar literatura, no lo hagas.
La vocación es fundamental para ejercer cualquier
carrera. Ser profesor se parece a ser médico, pues tenemos el futuro de mucha
gente entre las manos. Nosotros podemos hacer que un alumno ame nuestra materia
o que quede vacunado contra ella para siempre. Y no solo eso, recordemos que la
Literatura es una puerta, son muchas puertas hacia mundos, experiencias,
personas, reales o ficticias, que podemos conocer desde nuestro sillón. Cerrar
esas puertas es cerrarnos a infinitas posibilidades de vida. El primer paso es
amar y disfrutar lo que hacemos para transmitirlo. Hay que reflexionar si realmente
estamos donde queremos, pues el disfrute o frustración del maestro será
directamente proporcional al aprovechamiento del alumno.
2. Antes
que todo, eres humano y puedes equivocarte.
Que esto sea una opción no un pretexto frecuente. Hay
que preparar la clase y resolver nuestras propias dudas antes de abordar un
tema.
Si bien no podemos saberlo todo ni sabemos qué pregunta se les va a
ocurrir a los alumnos, es necesario estar preparados y no dar por hecho que ya
sabemos la totalidad del tema que supuestamente vamos a enseñar. Una cosa es
reconocer, en un momento dado, que no tenemos una respuesta pero que vamos a
buscarla y otra mandar al alumno a investigar temas que nosotros mismos no
conocemos ni preparamos. A veces, cuando los temas son muchos o muy complejos
nos vemos tentados a recurrir a la famosa exposición
para evitar preparar clases, pero no somos capaces de redondear el tema que
está dando el alumno ni de responder a sus preguntas ni de señalar cuando hay
algún error en la información.
3. No
subestimarás las capacidades de tus alumnos.
Cuando uno, como profesor de literatura propone las
lecturas para un ciclo determinado, no falta que algún compañero de área nos
diga que no estamos haciendo una elección adecuada. Se tiene la idea de que hay
autores muy complejos que los alumnos no deben leer porque no los van a
entender. Lo primero que hay que pensar es ¿hay
algo importante que quiero que ellos vean en ese texto?, ¿yo qué entiendo?,
¿puedo ayudarlos a que comprendan esa parte del texto? La lectura guiada es
algo que pocas veces se practica en la educación de hoy por la “falta de
tiempo”. Debemos pensar qué es más importante: embarrar un poco de todo en los
alumnos o afianzar y profundizar en algunos temas esenciales. Claro, esto
requiere compromiso y trabajo extra de preparación del maestro, trabajo que,
por cierto, no nos pagan. Por eso volvemos al punto número uno: ¿estás en ese
trabajo solo para obtener un sueldo o porque realmente quieres hacer algo por
los alumnos, por la sociedad, por el país? En mi caso, he leído con mis alumnos
del primer año de bachillerato ensayos de Octavio Paz, y tal vez no hayamos
entendido por completo los conceptos y la filosofía profunda que maneja el
autor, pero leerlo con ellos, comentarlo, enojarnos por nuestra ideología
mexicana arraigada, buscar todo aquello que no comprendíamos, preguntar a otras
personas, ver en las caras de mis alumnos el deseo de mejorar su propia vida y
aprendizaje, no tiene precio. Fue un ejercicio que me llevó semanas, ya no recuerdo
cuántas, pero es de los que más han valido la pena en mi carrera docente. Por
supuesto que seguiré haciéndolo.
4. No reflejarás tu propia apatía en tus alumnos.
Es muy cansado dar cinco (o
más) veces al día la misma clase. Más cansado aún es dar la misma asignatura
durante años y años. Uno comienza a sentirse repetitivo y todo se torna
tedioso. Como no todos los profesores tenemos derecho a tomar años sabáticos
tenemos que recurrir a otras estrategias. Si eres casado, ¿qué haces luego de
despertar durante años al lado de la misma persona? ¿Te aburres y dejas que el
tedio y la costumbre se apoderen de tu relación y la destruyan o buscas
actividades diferentes que les den nuevos bríos a ambas partes? Sin duda, la segunda opción es más sana para
todos. Con los alumnos es igual: hay que buscar otras formas de enseñar lo
mismo. En el caso de la literatura tenemos ventajas: hay miles de textos en los
que podemos explicar muchos temas diferentes: en estilo, en lenguaje, en
retórica, en estructura. Pero hay que buscar y actualizarse todo el tiempo. La
pasión por lo nuevo es nuestra mejor aliada en este punto.
5. No
reflejarás tus deseos ni tus gustos personales en tus alumnos.
Por un lado, los maestros llegamos con un objetivo al
inicio de cualquier curso. Algunos compañeros me han dicho que su mayor
objetivo es que el alumno aprenda, pero ¿qué queremos que aprenda? En nuestro
caso, queremos que aprenda a leer, a escribir, y lo llenamos de reglas, como si
la literatura fuera un recetario. Es necesario escuchar al grupo al que nos
dirigimos y conocer también sus expectativas de la clase, pues si no, corremos
el riesgo de estar buscando cosas opuestas. A veces, los alumnos tienen el
deseo de que después de cursar la materia de Literatura les guste leer o encuentren
un camino por el cual les sea más sencillo familiarizarse con la lectura. ¿Y
qué hacemos nosotros? Ponerlos a leer La
Iliada completita, para que se frustren porque no entendieron nada. En la
medida de lo posible, podríamos hacer converger nuestros gustos con los de
ellos. A mí me funcionan muy bien artículos que hablen de redes sociales,
futbol, cuentos de terror, para que empiecen a leer. El objetivo no es lograr
que el alumno lea 20 minutos al día, sino que encuentre el gusto por lo que
lee, que lo disfrute, que no lo haga porque tiene que hacerlo, que encuentre su
propio camino.
6. No te
pelearás con las nuevas tecnologías de información, sino que las harás tus
aliadas en tanto sea posible.
Por muchas reglas que pongan las escuelas para
evitar el uso de teléfonos celulares, tabletas, etcétera, los alumnos siempre
se las ingeniarán para introducirlos a la escuela y para sacarlos a la hora de
clases. Sí, podemos tomar unos minutos para recoger dichos aparatos y
mantenerlos fuera del alcance de los alumnos, pero también podemos dedicar un
día a trabajar con ellos. Hay muchas formas, muchas aplicaciones que podemos
usar, desde diccionarios hasta juegos. Incluso si les dejamos leer algún cuento
que esté en internet podemos permitir que lo lean en sus tabletas o que hagan
sus apuntes en blocks de notas electrónicos. Es esencial ayudarlos a distinguir
cuáles fuentes en internet son fidedignas y cuáles no. Yo utilizo también el
correo electrónico, los blogs y los
grupos de Facebook para determinados ejercicios. Además, la ventaja es que los
autores de los textos que se comparten en las redes tienen una respuesta casi
inmediata y eso hace posible una opinión más variada en puntos de vista, pues
no solo yo expreso mi opinión, sino todas las personas del grupo.
7. Serás
maestro, cuentacuentos, actor, cómico, artista, lo que sea necesario para que
tu mensaje sea claro y agradable.
No tenemos la obligación de hacer circo, maroma y
teatro para entretener a los alumnos, pero sí podemos divertirnos y hacer que
ellos se diviertan para quitarle solemnidad a algunos temas que son áridos,
sobre todo los que tienen que ver con ortografía, sintaxis, etcétera. Hay que
inventar juegos y cambiar estrategias para mantener fresca la lección. Por
ejemplo, el juego que nos propuso la maestra Krauze de convertir las categorías
gramaticales en rey, reina, doncellas y pajecitos. Yo a veces hago juegos en
equipo y les pongo un papel a cada alumno: uno es el sujeto, otro es el verbo,
otro el complemento directo y así sucesivamente. Pongo oraciones en el pizarrón
y ellos se acomodan y se numeran según el lugar en que aparece su elemento. Así
van comprendiendo que hay elementos que pueden cambiar de lugar y no se altera
nada, pero hay otros que se ven muy extraños en un lugar que no es el suyo. En
fin, hay tantas dinámicas como imaginación tenga el maestro.
8. Dejarás
las listas de reglas para la escritura en un baúl y les darás la llave a tus
alumnos. Cuando ellos las necesiten, las encontrarán.
Es inútil empezar por la regla. En general, los
alumnos pueden memorizar las reglas en cinco minutos; el problema es que no
tienen idea de cómo aplicarlas y muchos de ellos no están familiarizados con
textos bien escritos. Si nosotros nos casamos con la idea de que las reglas
resolverán todo, estamos cayendo en un absurdo, pues muchos de nosotros
conocemos las reglas, pero todavía se nos va una que otra falta de ortografía.
Entonces, ¿dónde está el problema
Me he dado cuenta de que a veces, los alumnos ni siquiera escuchan la
sílaba tónica en las palabras, por ejemplo. Ahí se arruinaron las reglas y ya
no les sirven para nada. Lo mejor es empezar a familiarizarlos con palabras,
oraciones, párrafos, textos con sentido completo y no aislar las palabras ni
las grafías.
9. Dirás no
a la regurgitación.
O, como diría mi abuela, “no les des todo peladito
y en la boca”. Los alumnos no son tontos. Actualmente, ellos cuentan con muchas
fuentes de información para consultar, incluso a veces muchas más que los
profesores. ¿Qué hacemos nosotros? ¿Qué tenemos nosotros que ellos no tienen? Experiencia,
años, aunque suene muy elemental. Podemos, como yo les digo, “ayudarlos a parir
sus ideas”, pero ideas y conclusiones que ellos mismos saquen respecto de un
tema. ¿Cómo? Dirigiéndolos, cuestionándolos, preguntándoles desde lo más
elemental hasta lo más profundo. Nos sorprenderemos de sus respuestas. Por
ejemplo, yo sé qué es un cuento, pero me es extremadamente difícil definirlo.
Conozco muchos cuentos, así que les propongo leerlos: uno de Poe, uno de
Maupassant, uno de Márquez, uno de Cortázar, uno de Rulfo, uno de Pacheco,
etcétera. Hablamos de ellos, de lo que les gustó y lo que no. A manera de
charla, me van hablando de los personajes, del ambiente, del conflicto. Y al
final, entre ellos y yo hacemos una lluvia de ideas acerca de qué tienen en
común esos textos a los que todo el mundo llama cuentos. Redactamos un pequeño ensayo y hasta hacemos teoría
literaria. Si yo les dijera: “escriban un ensayo acerca del cuento con sus
ejemplos”, sin haber leído y analizado por lo menos uno, no obtendría
resultados. ¿De qué nos sirve que ellos reciten de memoria las características
de los géneros literarios si no les significan nada?
10. No
olvidarás que tú eres el maestro.
Finalmente, hay que recordar que somos una figura
de autoridad. Con el fin de acercar a los alumnos a este mundo maravilloso que
es la Literatura, a veces nos convertimos en el maestro barco, el buena onda, con
el que nada más nos la pasamos platicando.
Y no es que sea malo, pero es necesario ejercer la autoridad, lo cual también
puede hacerse en buena onda. No
olvidemos que quienes evaluamos somos nosotros y que eso también es una gran
responsabilidad. No estamos para cumplir caprichos de nadie. Se aceptan
sugerencias, pero no imposiciones ni berrinches. Por ejemplo, nunca falta el
alumno al que le gusta leer, pero no hace las lecturas que se dejan para la
clase sino que anda entretenido con la zaga de moda. Al final, vendrá a llorar
y a decir él lee, pero que el profesor debe entender su espíritu rebelde de no
leer lo que le imponen. Si nuestro objetivo es que lean, ¿diremos que él tiene
razón porque ya se cumplió la meta? ¿Queremos que lea sin que nos importe qué?
Creo que no, pues además de enseñar Literatura, nosotros estamos participando
en la formación personal, humana de ese alumno y si nos rendimos ante sus
argumentos, estaremos dándole una lección dañina para él: haz lo que te dé la
gana y luego lo resuelves rogando y llorando. Seamos congruentes, porque esa es
una de las bases que está perdiendo nuestra educación.
11.
Respetarás a tu alumno.
No exhibas los errores del alumno; antes bien,
ayúdalo a corregirlos. No lo obligues a leer sus textos en público si él no
quiere. No olvides que estás tratando con personas, que tienen sentimientos y
que, sobre todo en las etapas de la adolescencia, ellos están formando su
carácter. Cualquier comentario, por insignificante que parezca, puede
repercutir en su personalidad. No lo ofendas, no lo humilles, y sé recíproco.
Si quieres respeto, respétalos. Si quieres que todos compartan sus escritos,
comparte también los tuyos. Si quieres que no cometan faltas de ortografía, no
las cometas tú. Si quieres que estudien y corrijan sus errores, corrige también
los tuyos. Si quieres ayudar en su formación y que sean mejores personas en la
sociedad, empieza por ser un buen maestro para ellos.
PREGUNTA 9
1.
¿Qué voy a meter a mi canasta?
a) Actitudes nuevas que
adquirí en el seminario. Por ejemplo, el deseo de transmitir aquello que a mí
me apasiona y conservar siempre el gusto por lo que hago.
b) Meto a mi canasta mis plasmidios en orden de importancia y
con la esperanza de compartirlos todos, pero sin olvidar que mi propósito no es
la cantidad sino la calidad:
*Fahrenheit 451 de Ray Bradbury
* “Los hijos de la
Malinche” de Octavio Paz
* “Amor” de Salvador Novo
* A pesar del oscuro silencio de Jorge Volpi
* “Macario” de Juan Rulfo
* “La noche boca arriba”
de Julio Cortázar
d) Revisar textos teóricos
que vimos en el seminario y que más me interesaron (Heidegger, Bergson,
Bachelard, Ingarden, Maritain) y la pertinencia de utilizar otros (Alfonso
Reyes, Fernando Lázaro Carreter, Edgar Allan Poe, Norma Román Calvo). Es decir,
meto a mi canasta soportes teóricos para que la formación literaria de los
alumnos sea integral.
e) Nuevas formas de abordar
la gramática, la ortografía y la sintaxis, algunas ya probadas en clase con los
alumnos. No olvidar nunca el principio de renovación y de escuchar, ante todo,
al grupo. Meto a la canasta el juego del rey y la reina, la regla de decir NO a
las reglas y de no criminalizar las faltas de ortografía sino ayudar a que se
resuelva el problema.
f) Meto también a mi
canasta mis mandamientos para que yo no olvide todas las actitudes aprendí y
desprendí por el bien de mis alumnos y el mío.
2.
Narrar un primer día de clases.
Mi primer día de clases el
próximo semestre en la materia de Literatura comenzará por la poesía. No voy a
cambiar de grupo. Quizás solamente se agreguen algunos alumnos, pero a la
mayoría ya los conozco y ya he trabajado con ellos. Sin embargo será el primer
día del semestre de Literatura II.
Llegaré con una sonrisa y
saludaré a los alumnos que ya conozco. Permitiré a los nuevos que se presenten
y les preguntaré sus experiencias con la literatura. A todos les preguntaré sus
expectativas acerca de la clase. ¿Qué creen que va a pasar y qué esperan que
pase? Pondré mucha atención para escuchar qué quieren obtener en su paso por la
literatura. Después les preguntaré si conocen algo de poesía o a qué autores
conocen. Solo para darme una idea, porque tengo la ligera impresión de que este
es un género un poco abandonado y al que, incluso los maestros, le tenemos
miedo.
Luego, les pediré que se
pongan cómodos, que no escriban nada, que cierren los ojos y sólo escuchen. Les
voy a leer Horal de Jaime Sabines.
Les pediré que escuchen los sonidos de las palabras y el ritmo de la lectura.
Leeré de nuevo.
Les pediré que escriban
una canción que recuerden. Esto con el objetivo de que relacionen la poesía con
la música, algo que sí es cotidiano para ellos.
3.
Elección de material bibliográfico
Los textos de mi elección (ligando
la actividad de la primera la clase, que acabo de describir) serán “Horal” de
Jaime Sabines, porque me parece que muestra muchos elementos de la poesía que
se pueden explicar y ejemplificar muy bien: la brevedad, el cuidado de cada
palabra que se pone en el poema, la musicalidad, el ritmo, el juego de palabras,
la rima, los tropos, los recursos retóricos, etcétera. También utilizaré otros
poemas del mismo autor, pero empezaré con este. Lo hago porque quiero echarme
un clavado a un tema que no me gusta dar en clase, pero estoy buscando la forma
de disfrutarlo yo también. Qué mejor que con poemas que me gustan, disfruto y
que me hacen sentir la poesía.
El texto teórico será El principio poético de Edgar Allan Poe.
Utilizaré este porque explica muy bien la relación de la poesía con las artes,
sobre todo con la música. Es claro, sencillo y es poético en sí mismo. Además
maneja lenguaje accesible para los alumnos de preparatoria. Solo utilizaré un
fragmento: las páginas 6 y 7 del siguiente enlace.
http://www.librodot.com/uploads/DVD/poe/eap21prip21.pdf
A
manera de conclusión...
Sólo ahora que he pegado
mis entradas, una a una, me doy
cuenta de todo el trabajo que hemos hecho a lo largo del semestre. Sin duda, he
aprendido, pero lo más importante de este seminario no fue lo que aprendí sino
lo que tiré a la basura.
Yo siempre quise ser
maestra y durante los primero años que lo fui no perdí los ánimos ni las ganas
de crear ni de buscar ni de saber más
para compartirlo con mis alumnos, pero precisamente en este último año mis
métodos no estaban funcionando con los nuevos grupos. Caí en actitudes
desagradables, que a mí misma me molestaban de mis profesores. Me conformé y
bloqueé mi creatividad. Me convertí en eso que odiaba y en eso que juré no ser.
Este seminario me mostró
mis errores, (incluso ahora vienen a mí un par de lágrimas) que no había
aceptado y que me estaban causando mucha frustración. No escuché a mis alumnos.
No quería abrir las opciones, no me interesaba hacer amena mi clase. Y me topé
con la pared. Me di cuenta de que estaba cansada de dar clases, de dar los
mismos temas (sobre todo en redacción). Y aquí descubrí que el tema puede ser
tan nuevo como yo quiera, porque no hay reglas, porque lo que quiero enseñarles
a mis alumnos no es fijo ni inamovible ni se queda en la mente, sino que tiene
que entrar hasta las vísceras, ¡gracias a todos los dioses!
Quiero agradecerles a mis
compañeros porque sus experiencias me han enseñado mucho y me han mostrado todo
aquello que, desde mi trinchera, no he visto. Gracias a la doctora Krauze por
inyectarnos las ganas de ser mejores profesores y por no dejarnos olvidar que
debemos estar en el lugar de deseamos, si no, no vale la pena.
Apenas estoy empezando a
renovarme y a pulir mis herramientas. ¡Vamos por la segunda parte del curso!
[1] Ray Bradbury, Fahrenheit 451, Minotauro, México, 1995