martes, 9 de junio de 2015

9no puerto. Reflexión final. ALEXANDER ALVAREZ A.

Ser profesor requiere de vocación y compromiso pero ser profesor de literatura requiere además pasión, estos elementos se conjuntan y complementan de tal forma que de no existir en la figura del personaje que esta frente a un grupo en esta materia o una de bases similares no habrá interés, aprendizaje significativo y ninguna forma de trasformar la imagen que tenemos arraigado de una materia que más bien les provoca flojera a nuestros alumnos.

Durante la travesía de los ocho puertos virtuales de aprendizaje hacia el camino de llenar nuestra canasta básica para ser un buen profesor de literatura me llevo:
La recuperación del espíritu de mi clase, partió de la recuperación del simbolismo que le damos a nuestra vocación de profesor, el profesor es el capitán de un barco y tiene la responsabilidad de llevar  a sus tripulantes (alumnos) a buen puerto, es aquí cuando descubrimos como estamos, como nos vemos siendo profesores y con la responsabilidad de apoyar a otros en el camino a lograr un aprendizaje significativo y que encuentren los alumnos éste con sus propios medios y nuestra guía. El tesoro que llevamos es la literatura y la enseñanza de las letras. Para esto tenemos que encontrar la manera de encantar a nuestros alumnos, aunque para esto nosotros debiéramos vivir en un estado permanente de encantamiento previo al encuentro con los protagonistas centrales de la clase, que son los alumnos, y así, siendo la literatura la invitada de honor a una fiesta de los sentidos, llenar de éxtasis el encuentro entre el alumno y la literatura.

Nuestra guía se vuelve un elemento digno de considerar para establecer las bases teóricas, metodológicas, psicológicas, etc. para prepararnos en el camino de la trasformación personal, el cambio de visión, el resurgimiento de la pasión que nos sumerja en el sentido humano de la enseñanza y aprendizaje de las letras. Todo esto es posible gracias a la aportación de personajes con una profunda vocación de enseñanza y servicio educativo bajo el enfoque llamado anti-sistémico, maestros como Castellanos Quinto, Arqueles Vela, Antonio machado y Ethel Krauze, se sustentan en modelos que proponen ir más allá de las reglas, abrir una brecha entre lo establecido y lo posible, hacia lo significativo, aquello que provoque  una especie de sensación de estar suspendido o incluso drogado del alumno ante su encuentro con la obra literaria. Sus propuestas van desde la observar y el sentir la obra literaria, encarnarse y experimentar las sensaciones y los sentimientos de las protagonistas y recrearse en la atmosfera de un argumento narrativo, escucharse y descubrirse al sumergirse en los planteamientos filosóficos, psicológicos, retóricos, etc. a través de la lectura de un texto que mueva las sensaciones, los sentimientos, el sentir a flor de piel la trama, así también el decidir y crear nuestras propias obras a partir de verse a uno mismo cómo co-creador del mundo que nos rodea, participe de un ejercicio sistemático del devenir de la historia y de la creación humana. Pero para todo esto es indispensable la necesidad de sentirse libre, de querer estar en el papel de creador, de un estado propositivo que nos haga tomar el control y decidir en pro del saber ser y del saber hacer.

Estos elementos pueden ser insertados desde cuatro modelos de liderazgo que a propuesta y guía del docente pueden tener resultados maravillosos; son los modelos jerárquico -individual y colectivo, así como los modelos distribuido -individual y colectivo, no ahondaremos mucho en éstos pero si mencionaremos que en todos será trascendental la construcción de una meta, la posibilidad de combinación de los mismos ejerce un panorama de posibilidades infinitas para el logro de metas y objetivos claros e incluso sencillos donde el aprendizaje es lo principal, no importa lo que se aprenda o como se aprenda, lo importante es que ese aprendizaje cobre un significado profundo en el alumno y en el docente. Para ejercer estos modelos será necesario,  según podemos apuntar, la organización de los espacios para sacar el mayor provecho a las áreas donde se enseña y se aprende, aquí en docente recupera el papel de aprendiz, reconociendo que cada experiencia de enseñanza se convierte a su vez en una experiencia de aprendizaje.

El espacio será un elemento, inclusivamente con los elementos teóricos, metodológicos, vocacionales, etc. donde el potencial del uso de la imaginación para el aprovechamiento del perímetro escolar, familiar, personal, comunitario e incluso mundial, son la base de preparación de la mente para una atmósfera, un cambio de perspectiva donde el personaje (alumno) inter-actúa con otros protagonistas y los objetos y símbolos que le dan su ambiente natural, social y literario preparan el logro de una nueva concepción del mundo y su forma de percibir en conocimiento de la obra literaria y cualquier otra.

Cada uno de los punto mencionados hasta el momento son la base para llenar la canasta básica de un profesor de literatura, esta canasta va llena ya de un nuevo espíritu del ser docente, protagonista de su propia necesidad de sentir la obra como el vínculo entre hombre y mundo, buscadores de nuevas formar de integrar al alumno a esta pasión que significa descubrir y descubrirse en la lectura de una obra, sentirse suspendido en un estado de éxtasis al aprender desde la literatura las formas de entender y crear el mundo y verse en la posibilidad de ser partícipes de la historia o partícipes de ésta al desear dejar huella a partir de un texto propio.
Para este punto se tocó desde lo más profundo a los tripulante de este barco llamado “canasta básica del profesor de literatura II” cuando se nos invita a un ejercicio imaginario donde se plantea la posibilidad de tener una beca para hacer por seis meses lo que más nos apasiona. El resultado fue el encuentro con nuestros sueños, anhelos, deseos, esperanzas… la posibilidad de la realización de ese algo que me hace profundamente feliz, eso que me trastoca en lo profundo de mi ser y me hace verme en la posibilidad también de observar que tras una correcta organización todo es posible.

El objetivo, el ambiente, el ritmo, los tiempos, la estructura, los recursos, la investigación, etc. Son elementos que bien ejercidos son la base para que un individuo y más un profesor de literatura o de cualquier área pueda explorar el camino hacia el logro de muchos proyectos que fomenten aprendizaje tanto de quién enseña y del que aprende.

El profesor es el primero que se debe reconocerse como susceptible de aprender, nutrir las capacidades propias que generan destrezas y herramientas para que primero se aprenda y después se enseñe, gracias a que ya se ha generado ese impulso por investigar, crear y explorar posibilidades de enseñanza. Para esto se debe trazar un plan, marcar los tiempos, los recursos, los conocimientos, etc. con se cuentan, reconocer el terreno que piso, en fin, determinar que la clase es un escenario donde los protagonistas de la obra buscan resultados positivos que los y nos hagan mejores personas.

Para todo lo anterior es necesario el planteamiento de un ideal, el ensayo fue la base para estructurar un panorama de lo que un sueño puede generar, hablando del interés por la búsqueda de ese ideal, el planteamiento de lo posible y no sólo de lo pensable, la ilusión hecha acción, un ensayo nos ayudó a recordar cual es nuestro papel en la obra de enseñar y aprender. Desde mi mundo interior voy formando las bases para preparar el mundo exterior, mi entorno de aprendizaje y enseñanza donde primero reconozco que la literatura tiene como fin principal que el lector llegue a pensar, el profesor de literatura es el arquitecto que construye esos puentes entre los temas del mundo, la estructura de la ideas, la imaginación como elemento creador de mundo posible, la experiencia de acercarse a una obra que es el reflejo y que comparte una visión del mundo a través de temas que ya tocaron el sentir de quien escribe y ahora pretende tocar el ser de quien lee, con esto, no sólo se conoce la realidad, se amplia y se potencia la posibilidad de verse descubierto desde lo más profundo del ser, entonces desde el interior del individuo, desde su encuentro con la literatura y desde la correcta guía de un capitán comprometido y bien estructurado,  hacen que las posibilidades de que las buenas obras literarias cobren el sentido que merecen y se ayude a recuperar el sentido ulterior de la educación, generar mejores seres humanos.

Concluyo con un inicio, esta paradoja la menciono ya que siento que más bien, el seminario me dio un panorama de que esto apenas comienza, mi nueva visión, mi vocación renovada, mi responsabilidad y mi pasión bien fundamentadas en el convencimientos de que voy por buen camino, por lo menos ante la preocupación de tratar de no ser un profesor y/o estudiante de literatura y la lengua que haga que otros sientan difícil, tedioso, complicado el acercamiento a la lectura, a la crítica y a la creación.

Estoy muy agradecido con la doctora Ethel Krauze y con mis compañeros, reconozco en ella y en ellos este sentido trasformador de almas donde la literatura es la herramienta dorada para el logro de un objetivo claro y preciso, la construcción de elementos vivos de enseñanza y de aprendizaje que den significado profundo al proceso de recepción y creación de la obra literaria como la base fundamental de la reformulación del ser humano como protagonista de cambios para mejorar el estado interior y exterior de su mundo.
Como aprendizaje significativo principal me llevo el haber recuperado esa sensación de bien estar al llegar a una clase, recuperar el compromiso personal, a partir de mejorar constantemente diversos aspectos  del proceso de aprender y enseñar y tratar de ser  yo también un transformador de almas.

Gracias…

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