9no puerto. Reflexión final. ALEXANDER ALVAREZ A.
Ser profesor
requiere de vocación y compromiso pero ser profesor de literatura requiere
además pasión, estos elementos se conjuntan y complementan de tal forma que de
no existir en la figura del personaje que esta frente a un grupo en esta materia
o una de bases similares no habrá interés, aprendizaje significativo y ninguna
forma de trasformar la imagen que tenemos arraigado de una materia que más bien
les provoca flojera a nuestros alumnos.
Durante la
travesía de los ocho puertos virtuales de aprendizaje hacia el camino de llenar
nuestra canasta básica para ser un buen profesor de literatura me llevo:
La
recuperación del espíritu de mi clase, partió de la recuperación del simbolismo
que le damos a nuestra vocación de profesor, el profesor es el capitán de un
barco y tiene la responsabilidad de llevar
a sus tripulantes (alumnos) a buen puerto, es aquí cuando descubrimos
como estamos, como nos vemos siendo profesores y con la responsabilidad de
apoyar a otros en el camino a lograr un aprendizaje significativo y que
encuentren los alumnos éste con sus propios medios y nuestra guía. El tesoro
que llevamos es la literatura y la enseñanza de las letras. Para esto tenemos
que encontrar la manera de encantar a nuestros alumnos, aunque para esto nosotros
debiéramos vivir en un estado permanente de encantamiento previo al encuentro
con los protagonistas centrales de la clase, que son los alumnos, y así, siendo
la literatura la invitada de honor a una fiesta de los sentidos, llenar de
éxtasis el encuentro entre el alumno y la literatura.
Nuestra guía
se vuelve un elemento digno de considerar para establecer las bases teóricas,
metodológicas, psicológicas, etc. para prepararnos en el camino de la
trasformación personal, el cambio de visión, el resurgimiento de la pasión que
nos sumerja en el sentido humano de la enseñanza y aprendizaje de las letras. Todo
esto es posible gracias a la aportación de personajes con una profunda vocación
de enseñanza y servicio educativo bajo el enfoque llamado anti-sistémico,
maestros como Castellanos Quinto, Arqueles Vela, Antonio machado y Ethel
Krauze, se sustentan en modelos que proponen ir más allá de las reglas, abrir
una brecha entre lo establecido y lo posible, hacia lo significativo, aquello
que provoque una especie de sensación de
estar suspendido o incluso drogado del alumno ante su encuentro con la obra
literaria. Sus propuestas van desde la observar y el sentir la obra literaria,
encarnarse y experimentar las sensaciones y los sentimientos de las
protagonistas y recrearse en la atmosfera de un argumento narrativo, escucharse
y descubrirse al sumergirse en los planteamientos filosóficos, psicológicos,
retóricos, etc. a través de la lectura de un texto que mueva las sensaciones,
los sentimientos, el sentir a flor de piel la trama, así también el decidir y
crear nuestras propias obras a partir de verse a uno mismo cómo co-creador del
mundo que nos rodea, participe de un ejercicio sistemático del devenir de la
historia y de la creación humana. Pero para todo esto es indispensable la
necesidad de sentirse libre, de querer estar en el papel de creador, de un
estado propositivo que nos haga tomar el control y decidir en pro del saber ser
y del saber hacer.
Estos
elementos pueden ser insertados desde cuatro modelos de liderazgo que a
propuesta y guía del docente pueden tener resultados maravillosos; son los
modelos jerárquico -individual y colectivo, así como los modelos distribuido
-individual y colectivo, no ahondaremos mucho en éstos pero si mencionaremos
que en todos será trascendental la construcción de una meta, la posibilidad de
combinación de los mismos ejerce un panorama de posibilidades infinitas para el
logro de metas y objetivos claros e incluso sencillos donde el aprendizaje es
lo principal, no importa lo que se aprenda o como se aprenda, lo importante es
que ese aprendizaje cobre un significado profundo en el alumno y en el docente.
Para ejercer estos modelos será necesario,
según podemos apuntar, la organización de los espacios para sacar el
mayor provecho a las áreas donde se enseña y se aprende, aquí en docente
recupera el papel de aprendiz, reconociendo que cada experiencia de enseñanza
se convierte a su vez en una experiencia de aprendizaje.
El espacio
será un elemento, inclusivamente con los elementos teóricos, metodológicos,
vocacionales, etc. donde el potencial del uso de la imaginación para el
aprovechamiento del perímetro escolar, familiar, personal, comunitario e
incluso mundial, son la base de preparación de la mente para una atmósfera, un
cambio de perspectiva donde el personaje (alumno) inter-actúa con otros
protagonistas y los objetos y símbolos que le dan su ambiente natural, social y
literario preparan el logro de una nueva concepción del mundo y su forma de
percibir en conocimiento de la obra literaria y cualquier otra.
Cada uno de
los punto mencionados hasta el momento son la base para llenar la canasta
básica de un profesor de literatura, esta canasta va llena ya de un nuevo
espíritu del ser docente, protagonista de su propia necesidad de sentir la obra
como el vínculo entre hombre y mundo, buscadores de nuevas formar de integrar
al alumno a esta pasión que significa descubrir y descubrirse en la lectura de
una obra, sentirse suspendido en un estado de éxtasis al aprender desde la
literatura las formas de entender y crear el mundo y verse en la posibilidad de
ser partícipes de la historia o partícipes de ésta al desear dejar huella a
partir de un texto propio.
Para este
punto se tocó desde lo más profundo a los tripulante de este barco llamado “canasta
básica del profesor de literatura II” cuando se nos invita a un ejercicio
imaginario donde se plantea la posibilidad de tener una beca para hacer por
seis meses lo que más nos apasiona. El resultado fue el encuentro con nuestros
sueños, anhelos, deseos, esperanzas… la posibilidad de la realización de ese
algo que me hace profundamente feliz, eso que me trastoca en lo
profundo de mi ser y me hace verme en la posibilidad también de observar que
tras una correcta organización todo es posible.
El objetivo,
el ambiente, el ritmo, los tiempos, la estructura, los recursos, la
investigación, etc. Son elementos que bien ejercidos son la base para que un
individuo y más un profesor de literatura o de cualquier área pueda explorar el
camino hacia el logro de muchos proyectos que fomenten aprendizaje tanto de
quién enseña y del que aprende.
El profesor
es el primero que se debe reconocerse como susceptible de aprender, nutrir las
capacidades propias que generan destrezas y herramientas para que primero se
aprenda y después se enseñe, gracias a que ya se ha generado ese impulso por
investigar, crear y explorar posibilidades de enseñanza. Para esto se debe
trazar un plan, marcar los tiempos, los recursos, los conocimientos, etc. con
se cuentan, reconocer el terreno que piso, en fin, determinar que la clase es
un escenario donde los protagonistas de la obra buscan resultados positivos que
los y nos hagan mejores personas.
Para todo lo
anterior es necesario el planteamiento de un ideal, el ensayo fue la base para
estructurar un panorama de lo que un sueño puede generar, hablando del interés
por la búsqueda de ese ideal, el planteamiento de lo posible y no sólo de lo
pensable, la ilusión hecha acción, un ensayo nos ayudó a recordar cual es
nuestro papel en la obra de enseñar y aprender. Desde mi mundo interior voy
formando las bases para preparar el mundo exterior, mi entorno de aprendizaje y
enseñanza donde primero reconozco que la literatura tiene como fin principal
que el lector llegue a pensar, el profesor de literatura es el arquitecto que
construye esos puentes entre los temas del mundo, la estructura de la ideas, la
imaginación como elemento creador de mundo posible, la experiencia de acercarse
a una obra que es el reflejo y que comparte una visión del mundo a través de
temas que ya tocaron el sentir de quien escribe y ahora pretende tocar el ser
de quien lee, con esto, no sólo se conoce la realidad, se amplia y se potencia
la posibilidad de verse descubierto desde lo más profundo del ser, entonces
desde el interior del individuo, desde su encuentro con la literatura y desde
la correcta guía de un capitán comprometido y bien estructurado, hacen que las posibilidades de que las buenas
obras literarias cobren el sentido que merecen y se ayude a recuperar el sentido
ulterior de la educación, generar mejores seres humanos.
Concluyo con
un inicio, esta paradoja la menciono ya que siento que más bien, el seminario
me dio un panorama de que esto apenas comienza, mi nueva visión, mi vocación
renovada, mi responsabilidad y mi pasión bien fundamentadas en el
convencimientos de que voy por buen camino, por lo menos ante la preocupación
de tratar de no ser un profesor y/o estudiante de literatura y la lengua que
haga que otros sientan difícil, tedioso, complicado el acercamiento a la
lectura, a la crítica y a la creación.
Estoy muy
agradecido con la doctora Ethel Krauze y con mis compañeros, reconozco en ella y en ellos este sentido
trasformador de almas donde la literatura es la herramienta dorada para el
logro de un objetivo claro y preciso, la construcción de elementos vivos de
enseñanza y de aprendizaje que den significado profundo al proceso de recepción
y creación de la obra literaria como la base fundamental de la reformulación del
ser humano como protagonista de cambios para mejorar el estado interior y
exterior de su mundo.
Como
aprendizaje significativo principal me llevo el haber recuperado esa sensación
de bien estar al llegar a una clase, recuperar el compromiso personal, a partir
de mejorar constantemente diversos aspectos
del proceso de aprender y enseñar y tratar de ser yo también un transformador de almas.
Gracias…
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