ENSAYO A
PARTIR DE LOS TEXTOS DE: CASTELLANOS, SOR JUANA Y VIRGINIA WOLF
¿Quien
marca o quien programa esta conducta manifiesta de inequidad del hombre hacia
la mujer y viceversa?
Al tener la oportunidad de
escribir un ensayo, donde se hable de la mujer, lo primero que me viene a la
mente es “qué difícil es hablar de la mujer en la actualidad y más desde la
postura masculina”, y declaro lo mismo que Virginia Wolf en su ensayo – una
habitación propia cuando dice:” Este collar que me habíais atado, las mujeres y la
novela, la necesidad de llegar a una conclusión sobre una cuestión que levanta
toda clase de prejuicios y pasiones… Nunca volveré a despertar estos ecos,
nunca solicitaré de nuevo esta hospitalidad…”, aunque
en mi caso, hablar
de la mujer en general o a partir de este ensayo me parece una gran oportunidad
para reivindicar el papel de la mujer, pero también reivindicar el papel del
hombre, en esta especie de juego absurdo de pensar en quien puede o no ser
mejor o superior que otro, o quizá ninguno de los dos necesita ser
reivindicado, más bien ambos necesitamos ser reprendidos, sacudidos. Me causa
mucha pena, tristeza y angustia, mi propia ignorancia de no saber cuándo
comenzó este juego y más angustia me causa no saber cómo y cuándo pueda
terminar.
En los
textos, motivo de este ensayo, establezco las siguientes convergencias
1.- ambas
cuestionan el matrimonio considerándolo un yugo que asfixia sus anhelos.2.- se reconocen ignorantes en muchos asuntos, pero se saben capaces de ser y aprender mucho más, con solo tener la oportunidad.
3.- son escritos desde una perspectiva femenina, donde el hombre es un verdugo que se postra como el controlador de todo lo establecido y eclipsa todo entendimiento, toda ilusión, todo reconocimiento del valor de la mujer.
4.- a pesar de la diferencia de la época en que los textos fueron escritos, reflejan una sociedad represora de la figura femenina, donde la misma mujer se vuelve reproductora de estas ideologías y estas mujeres les rinden explicaciones y excusas, ante lo “novedoso” de sus actos y sus pensamientos, a otras mujeres, por ejemplo, cuando castellanos habla de sus antepasadas que han recurrido a una viaje pero efectiva receta de resignación a la situación femenina en aras de la paz conyugal y sor Juana se crea una figura ficticia como es sor filotea para rendirle explicaciones y comparaciones de si situación como mujeres.
5.- se muestra al hombre como un ente que ha recreado erróneamente un tipo de sociedad, con una especie de rituales donde la mujer siempre está a expensas de la autorización o la venia del hombre, como en un plano inferior en que a pesar de saberse con grandes y muy particulares capacidades, se refleja una especie de inseguridad, provista por el contexto, de emprender las acciones necesarias para cambiar su situación.
Se muestran así, en ambos casos
creo muy justamente, la postura de mujeres de diferentes épocas y contextos que
marcan renuencia a aceptar el rol que se les tiene asignados, pero pareciera que
aceptan como una especie de programación grabada en su ADN, por ejemplo, como
cuando inicia con esta afirmación -
Castellanos en el cuento Lección de cocina- : “Mi lugar está aquí.
Desde el principio de los tiempos ha estado aquí. Yo anduve extraviada en
aulas, en calles…; desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para
adquirir otras. Experimentada ama de casa, inspiración de las madres ausentes y
presentes, voz de la tradición…” Ahora, también en el hombre existe esa programación de sentirse dueño
de la situación y la mujer le da ese lugar, como en el texto del mismo cuento
cuando se afirma “Él podía darse el lujo de “portarse como quien es”. Pero yo, abnegada
mujercita mexicana que nació como la paloma para el nido, sonreía... Boca
arriba soportaba no sólo mi propio peso sino el de él encima del mío. La
postura clásica para hacer el amor. Y gemía…”. Esta
autorepresión de la mujer ¿quien la enseña?, ¿cómo es que se programa en la
memoria genética esta tendencia a reproducirse en una figura de matices que no
son del deseo de ellas pero siguen repitiendo? Definitivamente no creo tener
repuesta a estas interrogantes, pero la historia necesita replantearse y las
mentalidades también.
Recuerdo las palabras de Federico
Engels cuando hace referencia a una época de la historia cuando la figura de la
mujer era muy diferente y afirma:
“ …el hogar comunista significa predominio de la
mujer en la casa, lo mismo que el reconocimiento exclusivo de una madre propia,
en la imposibilidad de conocer con certidumbre al verdadero padre, significa
profunda estimación de las mujeres, es decir de la madres. Una de las ideas más
absurdas que nos ha trasmitido la filosofía del siglo XVIII es la opinión de
que en los orígenes de la sociedad la mujer fue la esclava del hombre. Entre todos
los salvajes y todas las tribus que se encuentran en los estadios inferior,
medio y en parte, hasta superior de la barbarie, la mujer no sólo es libre,
sino que también está muy considerada…”
Aunque
en esta época el hombre estaba relegado a un plano muy desfavorable y no había tampoco
equidad, la historia nos remite a entender que una vez existió otra concepción
de convivencia entre las sociedades humanas, que más tarde y por circunstancias
particulares fueron cambiando, puedo afirmar que podemos aprender que las formas
de convivencia cambian y sólo necesitamos reprogramar ideologías comenzando con
Sor Juana que ya hacía, mucho antes, un importante cuestionamiento a las
mujeres cuando decía:”…Y esto es tan justo que no sólo a las mujeres, que por tan ineptas están
tenidas, sino a los hombres, que con sólo serlo piensan que son sabios… de
ánimos arrogantes, inquietos y soberbios…”.
Si en algún momento el hombre
convirtió en esclava a la mujer y la
mujer tomo venganza haciéndolo un cornudo y no dándole certeza de su paternidad,
estas posturas ya son una catástrofe, aunque como afirma Virginia Wolf:
“Si era una ilusión, ¿por
qué no celebrar la catástrofe, fuese cual fuese, que destruyó la ilusión y puso
la verdad en su lugar? Porque, la verdad... Estos puntos suspensivos marcan el
momento en que, en busca de la verdad, olvidé torcer hacia Fernham. Sí, éste
era el problema: ¿qué era la verdad y qué era la ilusión?,¿Echaremos las
culpas a la guerra? Cuando se dispararon las armas en agosto de 1914, ¿se
encontraron los hombres y las mujeres tan feos los unos a los otros que murió la
fantasía?”
Yo espero no se necesiten más catástrofes
como las guerras mundiales para devolvernos
a la verdad, la verdad de que todos somos buenos e indispensables para
aportar a una sociedad mejor, entrando a la nueva programación genética y filosófica
de vernos solo como seres humanos, para eliminar la inequidad de género, el
racismo y tantos problemas que parten de una visión de desigualdad y soberbia.
Especialmente hago un reconocimiento
a las capacidades de las mujeres, quienes en los momentos más difíciles, salen
adelante demostrando su gran valor y fuerza.
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