Trabajo final: Canasta básica del
profesor de Literatura 1
Por Hernán Cortés Romero
Los plasmidios
de Hernán Cortés
¿Qué pondría en la canasta al ir al mercado?
Entre las joyas literarias que han marcado mi corazón se encuentran
algunos versículos de la epístola de
Pablo a los romanos en la Biblia, un verso de
José Martí, un verso de Manuel Gutiérrez Nájera, un verso de Amado Nervo
y un verso de Pablo Neruda.
Son palabras que me repetía mi padre y han nutrido mi alma, han
orientado mi conducta, han consolado mi espíritu, se han grabado en mi mente. Y
aunque el tiempo transcurre, aquellas palabras permanecen como una referencia
indestructible.
La
palabra de Pablo a los romanos: “…Si Dios está de nuestra parte, ¿Quién podrá
estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿Cómo no habrá de darnos generosamente, junto con
él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que
justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó ,
y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la
angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la
violencia?...Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los
ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo
alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del
amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos
8:31-39)
El
verso de José Martí:
“Cultivo una rosa blanca, En
julio como en enero, Para el amigo sincero Que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca El
corazón con que vivo, Cardo ni ortiga cultivo: Cultivo la rosa blanca.”
Un verso de Manuel Gutiérrez Nájera:
PARA ENTONCES
Quiero morir cuando decline el día
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: "Soy tuya",
aunque, sepamos bien que nos traiciona.
Quiero morir cuando decline el día
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: "Soy tuya",
aunque, sepamos bien que nos traiciona.
Un verso de Amado Nervo:
AméEN PAZ
Artifex vitae artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Artifex vitae artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Un poema
de Pablo Neruda:
POEMA
20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Nutrientes del plasmidio de
Hernán Cortés Romero
Cultivo una rosa blanca
En Junio como en Enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.
En Junio como en Enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo
cultivo una rosa blanca.
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo
cultivo una rosa blanca.
Este texto literario, siendo el
autor José Martí, lo considero una herencia de mi padre. Voy a intentar valorarlo desde diferentes perspectivas:
conocimiento del mundo, experiencia estética, producto nuevo y revelación
metafísica. No sé si será posible que yo encuentre gran cantidad de nutrientes
dentro de estas líneas del poema. Voy a proponerlo.
En cuanto al conocimiento
del mundo, mi padre solía decirme que la mejor herencia que él me podía dejar
era una agenda llena con teléfonos de sus amigos. Porque el dinero se acaba,
pero los amigos permanecen. Y en tiempos difíciles, cuando no hay dinero, un
amigo nos puede ayudar. Entonces estas líneas nos recomiendan ser amables y
generosos con los amigos en junio como en enero, a la mitad del año y al
principio del año. Un amigo sincero es un gran tesoro porque te extiende su
mano franca en cualquier momento, mayormente en la necesidad. También mi padre
me recomendaba no responder al mal con otro mal, sino responder con una actitud
pacífica a quien quiere ser tu enemigo. Mi padre solía decir que sus enemigos
eran afortunados, porque él haría una oración a Dios por ellos.
En cuanto a la experiencia
estética he disfrutado este poema porque hay un contraste entre el amigo que
da, que extiende su mano franca, y el cruel que nos arranca el corazón con que
vivimos. Hay un contraste entre la rosa tersa y blanca con el cardo y la ortiga
que irritan la piel de quien las toca. En este poema hay una musicalidad y un
ritmo que se basa en su métrica octosilábica. La imagen suave, fresca y tersa
de la rosa blanca se contrapone a la áspera ortiga y el cardo. En este poema
hay contrastes o antítesis, como se llama a esta figura retórica, que nos
muestran un equilibrio. Este equilibrio también se presenta entre el amigo
sincero que me da su mano franca y el cruel que
me arranca el corazón con que vivo. Y que siendo esta última expresión una
hipérbole, también provocan una contemplación estética.
En cuanto a la revelación
mística, creo que este poema me conecta con el valor o con el sentimiento más
importante que podemos aprender y vivir. Se trata del amor que se sobrepone al
odio, de la generosidad que vence la mezquindad, del bien que vence al mal: la
rosa blanca se cultiva para el amigo sincero y también para aquel que nos odia,
que es nuestro enemigo, que quiere acabar con nuestra vida. Así que el poema es
un triunfo del amor, es un himno a la alegría, es la declaración de la paz
hacia todos los hombres, inclusive mis enemigos.
En cuanto a un producto
nuevo, es una articulación de palabras que por sí solas podrían servir de
ideario de valores, de ley suprema, de síntesis constitucional, de tesoro
jurídico, de piedra angular de la convivencia entre los hombres y entre los
pueblos, de garantía de un mundo que viva en paz. Acaso a partir de estas
palabras se podría escribir una ley reglamentaria de la convivencia en el
matrimonio, en la familia, en la ciudad, en la nación y en el mundo entero.
¿Por
qué tendríamos que leer/ingerir/saborear estos textos?
Por Hernán Cortés Romero
El cuento de Macario, de Juan Rulfo, parece
retratar una relación estrecha entre un niño y una mujer adulta. Macario relata
lo que ocurre en la casa de su madrina. Allí viven su madrina, la cocinera
Felipa, y él. Hay un contacto físico entre Macario y Felipa, a quien quiere
mucho. Macario es alimentado por Felipa, ya que Felipa comparte su comida con
él, quien siempre tiene hambre. Macario relata que Felipa va a su habitación y
se acuesta con él y le ofrece chupar sus “bultos” que ella tiene cerca de las
costillas. “La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco”. La leche
de Felipa es dulce y caliente y a Macario le gustaba mucho beberla, pues
mientras bebía, Felipa le hacía cosquillas por todas partes. Esta forma de
narrar y describir la relación entre Felipa y Macario suena como una expresión
artística-que no usa lenguaje científico- para expresar la verdadera naturaleza
de lo real, como diría Whitehead. El lenguaje en la obra literaria no transmite
significado: provoca placer estético. No es ni verdadera ni falsa, según
Gilson. La narración y la descripción no nos dice que se trata de un contacto
físico inapropiado entre un adulto y un niño que no sabe distinguir las partes
del cuerpo, sino que la narración provoca placer estético al “exacerbar nuestra
sensibilidad” al leer que Macario chupa los “bultos” o, mejor dicho, los senos
de Felipa. Tomamos conciencia de la emoción configurada en una imagen: Macario
chupa la leche dulce de los “bultos” de Felipa. Esta toma de conciencia como
lectores se llama emoción estética, según Collingwood. La descripción artística
que hace Macario de su contacto físico con Felipa corresponde a la dinámica
vital de sentimientos no traducibles al lenguaje discursivo, según Langer.
Por otra parte, el niño Macario está
atrapado en sus miedos. Le tiene miedo a su madrina y le tiene miedo al
infierno. Aparece Felipa y calma la angustia de Macario por irse al infierno.
Felipa chantajea a Macario cuando quiere estar con él, diciéndole que él tiene
demonios, que está lleno de pecados, y que ella le pedirá al Señor que lo
perdone. Ella le hará ese favor a Macario. También la madrina de Macario le ha
dicho que si hay chinches, cucarachas y alacranes en su cuarto, se va a ir al
infierno por su maña de pegarle al suelo con su cabeza. También Felipa le ha
dicho a Macario que los grillos hacen ruido para que no se oigan los gritos de
las ánimas que están penando en el Purgatorio. El día en que se acaben los
grillos-dice Felipa-, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y
todos echaremos a correr del susto. Macario dice que el día que deje de comer se
irá al infierno y de allí no podrá sacarlo nadie, ni siquiera Felipa. Para
Macario el infierno es parte de su vida, de su imaginación, de su destino.
Bachelard ha dicho que la función de lo irreal es más humana que la función de
lo real; sin la irrealidad el hombre no podría alcanzar el sentimiento de su
propia existencia. Para Macario pesa mucho el infierno, que no es parte de la
realidad, sino de la irrealidad. La creencia en el infierno, que comparten
Macario, su madrina y Felipa, pone de manifiesto las “cualidades metafísicas”,
son la atmósfera, según Ingarden.
En cuanto al texto “La rosa amarilla” de
Borges, Marino ve en la rosa la eternidad, no en sus palabras. Aquella rosa,
para Marino, proyecta eternidad-que es irreal-, mientras sus palabras no lo
hacen. La función de lo irreal es más humana que la función de lo real, según
Bachelard. Hay un goce estético, que no es un placer fundado en la ficción:
ficticios son los elementos que emplea el artista, en cuanto son supuestos o
virtuales…la resultante es la expansión de la conciencia en la dimensión
imaginaria. Marino vio aquella Rosa y su imaginación se expandió al ver en ella
eternidad. La rosa amarilla impulsó su imaginación y el lector también ve en
ella una dimensión imaginaria llamada eternidad. También Marino vio en aquella
penumbra de oro una cosa que no formaba parte del mundo, sino algo agregado,
fuera del mundo. Esta obra de arte-como diría Ingarden-pone de manifiesto las
“cualidades metafísicas”: lo trágico, lo sublime, lo conmovedor, etc.
UNA ROSA
AMARILLA.
Jorge Luis
Borges.
Ejercicio de
Hernán Cortés Romero
Enseguida voy a subrayar las palabras del ser
y mostrar en una letra cursiva las palabras del hacer.
"Ni aquella tarde ni la otra murió el ilustre
Giambattista Marino, que las
bocas unánimes de la Fama (para usar una imagen que le fue cara) proclamaron el nuevo Homero y el nuevo Dante, pero el
hecho inmóvil y silencioso que entonces ocurrió fue en verdad el último de su
vida. Colmado de años y de gloria, el hombre se moría en un vasto lecho español de
columnas labradas. Nada cuesta imaginar a unos pasos
un sereno balcón que mira al poniente y, más abajo, mármoles y laureles y un jardín que duplica sus
graderías en un agua rectangular. Una
mujer ha puesto en una copa una rosa amarilla; el hombre murmura los versos inevitables que a él
mismo, para hablar con sinceridad, ya lo hastían un poco:
"Púrpura del jardín, pompa del prado.
Gema de primavera, ojo de abril..."
Entonces ocurrió
la revelación. Marino
vio la rosa como Adán pudo verla en el paraíso y sintió que ella estaba en su
eternidad y no en sus palabras, y que podemos mencionar o aludir, pero no expresar, y que los altos y soberbios volúmenes que formaban en un ángulo
de la sala una penumbra de oro no eran (como su
vanidad soñó) un
espejo del mundo, sino una cosa más agregada al mundo.
Esta iluminación alcanzó
Marino en la víspera de su muerte, y Homero y Dante la alcanzaron también."
La gloria
eterna
Por Hernán Cortés Romero
Aquella rosa amarilla
que se puso en el florero comenzó a deshojarse, languideció, perdió su color,
se marchitó… el ilustre poeta Giambattista Marino vio aquel fenómeno. Su
entendimiento se alumbró: la flor era semejante a su vida. Llegó a la vejez, después
de haber escrito muchos libros, y se dio cuenta que su vida terminaba. Sus
fuerzas se disminuían, no podía sostenerse en pie, su cara se demacraba, sus
brazos y piernas ya no tenían tono muscular, comenzaba su agonía. Aunque
recordaba los versos que había escrito y los murmuraba entre dientes, ya no
tenían el poder de levantar su cuerpo, ya no servían para fortalecer su ánimo.
En la víspera de su
muerte, vio el crepúsculo que resplandecía en su lúgubre habitación, y tuvo una
revelación: Escuchó a un Ángel del Señor que le dijo: “Bienaventurados de aquí
en adelante los muertos que mueren en el Señor. Descansarán de sus trabajos, pero sus obras los siguen.”
Aquella visión reconfortó el espíritu del poeta: podía morir tranquilo,
sabiendo que sus palabras continuarían, aunque él dejara de existir. El desfallecía, pero lograba la ansiada
eternidad: sus palabras permanecerían para las futuras generaciones.
También alcanzaron esta visión Homero, Dante, Sor Juana Inés de la
Cruz, Octavio Paz…
Localizando al rey, la reina, las doncellas y los pajes.
Por
Hernán Cortés
Dos textos elegidos:
Naufragio
“¡Arriad el foque!”, ordena el capitán.
“¡Arriad el foque!”, repite el segundo. “¡Orzad a estribor!”, grita
el capitán. “¡Orzad a estribor!”, repite
el segundo. “¡Cuidado con el bauprés!”,
grita el capitán. “¡El bauprés!”,
repite el segundo. “¡Abatid el palo de mesana!”,
grita el capitán. “¡El palo
de mesana!”, repite
el segundo. Entretanto, la tormenta arrecia y
los marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no
encontramos pronto un diccionario, nos vamos
a pique sin remedio.
Ana María Shua
En el texto de Shua
observo un equilibrio entre el rey (sustantivos y adjetivos) y la reina (los
verbos). Las doncellas (artículos, pronombres y adverbios) auxilian a la reina.
Yautepec
Un río apacible de linfas transparentes
y serenas que no es
impetuoso más que en las crecientes
del tiempo de lluvias, divide el pueblo y el bosque,
atravesando la plaza, lamiendo dulcemente
aquellos cármenes y dejándose robar sus aguas por
numerosos apantles que las dispersan en todas direcciones.
Ese río es verdaderamente el
dios fecundador de la comarca y el padre de los dulces frutos que
nos refrescan, durante los calores del estío, y que alegran las fiestas populares en
México en todo el año.
Ignacio Manuel
Altamirano
En este texto de Altamirano predomina el rey
(los sustantivos y los adjetivos). La reina(los verbos) casi no se presenta.
Nuevo
texto:
México naufraga
Un río apacible recorría al pueblo de México. No
era impetuoso más que en las crecientes en tiempo de lluvia. El río era padre
de los dulces frutos que nos refrescaban durante los calores del estío, y
alegraba las fiestas populares de México. La tormenta arreció. ¡Alguien está
robando las aguas serenas de México! El
capitán grita: “¡Arriad el
foque!”, “¡Orzad a estribor!”, “¡cuidado con el bauprés!”, “¡abatid el palo de
mesana!” El pueblo y los marineros corremos de un lado a otro desconcertados.
Si no encontramos pronto un diccionario, en México nos vamos a pique sin remedio. Hernán Cortés Romero
Práctica
docente de Hernán Cortes
Voy a describir enseguida una experiencia de enseñanza
y aprendizaje con los jóvenes de preparatoria. Presenté a los alumnos un
fragmento de la novela “El Zarco” de Ignacio Manuel Altamirano. Leyeron un
capítulo que se titula “Yautepec”. Después que guardaron el texto les
indiqué que haría un dictado. Leí el
párrafo y ellos lo escribieron. Luego ellos me devolvieron su escrito y lo
intercambiaron con los demás compañeros. Les pedí que lo revisaran y lo compararan con el texto
original que habían leído. Se sorprendieron al estar revisando la ortografía de
su compañero; mientras que para mí ha sido el pan de cada día. El fragmento que
les dicté fue el siguiente:
“Un río apacible de
linfas transparentes y serenas que no es impetuoso más que en las crecientes
del tiempo de lluvias, divide el pueblo y el bosque, atravesando la plaza,
lamiendo dulcemente aquellos cármenes y dejándose robar sus aguas por numerosos
apantles que las dispersan en todas direcciones. Ese río es verdaderamente el
dios fecundador de la comarca y el padre de los dulces frutos que nos
refrescan, durante los calores del estío, y que alegran las fiestas populares
en México en todo el año.”
Creo que yo leí correctamente el texto al dictarlo.
Sin embargo, me sorprendí al ver que varios jóvenes escribieron una palabra
distinta a la que yo había dicho. Se trata de la palabra “apantle”. Yo leí así
la palabra, pero los jóvenes escribieron “apancle”. Luego les comenté que es común en Morelos hablar de esa forma.
Les dije que ellos habían guardado en su memoria auditiva la palabra –como la
pronuncian en su comunidad- y así la habían escrito, pero la palabra correcta
era “apantle” con t (La maestra Ethel me dijo que en la pronunciación del
náhuatl es correcto decir “apancle”). Otros escribieron “lambiendo” en lugar de
lamiendo. Lambiendo es una forma en desuso, es una palabra antigua. Supuse que
en la comunidad se sigue usando la antigua palabra. Llego a concluir que a la
hora de escribir nos remitimos con frecuencia a las palabras que están en nuestra
memoria auditiva, aunque no sean ortográficamente correctas, y así las
escribimos. En Hueyapan hay mujeres que venden “alcartaces”-como ellos le
llaman-, en lugar de llamarles alcatraces. Esas palabras que se repiten y las
escuchan las generaciones más jóvenes, luego las escriben del mismo modo que
las escucharon.
En un pueblo donde predomina la cultura
oral, la escritura toma la misma forma que la pronunciación, aunque sea
ortográficamente incorrecta. Conviene-les reiteré a los jóvenes- que incrementemos
la memoria visual al leer más textos. A mayor lectura habrá mayor memoria visual y, por lo tanto, menos
faltas ortográficas. A menor lectura habrá menor memoria visual y, por lo
tanto, mayor número de faltas ortográficas. El desafío es incrementar la
memoria visual de los jóvenes, proponiendo lecturas constantemente, y de esa
forma reducir su dependencia de la memoria auditiva, que es la que ha
predominado en un pueblo con una cultura oral.
¿Puedo
escribir el texto más bello de este mundo?
Joven Bachiller de
Hueyapan...
Joven Bachiller de
Hueyapan
Piensa lo que vas a hacer
Has terminado una etapa
Hay un mundo que conocer...
Joven bachiller de Hueyapan
Analiza tu proceder
Sigue estudiando mañana
La forma mejor
de vencer.
Joven Bachiller de Hueyapan
Muy valiente debes de ser
Sube
rumbo a la montaña
El tiempo no debes perder.
Joven Bachiller de Hueyapan
Decide lo que vas a hacer
Feliz camina a la cima
Con esfuerzo la podrás ver.
Joven Bachiller de Hueyapan
Sabio y prudente puedes ser
Tu mente y cuerpo respeta
Y sano lograrás crecer.
Joven Bachiller de Hueyapan
El ambiente se va a perder
Cuida el agua de tu tierra
Tesoro ha de permanecer.
Joven Bachiller de Hueyapan
Valor y amor es menester
Si siembras rosas ahora
Los rosales vas a tener.
Joven Bachiller de Hueyapan
Agradecido muestra ser
Bendice a Dios por tu vida
Honra a quien te cuidó al
nacer.
“El colibrí”
Octava
pregunta: ¿Qué necesito sacar de mi
canasta? Por Hernán Cortes
Creo que la literatura no tiene la culpa que
yo sea profesor. Creo que en gran medida he desvirtuado la literatura con mi
forma de actuar como docente o profesor. Así como he “aprendido” a ser profesor
de una materia como literatura, he de desaprender actitudes e ideas
inconvenientes para acercarme a la literatura. Una de ellas es pensar que los
“errores ortográficos” deben castigarse o señalarse con una cruz. Esa es
regularmente mi primera reacción ante aquellos jóvenes que escriben. No debería
de ser así. Las “faltas” ortográficas tienen que ser atendidas en su causa. Y
la causa de las “fallas” ortográficas es la poca lectura entre los jóvenes.
Entonces, la tarea de un profesor de literatura no es “criminalizar” los
errores ortográficos, sino fomentar la lectura, familiarizar a los jóvenes con
los textos más bellos que se han escrito, de tal manera que el lenguaje llegue
a ser un utensilio que ellos manejen para expresarse y construir su
pensamiento.
La idea de que solamente pueden escribir
los sabios o los que han estudiado nos perjudica antes que beneficiarnos. Si
seguimos considerando que solamente un pequeño grupo “puede escribir”, nos
estamos descalificando y también descalificamos a niños o jóvenes que pueden
con libertad y creatividad usar el lenguaje para narrar un cuento o una
historia cotidiana. Recuerdo el caso de los niños que dirigió el compañero
Joaquín para que escribieran y fueran dueños de sus palabras. De ser unos niños
sin voz, se volvieron la voz de su pueblo, el orgullo de sus padres, los
“creadores incultos”. Y nos sorprendieron a todos con su habilidad para
describir y narrar lo que ellos vivieron.
Entonces hay que desechar el prejuicio que solamente los más ilustrados
pueden escribir. También pueden escribir los niños y los jóvenes.
Las “clases” de literatura o de redacción
no tienen que ser teóricas o llenas de conceptos que son lejanos a los niños o
jóvenes, sino que la hora de literatura tiene que ser un encuentro con las
obras de arte literario. El momento de la literatura ha de ser una experiencia
estética que toque al alumno y lo haga disfrutar de la ficción literaria. Y no
quiero ser despectivo con el término, sino considerar que la ficción literaria
es una creación del genio artístico del ser humano. Así que la obra literaria
es una obra de arte que hay que apreciar. De esa manera hay que orientar a los
alumnos para que disfruten la literatura. Entonces las clases de literatura
tendrían que dejar de ser una memorización de conceptos técnicos literarios,
para ser una experiencia estética al escuchar y leer las obras de arte
literario.
Todavía podría decir más, pero lo más
importante va a ser “encantar” a nuestros alumnos con la literatura. Y si
nosotros hemos sido “encantados”, también podremos “encantar” a otros.
Muchas gracias a la maestra Ethel por su
visión de la literatura y de su enseñanza.
Lo
indispensable para la canasta del profesor de Literatura
por Hernán Cortés
1. De la teoría del semestre:
a)
¿Qué nos da la literatura? Es una
pregunta básica que el maestro y el alumno se han de hacer. Las posibles
respuestas son: tener conocimiento del mundo, vivir una experiencia estética, un
producto nuevo y una revelación metafísica. Entre estas ganancias de la
literatura, yo me quedaría-como profesor de literatura- con la experiencia estética.
Siendo la literatura una de las bellas artes, voy a proponer a mis alumnos que
nos dispongamos a disfrutar y a contemplar la literatura como una de las bellas
artes. No acercarse a la literatura con una perspectiva práctica o teórica,
sino con una perspectiva estética.
b) La
perspectiva estética. Baumgarten (1750), quien consideró a la estética como la
ciencia de la belleza o del conocimiento sensible. Leibnitz consideró que la sensibilidad procura conocimientos
verdaderos, aunque confusos, de la perfección. La maestra Ethel Krauze
considera: “La experiencia estética es una forma específica o la combinación de
palabras que aquello que narran llega a la sensibilidad y nos hace sentir una
plenitud emocional, aunque lo que narre sea una situación trágica. La forma en
el que el autor escoge las palabras y las combina y nos hace disfrutar para
sentir plenamente, sin sentir el peligro que nos degüellan; sentir a plenitud
es un gozo, la plenitud es el gozo. Exacerbación de la sensibilidad es el gozo,
llorando incluso, en la comodidad de tu hogar. Vives en una burbuja protectora
una situación trágica. A través de la interface
o la obra literaria puede vivir esa experiencia estética. Vivir un horno
crematorio o sufrir una traición a través de un texto literario. . Disfrute
maravilloso de pecados. El gozo sensible lo puede decir un poema (combinación
de palabras) de tal manera que hay una plenitud tranquila.”
Continua
la maestra Ethel describiendo el efecto estético de la obra literaria: “En una
obra literaria te sientes arrebatado, desbarrancado, sin sufrir ningún
rasguño. Estoy sintiendo gracias a la interface,
el médium, el demiurgo, que es el poeta y su poema. Puede ser siniestro,
trágico y me lleva a sentirlo…La realidad es lo que no me permite sentir, me
protejo; pero en el arte te permite sentir plenamente. Quien no está cerca del
arte se siente esclavizado, agrisado, sin sentir plenamente.”
c)
Coincido con mis compañeros en que un instrumento teórico valioso es la distinción
entre la fábrica del ser y del hacer en la literatura. Me pareció genial la alegoría
del rey, la reina, las doncellas y los pajes en un texto literario. La maestra
Ethel Krauze utiliza esta metáfora para indicar la jerarquización de los
elementos de la lengua. De esa manera, la distinción de elementos en una oración
es atractiva, colorida, interesante y divertida. No es tan aburrida como la
hemos aprendido nosotros en la primaria: sujeto, verbo, adjetivo, adverbio,
pronombre, artículo, conjunción, etc. También la comparación de una familia
real (rey, reina, doncellas y pajes) con una oración que se separa con un punto
y seguido, parece ser muy efectiva para organizar un párrafo. Las familias
extendidas (tíos, primos, nietos, etc) que convivan en una casa u oración tendrán
que separarse con un punto y coma. Les dije a mis alumnos: Viven juntos, pero
no revueltos. Los vecinos, las amistades y colegas viven en su propio párrafo con
su punto y aparte, etc.
d) Otro
elemento teórico propuesto por la maestra Ethel fue la nueva perspectiva de la ortografía.
“El acento es parte constitutiva de la letra (grafía)”; “cada letra o grafía es
parte constitutiva de una palabra, independientemente de cómo suene”; cada
palabra es una unidad de doble cara (concepto y grafía)”; “las disyuntivas homónimas
se resuelven como parte constitutiva de la oración”. Significa que no vamos a
acusar y criminalizar a los alumnos por sus faltas ortográficas, sino que
comprendemos que sus errores ortográficos resultan de su memoria visual no
contiene un acervo suficiente de palabras que luego podrá escribir de manera
correcta. Así que hay que promover la lectura para disminuir los errores ortográficos.
e) Las
clases de literatura dejarán de ser completamente teóricas y se convertirán en
talleres de creación literaria, como lo propone la maestra Ethel Krauze. La
lengua ha de ser utilizada por los alumnos para expresar sus emociones,
pensamientos y describir la realidad que observan.
2. Describe tu primera clase
El curso que me espera es el género lírico. Voy
a proponer a mis alumnos que escriban un poema. Pero antes de llegar al punto
de la creación quiero mostrarles un poema escrito por Octavio Paz. El poema es
Piedra de sol. Voy a presentar un fragmento del poema a los alumnos-como lo
hizo la maestra Ethel con nosotros- en varias frases recortadas que hay que
ordenar de acuerdo a la perspectiva de cada uno, sin saber previamente el orden
original del poema. Los alumnos jugarán a colocar
en distinto orden las diferentes oraciones. Se darán cuenta que al colocar
las oraciones en varias posiciones el poema suena coherente, tiene sentido y
significado. Entonces los jóvenes aprenderán que cada verso tiene su autonomía semántica,
sintáctica y fónica. Los jóvenes van a componer su propia versión. De ser
lectores de poemas, los jóvenes van a crear literatura. Esta experiencia será una
experiencia estética en la que se contempla y disfruta la composición del poema;
y, en consecuencia, luego se utilizan las expresiones para crear un texto
propio y embellecido.
3. Voy a
proponerles la lectura de un fragmento del poema “Piedra de sol” de
Octavio Paz. Este poema lo vamos a recortar en sus versos y los vamos a reacomodar
en un nuevo orden. Será un ejemplo para observar la diferencia que hay entre
poema y poesía. La poesía como creación y el poema como recipiente de la creación.
Considerar que la poesía no solamente se contiene en un poema, sino puede
contenerse en un cuadro, en una escultura, en una melodía; que la poesía no
necesita rima para serlo, etc. El texto teórico que vamos a consultar para
afinar nuestra visión del género lírico es
el texto “Poesía y Poema” en El Arco y la Lira de Octavio Paz.
Agradezco mucho a la maestra Ethel sus
aportaciones y a mis compañeros que vivimos esta experiencia de aprendizaje
juntos.
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