Primer día de clases
El día 4 de febrero
comencé el semestre de Literatura II con alumnos de preparatoria. Ya había
planeado la clase a finales del semestre pasado, pero hice una modificación. La
idea original era solamente leerles un poema, “Horal” de Jaime Sabines, y que
ellos escribieran la letra de una canción de su agrado para que vieran que
están más cerca de la poesía de lo que creen.
El
cambio fue que elegí una canción que a mí me gusta mucho de Miguel Bosé, “Aire
soy”. Recientemente salió una nueva versión en la que él canta con Ximena
Sariñana.
Cuando
llegué, les dije que acomodaran las sillas en círculo. Una vez que estuvieron
así. Les repartí una copia de la canción y les dije que la leyeran en voz baja.
Luego les pregunté que quién conocía la canción. La mayoría levantó la mano,
excepto dos niñas. Le pedí a una de las que no la conocía, Wendolin, que la
leyera. Se dieron cuenta de que aunque ella la estuviera leyendo, tenían el
ritmo en la mente.
Posteriormente,
todos la cantamos. Partí de que nos gustaba y les pregunté si sentían bonito al
escucharla. Dijeron que sí. Les pregunté entonces: “¿Qué dice la canción?”.
Nadie respondió. La desmenuzamos verso por verso y fuimos platicando acerca de
cada uno. Puedo decir que les dimos significado real a las palabras, pero no un
solo significado, pues todos aportaban ideas y todas eran bienvenidas. Volvimos
a cantar la canción y Jazmín dijo: “Ya es diferente porque ahora ya sé qué dice”.
Luego,
alguien más leyó, “Horal”. Yo ya lo había escrito en el pizarrón mientras ellos
leían la canción. Igualmente les pregunté si sentían bonito al escucharlo.
Dijeron que sí. Pregunté de nuevo: “Y, ¿qué dice?”. Hubo silencio absoluto.
Fuimos platicando de cada verso y volvimos a leerlo. Aun así, no lograban
entender la última estrofa, pero sabían que se escuchaba bien y que los hacía
sentir algo.
Entonces
pregunté: “¿A quién le gusta la poesía?”. Solo se levantaron cuatro o cinco
manos. Pregunté: “¿A quién le gusta la música?”. Todos levantaron la mano. Les
dije: “Acabo de demostrarles que la música y la poesía son lo mismo”. La poesía
también tiene ritmo, tiene melodía, nos hace acomodar las palabras para suenen
mejor, podemos cantarla, nos hace sentir bonito y cuando la analizamos y la
entendemos la disfrutamos más.
Finalmente
les pregunté ¿qué les había parecido la primera clase? Dijeron varias cosas:
divertida, interesante, diferente, etcétera, pero lo que me hizo sentir mejor
fue lo que dijo una de las alumnas, Vera Manzano. “No esperaba esto, pero como
ya la conozco, sabía que la clase no iba a ser como las demás, que no iba a
llegar a leernos el reglamento ni la forma de trabajo ni nada de eso. Sabía que
iba a ser diferente y que iba a pasar algo”.
Eso
me hizo sentir bien, porque quiere decir que, aunque a veces me desespero y
quiero tirar la toalla, he logrado que me vean de otra forma y que aprendan
Literatura de una manera más agradable. Me encantó pensar que ellos esperan mi
clase porque será algo diferente en el día. Ya nada más por eso me dan ganas de
ir a trabajar.
Así
entramos a un tema que en años anteriores no me gustaba dar porque yo misma no
sabía bien cómo abordarlo. Bajé a la poesía del pedestal en que la tenía y la
comparé con algo que fuera cercano para ellos, pero que también me gustara a
mí. Así, sé que me será más fácil explicar la métrica y la retórica. Podremos
ver varios textos y trataré de que sean disfrutables para mí y para ellos. Sigo
teniéndole mucho respeto a la poesía, pero ahora me voy a permitir explorar otros
caminos junto con mis alumnos para acercarnos de la mano a este mundo
maravilloso de los versos.
Muy interesante la manera de comparar una canción con un poema, teniendo a la música como común denominador. La declamación de un poema también podría ser una manera de demostrar que la lírica también se expresa con el cuerpo, con los sentimientos, con el tono de la voz, con la mirada, con la presencia, con las manos y con ritmo.
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