Segundo puerto de Hernán Cortés Romero
El defensor del arte literario podría llamarme como maestro. Salí al
encuentro de mis alumnos para reivindicar al arte literario. Primero les advertí
que no se trataba de ver a la literatura como un conjunto de nombres, datos,
obras y conceptos. No tendrían que ver a la literatura como una carga pesada o aburrida,
sino que la literatura es una de las bellas artes. Es para el goce y la contemplación,
no para ser una carga. No es importante que yo tenga conocimiento de la
literatura, sino que yo me vista de literatura, me la apropie, la haga mía, la
coma, la disfrute, que sea parte de mí, o yo sea parte de ella. De nada sirve
que aprenda literatura si no hago mías
algunas palabras que he escuchado o que he leído. Les recordé que alguna
vez la maestra Ethel nos preguntó qué era cultura. Y todos tratamos de buscar
una definición sofisticada. Pero ella contestó: “La cultura es aquello que
queda cuando todo lo demás se ha olvidado”. Les pregunté a mis alumnos con qué se quedarían después de terminar el
bachillerato. Los invité a hacer suyo un poema, un cuento, una frase, que
buscaran y encontraran. Yo encontré un poema que me llegó al corazón, que es
parte de mí, que es mío; pero no es mío
porque yo lo haya escrito. Es mío porque lo hice mío. Lleva conmigo muchos años.
Ya no le pertenece al autor, ahora me pertenece a mí. Y es que la literatura no
es de los escritores, sino de los lectores, aquellos que la tomen y la
incorporen a su vida. Los exhorté a
buscar un poema y hacerlo suyo. Comencé a repetir el poema “Cultivo una rosa
blanca en julio como en enero…” y les dije que ese poema ya no era del autor,
sino que ahora era mío, que era parte de mi corazón y de mi carne. ¿Cuál es la
parte de la poesía que van a hacer suya?-les pregunté. Propuse que la siguiente clase vinieran con
un poema aprendido para declamarlo. Un poema que le haya llegado a su corazón,
que le haya marcado su vida… Nos encontramos en la siguiente clase y observé a mis alumnos disfrutando las palabras,
comiendo la literatura, apreciando el arte.
Me propongo o propongo a la literatura como la clase de arte…
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