Carta I
Queridos amigos: Heme aquí transportado de la noche a la mañana a mi escondido valle de Veruela; heme aquí instalado
de nuevo en el oscuro rincón del cual salí por un momento para tener el gusto de estrecharos
la
mano una vez más, fumar un cigarro juntos, marchar un poco y recordar las agradables
aunque inquietas
horas de mi
antigua vida. Cuando
se deja una ciudad por otra, particularmente
hoy que todos los
grandes centros de población se parecen, apenas se percibe el aislamiento
en que nos encontramos, antojándosenos
al
ver
la
identidad de los edificios, los trajes y las costumbres, que al volver la primera esquina vamos a hallar la casa a que concurríamos,
las
personas que estimábamos,
las
gentes a quienes teníamos costumbres de ver y hablar de
continuo. En el fondo
de este valle, cuya melancólica belleza
impresiona
profundamente, cuyo
eterno silencio agrada
y sobrecoge a
la
vez, diríase,
por el contrario, que
los
montes que lo cierran como un valladar inaccesible nos separan por completo del mundo.
Tan notable
es el contraste de cuanto se ofrece a
nuestros ojos, tan vagos y perdidos quedan al confundirse
entre la multitud de
nuevas ideas y
sensaciones
los
recuerdos de las cosas más recientes.
Desde mi Celda.
Gustavo Adolfo Bécker.
En el texto Desde mi celda, El
Rey y la Reyna tienen el mismo poder, se
observan tantos sustantivos y adjetivos como verbos; de tal manera que lo
narrado no deja de tener un tono rítmico, gracias a la conjugación y variedad
que Bécker hace de los sustantivos con los adjetivos. Además, la Reyna no se
queda atrás, está rodeada de sus pajecitos, ya que en cada verbo, los adverbios
de lugar, modo o tiempo no se hacen esperar. Me parece que es esta la
particularidad del texto: el equilibrio que hay entre el Rey y la Reyna.
Los enigmas
Yo que soy el que ahora está cantando
Seré mañana el misterioso, el muerto,
El morador de un mágico y desierto
Orbe sin antes ni después ni cuándo.
Así afirma la mística. Me creo
Indigno del Infierno
o de la Gloria,
Pero nada predigo. Nuestra historia
Cambia como las formas de Proteo.
¿Qué errante laberinto, qué blancura
Ciega de resplandor
será mi suerte,
Cuando me
entregue el fin de
esta aventura
La curiosa experiencia de la muerte?
Quiero beber su cristalino Olvido,
Ser para siempre;
pero no haber
sido.
(De «El otro, el mismo»)
Jorge Luis Borges.
En el poema de Borges, el que se impone es el
Rey, cada sustantivo es custodiado de uno o más adjetivos. La Reyna participa
menos, pero de manera contundente y necesaria para dar realce a los mismos sustantivos,
los pajecitos apenas se hacen notar, no obstante, sin ellos el poema no sería
igual. La participación activa del Rey es la virtud de Borges.
TEXTO NUEVO
Salí
muerto
del errante
laberinto,
recordar
es el infierno,
vivir,
la gloria.
Hablar de
lo sucedido es indigno,
ellos
ofrecen una idea mágica
diríase
mística y sin resplandor,
nuestra
historia la saben todos
algunos
volvieron, y otros no.
v
Traté
de utilizar únicamente a la Reyna del primer texto (Verbos) y del segundo, las
palabras del Rey (sustantivos y adjetivos), pero no pude lograrlo, tuve que
hacer uso de algunos de los pajecitos para darle coherencia a las ideas.
Su capacidad de síntesis es admirable. Los pajes y las doncellas son necesarios, aunque no tengan la jerarquía del rey y la reina. Sin pajes y doncellas el rey y la reina estarían vacíos, en el aire, sin ambiente. No se excuse por usarlos.
ResponderEliminarQué bien están aprendiendo, chicos, estoy muy orgullosa...
ResponderEliminarRecuerdo que el tercero texto es de usted y que necesitan firmar su nombre, afinal eso es una creación literaria. Muy lindo!
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