Crítica
del cuento “Buzo de cementerio” de Paola Tinoco
Patricia Suárez
Cuando
escuché a Paola Tinoco contarnos sobre su libro de cuentos Oficios ejemplares en el encuentro de Mujeres de Cuento de
inmediato me llamó la atención, sobre todo porque no había leído nada de ella.
Paola Tinoco es representante de la editorial Anagrama en México; es editora,
compiladora, locutora y escritora. Gracias a una entrevista que le hizo Moisés
Carillo para una publicación en línea que se llama Animal Político, el 30 de abril de 2011, supe que los cuentos que
están en este volumen surgieron de unas crónicas periodísticas que, posteriormente
ella perfeccionó y convirtió en cuentos.
Específicamente
“El buzo de cementerio” es un cuento, cuyo protagonista es Mario, un hombre que
se dedica a desenterrar cadáveres. Un día va a sacar uno, al cual enterraron
por error en una fosa común. Como es un trabajo especial, va a cobrar un poco
más. Llega al cementerio, comenta algunas situaciones con los deudos, una
doctora y el encargado del papeleo en las inhumaciones. Luego comienza a
escarbar y después de unas horas saca el cadáver, del cual ya le habían dado la
seña particular de que solo tenía una pierna y una prótesis.
Los
detalles en los que la autora se detiene son muy enriquecedores para el relato,
pues nos cuenta las costumbres y creencias del buzo y nos describe las
reacciones de las otras personas que están asustadas y asqueadas ante lo que
ven. El cuento contiene elementos graciosos como que uno de los personajes que
más miedo tiene se cae dentro de la fosa, y las bromas que hace el buzo
respecto de su trabajo, las que —por cierto— a ninguno de los personajes les
hacen gracia, pero al lector sí.
Sin
embargo, a pesar de estos aciertos, creo que el texto no funciona como cuento
porque no sucede nada, no hay un conflicto, no hay ninguna sorpresa. No hay
choque de fuerzas y no se atisba ningún cambio. La narración está tan bien
dosificada que uno, como lector, está a la expectativa todo el tiempo de que
pase algo. Incluso, yo sentía emoción cuando veía que el texto estaba a punto
de terminar porque pensaba que en el último momento llegaría el knok out o el final sorpresa o el no
final o algo que cambiara, y no sucedió nada.
El
texto está perfectamente bien escrito y tiene la virtud de la claridad, pero
creo que en esta ocasión todavía le ganó a Paola el género de la crónica y se
quedó un poco corta en el cuento. Disfruté la lectura del cuento, pero la
autora me dejó con ganas de saber más o de que algo saliera mal, pues
finalmente el asomarse a la vida de un hombre con un empleo tan sui generis ya era, de entrada, una
buena invitación.
Leí
algunos textos más para ver si ese tono referencial era un elemento común y
descubrí que sí. En el título uno ya sabe de qué van a tratar, y el efecto de
lo raro de los oficios se queda ahí, en la primera línea, pero esta rareza no
es suficiente para sostener un cuento. El libro, en general, tiene muy buen
material de investigación (periodística), maneja un lenguaje coloquial pero excelentemente
bien cuidado; por ello, no dudo que las publicaciones sucesivas funcionen cada
vez mejor.
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