lunes, 9 de junio de 2014

Octava Prueba (Patricia Suárez)

Critica de un texto publicado (Mujeres de cuento)
Crítica del cuento “Buzo de cementerio” de Paola Tinoco
Patricia Suárez
Cuando escuché a Paola Tinoco contarnos sobre su libro de cuentos Oficios ejemplares en el encuentro de Mujeres de Cuento de inmediato me llamó la atención, sobre todo porque no había leído nada de ella. Paola Tinoco es representante de la editorial Anagrama en México; es editora, compiladora, locutora y escritora. Gracias a una entrevista que le hizo Moisés Carillo para una publicación en línea que se llama Animal Político, el 30 de abril de 2011, supe que los cuentos que están en este volumen surgieron de unas crónicas periodísticas que, posteriormente ella perfeccionó y convirtió en cuentos.
Específicamente “El buzo de cementerio” es un cuento, cuyo protagonista es Mario, un hombre que se dedica a desenterrar cadáveres. Un día va a sacar uno, al cual enterraron por error en una fosa común. Como es un trabajo especial, va a cobrar un poco más. Llega al cementerio, comenta algunas situaciones con los deudos, una doctora y el encargado del papeleo en las inhumaciones. Luego comienza a escarbar y después de unas horas saca el cadáver, del cual ya le habían dado la seña particular de que solo tenía una pierna y una prótesis.
Los detalles en los que la autora se detiene son muy enriquecedores para el relato, pues nos cuenta las costumbres y creencias del buzo y nos describe las reacciones de las otras personas que están asustadas y asqueadas ante lo que ven. El cuento contiene elementos graciosos como que uno de los personajes que más miedo tiene se cae dentro de la fosa, y las bromas que hace el buzo respecto de su trabajo, las que —por cierto— a ninguno de los personajes les hacen gracia, pero al lector sí.
Sin embargo, a pesar de estos aciertos, creo que el texto no funciona como cuento porque no sucede nada, no hay un conflicto, no hay ninguna sorpresa. No hay choque de fuerzas y no se atisba ningún cambio. La narración está tan bien dosificada que uno, como lector, está a la expectativa todo el tiempo de que pase algo. Incluso, yo sentía emoción cuando veía que el texto estaba a punto de terminar porque pensaba que en el último momento llegaría el knok out o el final sorpresa o el no final o algo que cambiara, y no sucedió nada.
El texto está perfectamente bien escrito y tiene la virtud de la claridad, pero creo que en esta ocasión todavía le ganó a Paola el género de la crónica y se quedó un poco corta en el cuento. Disfruté la lectura del cuento, pero la autora me dejó con ganas de saber más o de que algo saliera mal, pues finalmente el asomarse a la vida de un hombre con un empleo tan sui generis ya era, de entrada, una buena invitación.
Leí algunos textos más para ver si ese tono referencial era un elemento común y descubrí que sí. En el título uno ya sabe de qué van a tratar, y el efecto de lo raro de los oficios se queda ahí, en la primera línea, pero esta rareza no es suficiente para sostener un cuento. El libro, en general, tiene muy buen material de investigación (periodística), maneja un lenguaje coloquial pero excelentemente bien cuidado; por ello, no dudo que las publicaciones sucesivas funcionen cada vez mejor.

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