Hora de España
Valencia, enero de 1937 número 1
páginas 7-12
Viñeta de Ramón Gaya
Consejos, sentencias y donaires de Juan de Mairena y de su maestro Abel Martín
Nunca peguéis con lacre las hojas secas de los árboles para fatigar al viento. Porque el viento no se fatiga, sino que se enfada, y se lleva las hojas secas y las verdes.
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Aprendió tantas cosas –escribía mi maestro, a la muerte de un su amigo erudito–, que no tuvo tiempo para pensar en ninguna de ellas.
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Cuando el Cristo vuelva –decía mi maestro–, predicará el orgullo a los humildes, como ayer predicaba la humildad a los poderosos. Y sus palabras serán, aproximadamente, las mismas: «Recordad que vuestro padre está en los cielos; tan alta es [8] vuestra alcurnia por parte de padre. Sobre la tierra sólo hay ya para vosotros deberes fraternos, independientes de los vínculos de la sangre. Licenciad de una vez para siempre al bíblico semental humano.»
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No olvidéis que es tan fácil quitarle a un maestro la batuta, como difícil dirigir con ella la quinta sinfonía de Beethoven.
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También quiero recordaros algo que saben muy bien los niños pequeñitos y olvidamos los hombres con demasiada frecuencia: que es más difícil andar en dos pies que caer en cuatro.
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Decía mi maestro que deseaba morir sin llamar la atención de nadie; que su muerte pasase completamente inadvertida. Un mutis bien hecho –añadía aquel buen farsante– no debe hacerse aplaudir.
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Aprende a dudar, hijo, y acabarás dudando de tu propia duda. De este modo premia Dios al escéptico y confunde al creyente.
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Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Sin embargo, no hay guerra sin retórica. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos [9] comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades. De aquí deducía mi maestro la irracionalidad de la guerra, por un lado, y de la retórica, por otro.
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¿Un arte proletario? Para mí no hay problema. Todo arte verdadero será arte proletario. Quiero decir que todo artista trabaja siempre para la prole de Adán. Lo difícil sería crear un arte para señoritos, que no ha existido jamás.
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—Siempre está usted descubriendo mediterráneos, amigo Mairena.
—Es el destino ineluctable de todos los navegantes, amigo Tortolez.
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Para descubrir la cuarta dimensión de vuestro pensamiento, buscad el perfil gedeónico de vuestras paradojas, en el espejo bobo de vuestra sabiduría.
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Ayudadme a comprender lo que os digo, y os lo explicaré más despacio.
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Donde varios hombres o, si queréis, varios sabios se reúnen a pensar en común hay un orangután invisible que piensa por todos. Frase ingeniosa, que expresa una verdad incompleta. Porque en los diálogos platónicos, si alguien piensa por todos, es nada menos que Sócrates. Nada menos que Sócrates, y nadie más... que el divino Platón. [10]
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Fugit irreparabile tempus. He aquí un latín que siempre me ha preocupado hondamente. Pero mucho más este dicho español: dar tiempo al tiempo. Meditad sobre lo que esto puede querer decir.
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Sólo en el silencio, que es, como decía mi maestro, el aspecto sonoro de la nada, puede el poeta gozar plenamente del gran regalo que le hizo la divinidad, para que fuese cantor, descubridor de un mundo de armonías. Por eso el poeta huye de todo guirigay y aborrece esas máquinas parlantes con que se pretende embargarnos el poco silencio de que aún pudiéramos disponer.
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El verdadero invento de Satanás –profetizaba Mairena– será la película sonora en que las imágenes fotografiadas, no ya sólo se muevan, sino que hablen, chillen y berreen como demonios dentro de una tinaja. El día en que ese engendro se logre coincidirá con la extensión del empleo de los venenos insecticidas al aniquilamiento de la especie humana. Por una vez estuvo Mairena algo acertado en sus vaticinios; porque la película sonora y el uso bélico de los gases deletéreos son realmente contemporáneos. Que sean dos fenómenos concomitantes, como efectos de una misma causa, es muy discutible. Sin embargo...
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De ningún modo quisiera yo –habla Juan de Mairena a sus alumnos– educaros para señoritos, para hombres que eludan el trabajo con que se gana el pan. Hemos llegado ya a una plena conciencia de la dignidad esencial, de la suprema aristocracia [11] del hombre; y de todo privilegio de clase pensamos que no podrá sostenerse en lo futuro. Porque si el hombre, como nosotros creemos, de acuerdo con la ética popular, no lleva sobre sí valor más alto que el de ser hombre, el aventajamiento de un grupo social sobre otro carece de fundamento moral. De la gran experiencia cristiana todavía en curso, es ésta una consecuencia ineludible, a la cual ha llegado el pueblo, como de costumbre, antes que nuestros doctores. El divino Platón filosofaba sobre los hombros de los esclavos. Para nosotros es esto éticamente imposible. Porque nada nos autoriza ya a arrojar sobre la espalda de nuestro prójimo las faenas de pan llevar, el trabajo marcado con el signo de la necesidad, mientras nosotros vacamos a las altas y libres actividades del espíritu, que son las específicamente humanas. No. El trabajo propiamente dicho, la actividad que se realiza por necesidad ineluctable de nuestro destino, en circunstancias obligadas de lugar y de tiempo, puede coincidir o no coincidir con nuestra vocación. Esta coincidencia se da unas veces, otras no; en algunos casos es imposible que se produzca. Pensad en las faenas de las minas, en la limpieza y dragado de las alcantarillas, en muchas labores de oficina, tan embrutecedoras... Lo necesario es trabajar, de ningún modo la coincidencia del trabajo con la vocación del que lo realiza. Y este trabajo necesario que, lejos de enaltecer al hombre, le humilla, y aun pudiera degradarle, el que debe repartirse por igual entre todos, para que todos puedan disponer del tiempo preciso y la energía necesaria que requieren las actividades libres, ni superfluas ni parasitarias, merced a las cuales el hombre se aventaja a los otros primates. Si queda esto bien asentado entre nosotros, podremos pasar a examinar cuanto hay de supersticioso en el [12] culto apologético del trabajo. Quede para otro día, en que hablaremos de los ejércitos del trabajo.
Escribir para el pueblo –decía mi maestro– ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos, claro está, de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas inagotables que no acabamos nunca de conocer. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España; Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Por eso yo no he pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular. Siempre que advirtáis un tono seguro en mis palabras, pensad que os estoy enseñando algo que creo haber aprendido del pueblo.
Antonio Machado
http://www.filosofia.org/hem/193/hde/hde01007.htm
Nació en Tapachula, Chiapas, el 2 de diciembre de 1899; murió en la ciudad de México el 25 de septiembre de 1977. Escritor, periodista y educador. Profesor normalista, realizó cursos de posgrado en las universidades de Madrid, París, Berlín y Roma (1925-32). Fue profesor de la Escuela Nacional de Maestros (1935) y de la Universidad Nacional Autónoma de México, director de la Escuela Secundaria número 1 y de la Escuela Secundaria Experimental (1939-58), así como profesor y director de la Escuela Normal Superior. Redactor de El Demócrata (1920), secretario de redacción de El Universal Ilustrado (1921), donde publicó la sección "Mientras el mundo gira", con el pseudónimo de Silvestre Paradox. En el mismo periódico se publicó por entregas su primera novela La señorita Etcétera (1922). Director del suplemento dominical de El Nacional (1933). Participó en el programa de cursos radiofónicos de la Secretaría de Educación Pública, promovidos por Agustín Yáñez, y formó los primeros grupos de teatro escolar, junto con Dolores Velázquez, Germán Cueto y Ermilio Abreu Gómez. Participó en la elaboración de los programas de educación artística de la Escuela Nacional de Maestros (1934), fundó las escuelas nocturnas de arte para trabajadores (1935) y los cursos para posgraduados (1936), antecedente de la Escuela Normal Superior. Fue una de las principales figuras del estridentismo. Miembro de la Sociedad Internacional de Críticos de Arte. Maestro en letras ex oficio por la Escuela Normal Superior (1939). En 1949 el gobierno francés lo condecoró con las Palmas Académicas.
Obra publicada
Ensayo: Historia materialista del arte, Talleres Gráficos de la Nación, 1936. || Introducción, organización, interpretación y dirección del teatro de muñecos, s.p.i. 1936. || Evolución histórica de la literatura universal, Ediciones Fuente Cultural, 1941; edición corregida y aumentada con el título Literatura universal, Botas, 1951. || El arte y la estética, Ediciones Fuente Cultural, 1945. || El trabajo y el amor, s.p.i., 1945. || Teoría literaria del modernismo, Botas, 1949. || Elementos del lenguaje y didáctica de la expresión, Tipografía Mercantil, 1953. || Fundamentos de la historia del arte, Patria, 1953. || Fundamentos de la literatura mexicana, Patria, 1953. || Análisis de la expresión literaria, Ediciones de Andrea, 1965.
Narrativa: La señorita Etcétera, El Universal Ilustrado, 1922. || El café de nadie, Horizonte, Xalapa, 1926. || Un crimen provisional, Horizonte, Xalapa, 1926. || El viaje redondo, Revista de Revistas, 1929. || Cuentos del día y de la noche, Editorial Don Quijote, 1945. || La volanda, s.p.i., 1956. || El picaflor, Costa Amic, 1961. || El viaje redondo. Cuentos del día y de la noche, Botas, 1962. || Luzbela, Costa Amic, 1966.
Poesía: El sendero gris y otros poemas inútiles 1919-1920, H. Barrales, 1920. || Cantata a las muchachas fuertes y alegres de México, s.p.i., 1940. || Poemontaje, Ediciones de Andrea, 1968.
Antología: Sincrónicas (compilación, selección y prólogo de Lénica Puyhol, viuda de Vela), Liberta-Sumaria, Continente, núm. 2, 1980. || El café de nadie. Un crimen provisional. La señorita Etcétera, CONACULTA, Lecturas Mexicanas. Tercera serie, núm. 20, 1990.
Recursos electrónicos
Ensayo: Sandra María Benedet: “La narrativa del estridentismo: La señorita Etc. de Arqueles Vela”, revista-iberoamericana.pitt.edu, núm. 224, julio septiembre de 2008.
http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/catalogo-biobibliografico/fechas-extremas/1514-vela-arqueles?showall=1
- Erasmo Castellanos Quinto
Nació en Santiago Tuxtla, Veracruz, en 1879 y murió en la ciudad de México en 1955. Hombre de fascinante personalidad, se graduó de abogado en la capital de la República. Dejó la profesión para dedicarse íntegramente a las letras. Escritor, poeta, profesor de literatura española en la Escuela Nacional Preparatoria y de Literatura Castellana y Literatura General den la Facultad de Filosofía y Letras. Las historias de la literatura mexicana no lo mencionan, de tal suerte que al morir no se tuvieron a la mano ni siquiera los datos más esenciales de su biografía, y todo se redujo a referir pormenores de su vida, un poco pintoresca en más de un aspecto. Uno de sus rasgos es que no se preocupó por cultivar su fama. Se conformó con mantenerse fiel a su vocación de lector voraz, de escritor parco, de maestro para quien ninguna literatura era desconocida. Si no le quitaban el sueño la opinión de los discretos, menos podía alterarlo el juicio de los necios. Las burlas y las incomprensiones no lo sacaron de quicio. Como otro escritor mexicano, Guillermo Prieto, Castellanos Quinto vestía con desaliño. El paliacate del uno tenía su equivalente en el bombín del otro. Y así como Prieto se llevaba muy bien con las muchas del servicio, y de toda criatura que padeciera desamparo, así fueran gentes o animales. Estaba inscrito don Erasmo en la lista de los hombres para quienes ningún dolor podía no ser suyo en un momento dado. Y le alcanzaba el amor y el sentimiento de solidaridad humana para equilibrar con ellos lo que en su conducta pudiera haber con apariencia de locura. Sus clases, más tales, eran representaciones, improvisados espectáculos en los que él era todo: actor, director, apuntador, público y empresario. De memoria, sin la ayuda de los libros, explicaba los textos inmortales: La Ilíada y la Odisea, La Divina Comedia y el ingenioso hidalgo Don quijote de la Mancha, trances en que manifestaba como actor extraordinario. Quien le vio representar esas obras, y le oyó la explicación de ellas, las recordará para siempre. En esos capítulos era una autoridad universalmente reconocida. Gran cervantista, excelso helenista, connotado medievalista, son epítetos que fueron aplicados. Conocía al dedillo aquellas obras y gozaba explicándolas y hacía gozar a sus oyentes. La poesía de Erasmo Castellanos Quinto se emparienta con algunos de nuestros poetas de hace medio siglo, con algún momento de Urbina, pudiera decirse. Símbolos faciales, evidentes; buena versificación, un claro sentimiento del paisaje y de las cosas próximas, son algunos de los atributos de su poesía. Esto tuvo como a característica singular que ninguna otra mano intervenía en sus creaciones .Castellanos Quinto era responsable de su libro desde su simiente hasta que estaba impreso. De allí que fuera a un tiempo autor, impresor, encuadernador y dibujante. Publicó: Hombre de fascinante personalidad. Del Fondo del Abra (1919), y después de su muerte apareció Poesía inédita (1962). (Recopilación de su poesía por Roberto Oropeza).
Reseña: Mtro. Efraín Becerra Juárez
http://biblio.unam.mx:8030/index.php/la-biblioteca/7-historia-de-la-biblioteca
Ethel Krauze
Es este el título de un libro que encontré en el intento de biblioteca de la escuela secundaria, algún tiempo después de que descubrí mi aficción a las letras. Nunca lo devolví, y me alegro mucho, pues es una obra que me ha enseñado muchas cosas. La autora es Ethel Krauze ('Donde las cosas vuelan' y 'Cuatro mujeres en Nueva York') que narra de una manera muy amena cómo es que ella se acercó a la poesía, pues de esta forma quiere contarnos que los caminos son infinitos, la cosa es saber seguirlos con devoción. Este libro forma parte de la colección 'Como acercarse a...' del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Fondo editorial de Querétaro; publicado por Noriega Editores. Espero que los fragmentos que transcribiré a continuación, te muestren unas pocas de las milones de puertas que hay para acercarse a la poesía.
p r ó l o g o.
Nada que parezca manual de escuela, nada que huela a moho de anaquel, de ninguna manera un archivero académico recargado de datos y nombres, ni de lejos la solemnidad de la toga y el birrete... Entonces, ¿cómo escribir algo que acerque a la gente a la poesía? Me lo pregunté muchas veces. Y un día encontré la verdadera pregunta: ¿cómo me acerqué yo a la poesía? Y descubrí que, respondiéndomela, hallaría la única forma de escribir este libro. Vida y poesía van de la mano y se entreveran hasta convertirse una en resultado de la otra, porque la poesía, más que un conocimiento de mundo, es experiencia entrañable, visceral, es una manera de estar en el mundo.
Este libro es un testimonio, el mío -¿de qué otra cosa puedo dar fe si no es de lo que yo misma he vivido?-, y no pretendo enseñar ¡quién sabe que sea enseñar poesía!, sino contagiar el amor que le tengo y que ha dado sentido a mi existencia. Te asomarás a mis asombros, mis amores y mis pesadillas; no tengo otra manera de llegar a tí si no es entregándote mi alma, que entregarla es el camino que me ha acercado a la poesía. (...)
Todos los caminos llevan a la poesía, si quieres llegar ahí. Éste es sólo uno.
Ethel Krauze. abril de 1991
+ Porque los libros no sólo se leen con los ojos, hay que tentarlos como se tienta un cuerpo hermoso y muy amado, al desnudo, sin pudores, sin retinencias.
+ Un mal libro es peor que una traición.
+ Sólo se aprende a leer, leyendo.
+ (...) había encontrado la profunda verdad que hay en la literatura: no importa que las cosas sucedan o no en el mundo exterior, lo importante es expresar lo que ocurre en el mundo interior, ése que compartimos secretamente.
+ Para leer un buen poema hay que 'entrar' en él, tomarlo como se toma un buen vino ¿qué importa su añada, su cosecha, su región? Vas haciendo paladar al ir bebiendo, vas haciendo camino al andar como quiere Machado. Cuando un rostro te hipnotiza , no tratas de entenderlo, te sumerges en su contemplacion.
+ La poesía da para todos los ojos que quieran mirarla, para todos los oídos atentos a escucharla, porque es un diálogo personal entre el poema y tú. Aunque un millón de lectores lean el mismo libro, el poeta simpre estará hablándote a tí, a tus propias emociones, a tus secretos inconfesados, y tu le responderás con tu voz interior, que es la verdadera, la que saldrá a la luz, para tu propia sorpresa. En realidad, es todo lo que hay que saber para acercarse a la poesía.
+ Los poetas no son vacas sagradas a las que hay que poner en un pedestal, no son intocables ni infalibles; no son seres de otro mundo y ninguna musa trasnochada los inspira. Son como tú y como yo, sólo que escuchan su voz interior y la expresan con palabras, y esas palabras nos hacen descubrir nuestra propia voz.
+ (...) descubrió que la poesía era un juego, pero un juego que hace temblar al corazón.
+ (...) el arte es sólo forma: cuando contemplamos un cuadro vemos lienzo, líneas y colores; en la música oímos sonidos y silencios; en la danza hay movimiento, y en la poesía, palabras. Nada más. El arte se produce por una determinada combinación de estos elementos formales, donde el contenido, el significado, o el fondo, como quiera llamársele, logra expresarse a plenitud. Es la forma la que separa a la poesía, del lenguaje común, es la forma la que da hondura y vastedad a la emoción que uno quier comunicar con las palabras. Dice el poeta:
Corrientes aguas, puras, cristalinas,
verde prado de fresca sombra lleno...
y la poesía no está en lo que dice, sino en cómo lo dice; gracias a esta determinada manera de decirlo, lo que dice se nos vuelve tranparente, las orejas se alegran con la música de las palabras, y el corazón se llena de suavidades y frescuras. Si cambiamos el orden de las palabras, por ejemplo así:
Aguas corrientes, cristalinas, puras,
prado verde lleno de sombra fresca...
hemos matado a la poesía, aunque el siginificado quede intacto. Hemos cancelado la forma para quedarnos con el fondo; es decir, hemos suprimido el arte, que en poesía es un ritmo, cadencia, sonoridad, armonía.. Pero además, también el significado ha padecido, ha perdido fuerza, capacidad expresiva, singularidad, nos dice 'menos' de lo que nos decía el poema original.
+ (...) la realidad de la poesía es más que la diaria realidad, en nuestro ir y venir cotidiano sólo vemos esta nube, o aquélla otra, estos ojos que tenemos adelante y que olvidaremos mañana; tenemos una visión dispersa y fragmentada del mundo, y con escasa memoria, que sólo sirve para vivir día con día. Pero en la poesía, las palabras no aluden únicamente a un objeto determinado, sino que encierran significados múltiples y animan nuestra memoria para hacerlos presentes y simultáneos; ésto es lo que da unidad y riqueza a nuestra visión del mundo.
+ Eso de llamarle 'ficción' a la literatura es una pobre y malévola deformación. Parecería el reino de la mentira, de lo falso, y por lo tanto, de lo inocuo. Parecería que la literatura nada tiene que ver con la carne y los huesos nuestros de cada día. Y es, sin embargo, todo lo contrario. En ella se encuentran las verdades fundamentales de la condición humana.
La literatura no es ficción, sino conocimiento profundo del ser humano. No inventa, descubre; no copia, crea; es una lente de aumento, muy ancha y microscópica a la vez, donde nos miramos nosotros.
+ El término literatura para definir al arte de la palabra fue acuñado hacia el siglo XVII, el de las Luces en su afán por sistematizar el conocimiento, ponerle orden a través de nuevas nomenclaturas y redefiniciones. Entonces, se habló de géneros literarios supuestamente diferenciados. Pero allá, en el principio, la palabra sagrada, es decir, ya fuera de Dios o de las Musas, la palabra que trasciende, que crea, que transforma, era llamada poesía. Acaso este término sigue siendo el más puro, el más directo, el que revela la entraña misma de este arte.
Todo lo que se escribía se hacía en verso. La poesía que hablaba de las hazañas de un pueblo a través de sus héroes era llamada épica, como la Ilíada y el Mio Cid. La que se refería a las emociones más íntimas y personales, era la lírica, como toda la amorosa. Y la que se desarrollaba en un escenario donde se representaban acciones, era la poesía dramática, como la obra de Shakespeare. La noción de escritor, en vez de poeta es muy posterior y surge cuando vuelven a clasificarse la épica, la lírica y la dramática. La épica hacía las veces de historia; cuando la historia se convierte en ciencia social, autónoma, y el periodismo surge como vocero de la notica, la poesía épica ha de encontrar un nuevo aliento, al que se llama narrativa. El verso desaparece y sus formas de expresión se vuelven novelas, cuentos y crónicas. La dramática evoluciona en función del escenario, busca otros lenguajes diferentes al verso y sale de la poesía para convertirse en otro arte, autónomo: el teatro. Sólo la lírica queda intacta, y es la que hoy en día llamamos poesía, según los cánones académicos. De tal modo, el término poesía quedó tan reducido que fué necesario encotrar otro que reuniera a todas estas formas de expresión: novelas, cuentos, crónicas, poesía; literatura fue el elegido.
+ Todo aquello era poesía. sin saber si se trataba de un cuento, una novela o un diario. Y todo es poesía. Por que la poesía no está en la artesanía de cortar renglones y rimarlos, sino en el espíritu que anima a ese conjunto de palabras para crear con ellas una experiencia única, como revela su concepto original (...) y acabo de leer en Jules Renard lo siguiente: "quisiera ser, en prosa, un poeta muerto al que se le echa de menos; la prosa debe ser un verso que no conserva el renglón".
http://deietraferit.estigia.net/acercate.htm
PROBEMOS ESTAS TRADICIONES
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