viernes, 6 de marzo de 2015

Segundo puerto  de Hernán Cortés Romero

     El defensor del arte literario podría llamarme como maestro. Salí al encuentro de mis alumnos para reivindicar al arte literario. Primero les advertí que no se trataba de ver a la literatura como un conjunto de nombres, datos, obras y conceptos. No tendrían que ver a la literatura como una carga pesada o aburrida, sino que la literatura es una de las bellas artes. Es para el goce y la contemplación, no para ser una carga. No es importante que yo tenga conocimiento de la literatura, sino que yo me vista de literatura, me la apropie, la haga mía, la coma, la disfrute, que sea parte de mí, o yo sea parte de ella. De nada sirve que aprenda literatura si no hago mías  algunas palabras que he escuchado o que he leído. Les recordé que alguna vez la maestra Ethel nos preguntó qué era cultura. Y todos tratamos de buscar una definición sofisticada. Pero ella contestó: “La cultura es aquello que queda cuando todo lo demás se ha olvidado”. Les pregunté  a mis alumnos con qué  se quedarían después de terminar el bachillerato. Los invité a hacer suyo un poema, un cuento, una frase, que buscaran y encontraran.  Yo encontré  un poema que me llegó al corazón, que es parte de mí, que es mío;  pero no es mío porque yo lo haya escrito. Es mío porque lo hice mío. Lleva conmigo muchos años. Ya no le pertenece al autor, ahora me pertenece a mí. Y es que la literatura no es de los escritores, sino de los lectores, aquellos que la tomen y la incorporen a su vida. Los exhorté  a buscar un poema y hacerlo suyo. Comencé a repetir el poema “Cultivo una rosa blanca en julio como en enero…” y les dije que ese poema ya no era del autor, sino que ahora era mío, que era parte de mi corazón y de mi carne. ¿Cuál es la parte de la poesía que van a hacer suya?-les pregunté.  Propuse que la siguiente clase vinieran con un poema aprendido para declamarlo. Un poema que le haya llegado a su corazón, que le haya marcado su vida… Nos encontramos en la siguiente clase y observé  a mis alumnos disfrutando las palabras, comiendo la literatura, apreciando el arte.

   Me propongo o propongo a la literatura como la clase de arte…


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