martes, 12 de mayo de 2015

Séptimo puerto: Desandando mi idea de ensayo.

Silvia Vargas Luviano.

Mi noción de ensayo se ha venido modificando con el paso del tiempo, de las experiencias y a partir del conocimiento de otros. Ha sido significativo poner a prueba aquellas ideas que me han compartido compañeros de trabajo y de estudio.

Así puedo decir que ésta no puede ser la excepción, pues el concepto de ensayo es un mar de significados, algunos claros einexplorables ilustrativos como las aguas transparentes de las playas y otros profundos e ; pero todos ellos integran la inmensidad de su conocimiento.

Por ello, retomo aquí aquellas ideas con las que concuerdo o son nuevas para mí con el fin de desandar esta idea que ya había construido.
Por ejemplo; si bien para Montaigne, el ensayo no tenía un fin intelectual sino el de dar a conocer su condición y humor, éste se volvió una herramienta de su vida para que los demás conocieran su manera simple y sencilla de vivir. En una cátedra impartida por la Dra. Eliana A. Albala, explicaba que “ensayo” se derivaba del verbo “probar”, “ejercitar” y que en la época de Montaigne con éste término sólo se aludía a probar la comida que estaba envenenada. Este dato era muy curioso, porque se deducía que Montaigne no trazó ningún concepto, él hacía ensayos de su vida. Actualmente, la palabra “ensayar” o “ensayo” tiene más voz, porque el ensayo se considera algo a punto de quedar bien.

El asunto es, que con el afán de perfeccionar un ensayo se han construido una inmensidad de conceptos alrededor de él, así como de sus características, claro algunas o casi todas indispensables. Pero, ¿Cómo evitar no perdernos en ellas? o ¿cómo olvidarlas al momento de escribir sin obviarlas en el ensayo mismo?, creo que a veces pueden ser un obstáculo en la construcción de un ensayo, pues la preocupación de incluir todas las características, puede acabar con la finalidad y la belleza de éste.

Coincido con el concepto de Hernán, cuando expresa que: “el ensayo literario es la expresión más profunda de un escritor. Revela sus pensamientos, sus dudas, sus inquietudes, sus esperanzas, su malestar, su satisfacción, su experiencia, su ignorancia, su gusto por el lenguaje…”, porque expresa la libertad que tiene el ensayista y no puedo dejar pasar el concepto de Nancy “el tema debe ser conocido y dominado por ensayista…atrapa al lector y lo hace cómplice…partícipe de emociones, anécdotas, ideas, de modo que el contenido del ensayo se vuelva significativo en quien lo lee”, siendo ésta una idea que toma en cuenta a quien leerá el ensayo y si se piensa, sobre todo, en un ensayo literario.

La variedad temática hacen del ensayo un “género híbrido” (Eduardo Nicol), pues éste puede responder interrogantes que desvelan al hombre  y estar entrelazado con la literatura. Y puede sugerir al mismo tiempo metas distintas (Pedro Laín Entralgo): la intelección metafórica y la intelección conceptual.

Así pues, considero que lo “literario” de un ensayo, (Hernández Gonzáles Ma. Belén) reside más bien en la finalidad estética de las obras y por tanto en la voluntad de creación y en el cuidado del estilo”. Esto sin olvidar su carácter reflexivo, polémico, estimulador, es decir sin olvidar que es algo a probar, a disfrutar, a completar, discutir y hasta a discrepar.


1 comentario:

  1. Creo que llegamos a una definición mas precisa del ensayo. Aunque esta precisión no significa que encerramos el ensayo en una serie de requisitos. Creo que no ha sido la intención de Montaigne que el ensayo fuese sometido por la técnica, sino dirigido por el espíritu humano. Si es así, entonces se tratará de una obra de arte.

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