martes, 14 de octubre de 2014

Quinta Pregunta: (Silvia Vargas Luviano)

El Rey, la Reyna y los súbditos.

Carta I
Queridos amigos: Heme aquí transportado de la noche a la mañana a mi escondido valle de Veruela; heme aquí instalado de nuevo en el oscuro rincón del cual salí por un momento para tener el gusto de estrecharos la mano una vez más, fumar un cigarro juntos, marchar un poco y recordar las agradables aunque inquietas horas de mi antigua vida. Cuando se deja una ciudad por otra, particularmente hoy que todos los grandes centros de población se parecen, apenas se percibe el aislamiento en que nos encontramos, antojándosenos al ver la identidad de los edificios, los trajes y las costumbres, que al volver la primera esquina vamos a hallar la casa a que concurríamos, las personas que estimábamos, las gentes a quienes teníamos costumbres de ver y hablar de continuo. En el fondo de este valle, cuya melancólica belleza impresiona profundamente, cuyo eterno silencio agrada y sobrecoge a la vez, diríase, por el contrario, que los montes que lo cierran como un valladar inaccesible nos separan por completo del mundo. Tan notable es el contraste de cuanto se ofrece a nuestros ojos, tan vagos y perdidos quedan al confundirse entre la multitud de nuevas ideas y sensaciones los recuerdos de las cosas más recientes.
Desde mi Celda.
Gustavo Adolfo Bécker.

En el texto Desde mi celda, El Rey y la Reyna tienen el mismo poder, se observan tantos sustantivos y adjetivos como verbos; de tal manera que lo narrado no deja de tener un tono rítmico, gracias a la conjugación y variedad que Bécker hace de los sustantivos con los adjetivos. Además, la Reyna no se queda atrás, está rodeada de sus pajecitos, ya que en cada verbo, los adverbios de lugar, modo o tiempo no se hacen esperar. Me parece que es esta la particularidad del texto: el equilibrio que hay entre el Rey y la Reyna.


Los enigmas
Yo que soy el que ahora está cantando
Seré mañana el misterioso, el muerto,
El morador de un mágico y desierto
Orbe sin antes ni después ni cuándo.
Así afirma la mística. Me creo
Indigno del Infierno o de la Gloria,
Pero nada predigo. Nuestra historia
Cambia como las formas de Proteo.
¿Qué errante laberinto, qué blancura
Ciega de resplandor será mi suerte,
Cuando me entregue el fin de esta aventura
La curiosa experiencia de la muerte?
Quiero beber su cristalino Olvido,
Ser para siempre; pero no haber sido.
(De «El otro, el mismo»)
Jorge Luis Borges.

En el poema de Borges, el que se impone es el Rey, cada sustantivo es custodiado de uno o más adjetivos. La Reyna participa menos, pero de manera contundente y necesaria para dar realce a los mismos sustantivos, los pajecitos apenas se hacen notar, no obstante, sin ellos el poema no sería igual. La participación activa del Rey es la virtud de Borges.


TEXTO NUEVO

Salí muerto
del errante laberinto,
recordar es el infierno,
vivir, la gloria.
Hablar de lo sucedido es indigno,
ellos ofrecen una idea mágica
diríase mística y sin resplandor,
nuestra historia la saben todos
algunos volvieron, y otros no.

 v Traté de utilizar únicamente a la Reyna del primer texto (Verbos) y del segundo, las palabras del Rey (sustantivos y adjetivos), pero no pude lograrlo, tuve que hacer uso de algunos de los pajecitos para darle coherencia a las ideas.

3 comentarios:

  1. Su capacidad de síntesis es admirable. Los pajes y las doncellas son necesarios, aunque no tengan la jerarquía del rey y la reina. Sin pajes y doncellas el rey y la reina estarían vacíos, en el aire, sin ambiente. No se excuse por usarlos.

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  2. Qué bien están aprendiendo, chicos, estoy muy orgullosa...

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  3. Recuerdo que el tercero texto es de usted y que necesitan firmar su nombre, afinal eso es una creación literaria. Muy lindo!

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