martes, 2 de diciembre de 2014

Mario Hernández
NOVENA PREGUNTA Y PROPUESTA FINAL

1.- ¿CUÁLES SON LOS ELEMENTOS INDISPENSABLES PARA LA CANASTA?

La canasta básica para el profesor de literatura, resultó una experiencia enriquecedora. Ese encuentro con la palabra, fue el reencuentro con el verdadero lenguaje, con esa palabra por cuyo uso cotidiano en ocasiones se diluye su sentido y su magia o por el mismo uso inconsciente se olvida que es una forma de asir la realidad cambiante y que después al volverla a su forma corpórea mediante una lectura plana no se le reconstruya como debiera.

Por ello, en ese afán de recreación del mundo con las palabras bellas, se deben considerar los siguientes elementos que se abordaron a lo largo de este seminario denominado: “La canasta básica del profesor de literatura”. Y cuyo uso es indispensable:

1.    La experiencia de empezar por mi propio plasmidio
2.    ¿Qué es una palabra y qué hace?
3.    La idea de escribir siempre el texto más bello del mundo?
4.    Aquellos elementos que es necesario sacar de la canasta

Los plasmidios, es claro que, constituyen el punto de inicio de la actividad literaria vinculada a la docencia, de ese compartir la afición o gusto dependerá la continuación agradable o torturante durante el resto del curso.

Como la materia prima de esta actividad, es siempre la palabra, resulta importante el conocimiento profundo de lo que son, así como su forma de empleo. Por tal razón, en su diario encuentro conviene, necesariamente, saber el arte de su combinación en aras de la construcción y recreación de textos literarios siempre gratos, lo cual nos lleva a la consideración del siguiente elemento.

En el trabajo constante con las palabras y los textos literarios, deberá tenerse en cuenta la idea siempre generadora de producir el texto más bello de nuestro mundo. Tal pretensión motiva a la propuesta permanente de elaboración de textos agradables para quien se acerque a su lectura y participe del quehacer de la palabra hablada y escrita vinculada al goce estético.

Finalmente, para que lo anterior surta el efecto deseado, es necesaria la eliminación del “ruido”. En ese aspecto, las ideas y recursos que no contribuyan al logro de los propósitos señalados en el inicio de este escrito, deberán desecharse. Lo anterior, con la finalidad de no provocar más tropiezos en la búsqueda y construcción de los textos cuya finalidad sea el deleite y convivencia con la belleza que producen la literatura.


2.- ¿CÓMO PRETENDO SEA MI PRIMERA CLASE? (SEMESTRE PRÓXIMO)


El intento de describir mi primera clase para el próximo semestre, me pone de cara a una situación de reto conmigo mismo. El hecho de haber realizado un recorrido por “el mercado” para surtir una canasta básica para el profesor de literatura, implica un cuestionamiento interno respecto de que algo debe cambiar en la forma de proponer esta actividad a los alumnos.

Tal compromiso, no es sólo una cuestión de enunciarse, tampoco, un propósito como los de año nuevo, que después de enlistarse se diluyen con el transcurrir de los días de enero. Ante esa disyuntiva es necesario por tanto afianzar los detalles pequeños, esos que si pueden lograrse y que pueden, por tanto, constituir la diferencia.

Esa diferencia radica en la propuesta de compartir con quienes integran el grupo, la idea de que la literatura, no es una asignatura programática más. Alimentar entonces el pensamiento de que dicha actividad es una búsqueda constante y grata, un encuentro con quienes han visualizado que las palabras y su uso no se limitan en el sólo uso instrumental indispensable para la vida en sociedad.

El uso cotidiano de las palabras, debe hacerse notar al grupo, es posible también en el decir y en la participación colectiva de textos cuya finalidad no sea sólo el inventariado de autores y obras, u obediencia ciega a unas reglas gramaticales que por reducción al absurdo terminan repudiándose en el ambiente escolar y fuera de él.

A partir de la idea de que se está ya frente a los alumnos, se propone iniciar con la experiencia de mi propio plasmidio, ese pase mágico que llevó al conocimiento de la literatura, imprimir en cada frase esa emoción que así como me transportó al mundo de la palabra hermosa, sea susceptible de involucrar a los alumnos en la misma sintonía literaria.

“La madeja”, entonces deberá empezar a desenredarse a partir de cambiar la expresión lean por la de vamos a compartir esta lectura. Compromiso que involucra el papel del profesor como un elemento más del grupo con la responsabilidad de ir un paso adelante para la búsqueda y selección de los materiales pertinentes capaces de mantener de manera permanente la atención del grupo.




3.- ELECCIÓN DE DOS MATERIALES CON LOS CUALES SE PIENSA TRABAJAR EN EL GRUPO Y LA FORMA DE HACERLO

El material seleccionado para trabajar en el grupo, el próximo semestre es un aporte de Juan José Arreola[1], contenido en su libro Confabulario, denominado: “Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos”. De este texto breve, se pretende trabajar el tema de la descripción.

Este recurso literario, es definido por Adriana de Teresa Ochoa y Romeo Tello[2] como:
Una estrategia discursiva que sirve para la presentación de personajes de ficción, objetos, animales, épocas, conceptos, procesos, hechos, personas, etc. La descripción puede proporcionar información sobre la personalidad y rasgos de carácter de una persona o personaje, atendiendo únicamente a su aspecto físico, o bien combinarlos, asimismo puede referirse a lugares reales o imaginarios, a una época determinada, fenómenos naturales, paisajes, animales u objetos.
El objetivo de la descripción es lograr que el receptor de dicha información pueda reconstruir la imagen o las características de la persona u objetos descritos (p.118).


Con base en la cita, se pretende que mediante el proceso de compartir la lectura en voz alta de Arreola, los alumnos sean capaces de reconstruir el escenario descrito por el autor, sin embargo, dicha acción no debe quedar en un cumplido tradicional, sino en una devolución a la lectura de su verdadero sentido, capaz de despertar la emoción que puede despertarse al escuchar gradualmente la parcela de la realidad que tan vívidamente describe su autor.

Se propone como punto de partida para tal efecto, una serie de comentarios generales del grupo, tales comentarios, deberán estar relacionados con algunos oficios que ya no son tan comunes por la acción misma de la modernidad. Contextualizarlos en la época en la cual era más común la reparación de calzado es un buen pretexto para inducirlos a la lectura del escrito. Dicha lectura invariablemente estará a cargo del profesor, el cual deberá imprimir en la misma toda la emoción de la cual sea capaz para involucrar a los alumnos en la reconstrucción de esa realidad que con humor ácido plantea Arreola.

Al concluir se considera conveniente plantear al grupo unas  breves reflexiones sobre el tema de la lectura y sobre esa base proponer la elaboración de una descripción en la que se aborde una anécdota personal o bien un tema relacionado, cuya sencillez  en ocasiones parezca tan obvia que no se toma en cuenta, pero, del cual puedan obtenerse resultados inesperados.






[1] Arreola, Juan José. “Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos”, en  Confabulario, booket, F.C.E, México, 2013.
[2] Ochoa, Adriana de Teresa y Romeo Tello Garrido. Lengua española, Segunda edición, Mc Graw Hill, México, 2004.

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