Leí “Confabulario” de Juan José Arreola, a razón de leer por separado uno
de sus cuentos: “El Guardagujas”, un
cuento con una historia inusual, ilógica y tan parecida a lo que sucede en una
estación real, no recordaba la presencia del cuento “una reputación” hasta hace poco que lo volví a leer, y es que
Arreola no sólo se caracteriza por diversidad temática en los cuentos, sino
también por su pluralidad de escritura; tal vez se deba a que esto era su signo de presentación, “Desde 1930 hasta la ¡echa he desempeñado más
de veinte oficios y empleos diferentes... He sido vendedor ambulante y
periodista; mozo de cuerda y cobrador de banco. Impresor, comediante y
panadero. Lo que ustedes quieran”[1].
El escritor Jalisciense (1918 -2001), se autorretrata así, de manera peculiar
en “memoria y olvido”.
El cuento de “una reputación”, me llevó a hacer un
recorrido en el autobús, un viaje fuera de lo cotidiano e irónico, como el
protagonista lo manifiesta al decir, “la cortesía no es mi fuerte”, muestra
una actitud obligada por la presión de las mujeres del autobús; una paradoja
lejos de vivirse en la realidad social.
Está escrito de manera muy
sencilla y clara, no utiliza un lenguaje rebuscado, pero si hace uso de
metáforas agradables, como “Un angelito en brazos”…, “En mi espíritu había grandes reservas de heroísmo
sin empleo…”, Arreola tiene un estilo
literario simple pero elegante, a veces irónico pero sin herir, divertido pero sin ser sarcástico y demandante pero sin
agredir.
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