viernes, 12 de junio de 2015

NOVENO PUERTO: ¿Fin o inicio de una travesía?

Silvia Vargas Luviano.

Hace unos meses inicié una travesía, junto con otros atrevidos navegantes y una excelente capitana abordo (la Dra. Ethel Krauze). Una travesía que nos llevó a diferentes puertos, con el propósito de salvaguardar un invaluable tesoro, una hermosa perla: la literatura.

Este viaje me llevó a puertos de aguas tranquilas que me dejaron conocer mi propio espíritu, lo llamé mi espíritu encantador. Un puerto que me orientó hacia una ruta donde la literatura se volvió divertida y encantadora.

Arribamos a puertos importantes, de grandes Astilleros, donde  magnos maestros nos compartieron sus enseñanzas, entre ellas: La creatividad de la enseñanza de  Antonio Machado y  Arqueles Vela, así como la versatilidad de las actividades y sobre todo, el saber que hay un punto medular del cual se puede desprender todo un mar de acciones, de Erasmo Castellanos Quinto.

Los faros nos llevaron a puertos de acceso escabroso, la entrada fue dolorosa, pus me llevó a reconocer cuál era el espíritu y modelo de mi clase de literatura, y más aún, que salir de él no era sencillo. Por lo que ahí nos detuvimos un poco más, pues la capitana hacía esfuerzos por salvarnos del canto de las sirenas y hacernos recapacitar acerca  del espíritu libre y encantador que debería de tener la clase de literatura.

Lo logró, de pronto no vimos navegando en aguas tranquilas que permitían que viéramos nuestro reflejo en las olas, así experimenté y saqué a flote mi espíritu en escritos que mostraron el verdadero yo. Éramos nosotros mismo, lo que nos mueve, lo que nos gusta, lo que nos apasiona y hasta lo que soñamos. Como estar en un paraíso real. La capitana, nos hizo saber que esa era nuestra verdadera esencia, que la conserváramos en todas nuestras clases de literatura.

El último puerto me enseñó que el final, es el inicio de otras aventuras.

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