Segundo puerto: fragmento de una
clase inspirado en los tres estilos anti-sistémicos. ALEXANDER A A
En el marco de una clase que
imparto de taller de lectura, traté de practicar los tres estilos anti-sistémicos. Para
esto, comencé con la propuesta del profesor Erasmo Castellanos Quinto, llegue
con la propuesta de reprobar a un alumno si no contaba a la clase algo
interesante, teníamos como antecedente la recapitulación del tema de prototipos
textuales y por lo tanto habían estado practicando la descripción y la narración
recientemente. Al azar se estableció el nombre del alumno o alumna que se
enfrentaría a esta situación, y callo en una alumna esta suerte, se le indicó
que debía contarnos algo interesante o sería reprobada, después de pensar un
instante comenzó a narrar una historia familiar muy trágica sobre la muerte de
un hermano apenas hace unos meses atrás; a todos se nos erizó la piel de su
narración, su situación de duelo y su llanto. Se comentó que quedábamos muy
agradecidos porque hubiera compartido esta parte de su vida, pero que para el
resto de las historia podían inventar para hacer más interesantes sus
historias, se escogió a dos más y salieron nombres de alumnos varones, sus
historias giraron en torno a muertos y lesionados por algún accidente.
Terminando la actividad se pidió
que compartieran sus experiencia y que sensaciones vivieron, y se les dijo que
eran muy nobles porque nadie se resistió a la condición de ser reprobado, al
contrario, se pusieron muy nerviosos, no sabían que hacer, se dejaron llevar
con la historia de la primera compañera y contaron o trataron de quedarse con
temas trágicos, a nadie se le ocurrió crear historias fantásticas y de ficción.
Se les hablo de “las mil y una
noches” y la situación de la protagonista que estaba en la situación de muerte,
de no poder entretener al monarca de la región; se quedaron sorprendidos y
entendieron la intención de la dinámica, respiraron y entendieron que nadie
seria reprobado. Se reflexionó que ellos no están en esa condición de ser
muertos por tener que presentar, por ejemplo, excelentes trabajos y que siempre
se puede pensar en hacer buenos y cada vez mejores trabajos para sus clases y
su vida en general.
En cuanto al estilo de Antonio
Machado, se pidió a todo el grupo que salieran y que se tomaran 10 minutos para
observar lo que gustaran, antes tuve que dar un vistazo a los alrededores del
aula y otras zonas que indiqué que visitaran. Esta actividad fue muy rápida y
nadie supo enlistar una serie de elementos que conforman su entorno; se clasificó al grupo en alumnos que fueron a
diferentes áreas, la mayoría fueron a la cafetería o alrededor de ésta, otros
fueron a las jardineras cercanas, y pocos fueron cerca de la oficinas de la
dirección que fue una indicación precisa, y cuando se les preguntaba si habían
visto una serie de objetos, imágenes, elementos ni siquiera habían puesto
atención a esos elementos, se pidió que regresaran a observar y regresaron
sorprendidos de todo lo que no habían visto…
Se comentó la importancia de
abrir los sentidos, que si alguien había vivido la experiencia al leer un libro
donde la lectura los hiciera recrear una experiencia con algunos de sus
sentidos, que al leer sintieran alguna sensación específica, un olor, un
vértigo, un enojo, una preocupación. La lectura permite experimentar con las
sensaciones, abre los sentidos, al igual que en la vida real, se tiene que
tener los sentidos muy afilados para captar toda la riqueza de una buena
narración, descripción, exposición, etc. sólo dos alumnas levantaron la mano y
comentaron que una había llorado con la historia de una novela que había leído
hace poco y la otra había sentido mucho coraje con lo que le hacían al
personaje de un libro que había leído algunos meses atrás. ¿Sólo dos? Pregunte…
comentaron que no habían leído mucho que digamos o que no habían leído nada en
el último año, nada que no fuera cosas de la escuela, leyeron por obligación y
que sólo leían para cumplir con el trabajo escolar, muchas veces sin poner
atención a lo que leían… Lo anterior fue
revelador. Se comentó que esto es un gran problema en la cultura
latino-americana, la poca lectura, lectura por obligación, pero sin poner
atención y mucho menos disfrutar lo que se lee.
No se pudo llevar acabo la última
actividad, ya que en la región hay carnaval y se nos indicó que dejáramos salir
al grupo más temprano, por lo problemas de transporte y seguridad, cosa
debatible pero incuestionable ante la orden del director, tuve que interrumpir
lo planeado en éste sentido y tuve que seguir con el programa y el registro de
tareas y ejercicios establecidos para ese día.
En cuanto a auto-nombrarme, se me
ocurrió:
Alexander. El depurador, Lema:
porque siempre se puede mejorar, revisa continuamente.
Reflexión personal. Observe y los
mismos alumnos me comentaron que no están acostumbrados a que sus trabajos sean
revisados con tanta minuciosidad, incluso se quejaban, al principio, de que los
regreso constantemente para que arreglen sus trabajos cuando, tiene faltas de
ortografía, no contestan con lógica en cuestionarios o ejercicios de redacción,
si algún trabajo se pidió en un formato específico (se pedía un cuadro
sinóptico y entregaban un mapa conceptual o cualquier otro esquema y pedían que
se les revisara y se diera por bueno, porqué ya habían trabajado), etc. Este
estilo personal lo veían a mal; pero fueron entendiendo que es por el bien de
su formación integral como alumnos e individuos en formación para ser
ciudadanos de bien; por lo que poco a poco van depurando sus trabajos y van
cumpliendo, al menos conmigo, con entregar trabajos cada vez más adecuados
hasta llegar a hacer las cosas bien, y sólo bien, sin grandes festejos, ni
recompensas, sólo la satisfacción de haber cumplido con lo necesario, hacer lo
que corresponde y de ser posible un poco más, si comenzamos con eso, todo puede
cambiar y mejorar.
Interesante ejercicio. Es una situación común que la lectura sea por obligación y no por placer. Es tarea de nosotros promover la lectura de un modo lúdico, placentero, divertido e interesante.
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