domingo, 24 de noviembre de 2013

ALEXANDER. ENSAYO PARADAS 9NA Y 10MA

ALEXANDER A A
ENSAYO A PARTIR DE LOS TEXTOS DE: CASTELLANOS, SOR JUANA Y VIRGINIA WOLF

¿Quien marca o quien programa esta conducta manifiesta de inequidad del hombre hacia la mujer y viceversa?

Al tener la oportunidad de escribir un ensayo, donde se hable de la mujer, lo primero que me viene a la mente es “qué difícil es hablar de la mujer en la actualidad y más desde la postura masculina”, y declaro lo mismo que Virginia Wolf en su ensayo – una habitación propia cuando dice:” Este collar que me habíais atado, las mujeres y la novela, la necesidad de llegar a una conclusión sobre una cuestión que levanta toda clase de prejuicios y pasiones… Nunca volveré a despertar estos ecos, nunca solicitaré de nuevo esta hospitalidad…”, aunque en mi caso, hablar de la mujer en general o a partir de este ensayo me parece una gran oportunidad para reivindicar el papel de la mujer, pero también reivindicar el papel del hombre, en esta especie de juego absurdo de pensar en quien puede o no ser mejor o superior que otro, o quizá ninguno de los dos necesita ser reivindicado, más bien ambos necesitamos ser reprendidos, sacudidos. Me causa mucha pena, tristeza y angustia, mi propia ignorancia de no saber cuándo comenzó este juego y más angustia me causa no saber cómo y cuándo pueda terminar.

En los textos, motivo de este ensayo, establezco las siguientes convergencias
1.- ambas cuestionan el matrimonio considerándolo un yugo que asfixia sus anhelos.
2.- se reconocen ignorantes en muchos asuntos, pero se saben capaces de ser y aprender mucho más, con solo tener la oportunidad.
3.- son escritos desde una perspectiva femenina, donde el hombre es un verdugo que se postra como el controlador de todo lo establecido y eclipsa todo entendimiento, toda ilusión, todo reconocimiento del valor de la mujer.
4.- a pesar de la diferencia de la época en que los textos fueron escritos, reflejan una sociedad represora de la figura femenina, donde la misma mujer se vuelve reproductora de estas ideologías y estas mujeres les rinden explicaciones y excusas, ante lo “novedoso” de sus actos y sus pensamientos, a otras mujeres, por ejemplo, cuando castellanos habla de sus antepasadas que han recurrido a una viaje pero efectiva receta de resignación a la situación femenina en aras de la paz conyugal y sor Juana se crea una figura ficticia como es sor filotea para rendirle explicaciones y comparaciones de si situación como mujeres.
5.- se muestra al hombre como un ente que ha recreado erróneamente un tipo de sociedad, con una especie de rituales donde la mujer siempre está a expensas de la autorización o la venia del hombre, como en un plano inferior en que a pesar de saberse con grandes y muy particulares capacidades, se refleja una especie de inseguridad, provista por el contexto, de emprender las acciones necesarias para cambiar su situación.

Se muestran así, en ambos casos creo muy justamente, la postura de mujeres de diferentes épocas y contextos que marcan renuencia a aceptar el rol que se les tiene asignados, pero pareciera que aceptan como una especie de programación grabada en su ADN, por ejemplo, como cuando inicia con esta afirmación -  Castellanos en el cuento Lección de cocina- : “Mi lugar está aquí. Desde el principio de los tiempos ha estado aquí. Yo anduve extraviada en aulas, en calles…; desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para adquirir otras. Experimentada ama de casa, inspiración de las madres ausentes y presentes, voz de la tradición…” Ahora, también en el hombre existe esa programación de sentirse dueño de la situación y la mujer le da ese lugar, como en el texto del mismo cuento cuando se afirma “Él podía darse el lujo de “portarse como quien es”. Pero yo, abnegada mujercita mexicana que nació como la paloma para el nido, sonreía... Boca arriba soportaba no sólo mi propio peso sino el de él encima del mío. La postura clásica para hacer el amor. Y gemía”. Esta autorepresión de la mujer ¿quien la enseña?, ¿cómo es que se programa en la memoria genética esta tendencia a reproducirse en una figura de matices que no son del deseo de ellas pero siguen repitiendo? Definitivamente no creo tener repuesta a estas interrogantes, pero la historia necesita replantearse y las mentalidades también.

Recuerdo las palabras de Federico Engels cuando hace referencia a una época de la historia cuando la figura de la mujer era muy diferente y afirma:
“ …el hogar comunista significa predominio de la mujer en la casa, lo mismo que el reconocimiento exclusivo de una madre propia, en la imposibilidad de conocer con certidumbre al verdadero padre, significa profunda estimación de las mujeres, es decir de la madres. Una de las ideas más absurdas que nos ha trasmitido la filosofía del siglo XVIII es la opinión de que en los orígenes de la sociedad la mujer fue la esclava del hombre. Entre todos los salvajes y todas las tribus que se encuentran en los estadios inferior, medio y en parte, hasta superior de la barbarie, la mujer no sólo es libre, sino que también está muy considerada…

Aunque en esta época el hombre estaba relegado a un plano muy desfavorable y no había tampoco equidad, la historia nos remite a entender que una vez existió otra concepción de convivencia entre las sociedades humanas, que más tarde y por circunstancias particulares fueron cambiando, puedo afirmar que podemos aprender que las formas de convivencia cambian y sólo necesitamos reprogramar ideologías comenzando con Sor Juana que ya hacía, mucho antes, un importante cuestionamiento a las mujeres cuando decía:”…Y esto es tan justo que no sólo a las mujeres, que por tan ineptas están tenidas, sino a los hombres, que con sólo serlo piensan que son sabios… de ánimos arrogantes, inquietos y soberbios…”.

Si en algún momento el hombre convirtió en esclava  a la mujer y la mujer tomo venganza haciéndolo un cornudo y no dándole certeza de su paternidad, estas posturas ya son una catástrofe, aunque como afirma Virginia  Wolf:
Si era una ilusión, ¿por qué no celebrar la catástrofe, fuese cual fuese, que destruyó la ilusión y puso la verdad en su lugar? Porque, la verdad... Estos puntos suspensivos marcan el momento en que, en busca de la verdad, olvidé torcer hacia Fernham. Sí, éste era el problema: ¿qué era la verdad y qué era la ilusión?,¿Echaremos las culpas a la guerra? Cuando se dispararon las armas en agosto de 1914, ¿se encontraron los hombres y las mujeres tan feos los unos a los otros que murió la fantasía?”

Yo espero no se necesiten más catástrofes como las guerras mundiales para devolvernos  a la verdad, la verdad de que todos somos buenos e indispensables para aportar a una sociedad mejor, entrando a la nueva programación genética y filosófica de vernos solo como seres humanos, para eliminar la inequidad de género, el racismo y tantos problemas que parten de una visión de desigualdad y soberbia.

Especialmente hago un reconocimiento a las capacidades de las mujeres, quienes en los momentos más difíciles, salen adelante demostrando su gran valor y fuerza.
 
Sin ánimo de ahondar más, me atrevo a concluir con la siguiente reflexión: que todo esto de la falta de equidad entre los sexos nosotros mismos lo hemos provocado y no sabemos bien a bien ni como, ni cuando, ni porque; pero se necesita  una nueva época en que se dé una especie de acuerdo equitativo, como en la teoría del contrato social de J.J. Rousseau, en reconocimiento de las capacidades de cada sexo y partir de esas capacidades y limitaciones propias y que, de reconocer fortalezas y debilidades, entremos a una entramado compensatorio donde aportemos lo necesario para crear una sociedad mejor. Sé que parece muy utópico lo que estoy diciendo, pero la historia, la filosofía, incluso la ciencia nos han dado herramientas para conocer mucho más de lo que se pudo conocer nunca antes y creo que debemos tomar estas herramientas a nuestro favor.
Pero y ante lo controvertido de esta temática retomo nuevamente las palabras de Virginia Wolf cuando afirma “He faltado a mi deber de llegar a una conclusión acerca de estas dos cuestiones; las mujeres y la novela siguen siendo, en lo que a mí respecta, problemas sin resolver”. Manifiesto por tanto mi incompetencia para responder a las grandes interrogantes que surgen, pero estoy seguro de tener la voluntad de profundizar en tales temas y de hacer lo necesario para animar al cambio de ideologías, comenzando con las mías, para tener una convivencia pacífica en aras de tener un futuro acorde a un tipo de equidad enfocada en la humanidad y solo en la humanidad.

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