miércoles, 20 de noviembre de 2013

ALEXANDER A A.   9NA Y 10MA PARADAS
 
TEXTO REARMADO RESALTANDO LA TESIS AL DESNUDO DEL CUENTO: LECCIÓN DE COCINA

Mi lugar está aquí. Desde el principio de los tiempos ha estado aquí. Yo anduve extraviada en aulas, en calles…; desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para adquirir otras. Experimentada ama de casa, inspiración de las madres ausentes y presentes, voz de la tradición…  Yo, por lo menos, declaro solemnemente que no estoy, que no he estado nunca ni en este que ustedes comparten ni en ningún otro.

Él podía darse el lujo de “portarse como quien es”. Pero yo, abnegada mujercita mexicana que nació como la paloma para el nido, sonreía... Boca arriba soportaba no sólo mi propio peso sino el de él encima del mío. La postura clásica para hacer el amor. Y gemía, de desgarramiento, de placer. El gemido clásico. Mitos, mitos. El nylon de mi camisón de desposada resbalaba en… acantilado al suicidio.

Pero es mentira. Yo no soy el sueño que sueña, que sueña, que sueña; yo no soy el reflejo de una imagen en un cristal; a mí no me aniquila la cerrazón de una conciencia o de toda conciencia posible. Yo continúo viviendo con una vida densa, viscosa, turbia, aunque el que está a mi lado y el remoto, me ignoren, me olviden, me pospongan, me abandonen, me desamen.

No nacimos juntos. Nuestro encuentro se debió a un azar ¿feliz? Es demasiado pronto aún para afirmarlo; y ahora reposo junto a él con los muslos entrelazados, húmedos de sudor y de semen. Podría levantarme sin despertarlo, ir descalza hasta la regadera. ¿Purificarme? No tengo asco. Prefiero creer que lo que me une a él es algo tan fácil de borrar como una secreción y no tan terrible como un sacramento. Así que permanezco inmóvil, respirando rítmicamente para imitar el sosiego, puliendo mi insomnio, la única joya de soltera que he conservado y que estoy dispuesta a conservar hasta la muerte. Es verdad que en el contacto o colisión con él he sufrido una metamorfosis profunda: no sabía y sé, no sentía y siento, no era y soy. Gracias por haberme abierto la jaula de una rutina estéril para cerrarme la jaula de otra rutina que, según todos los propósitos y las posibilidades, ha de ser fecunda.

¿Y tú? ¿No tienes nada que agradecerme? Lo has puntualizado con una solemnidad… que acaso pretendía ser halagadora pero que me resultaba ofensiva: mi virginidad. La pequeña imperfección en la perla me es insoportable, su rigidez es incompatible con la espontaneidad para hacer el amor. Yo permaneceré como permanezco. Quieta. Cuando dejas caer tu cuerpo sobre el mío siento que me cubre una lápida, llena de inscripciones, de nombres ajenos, de fechas memorables. Gimes inarticuladamente y quisiera susurrarte al oído mi nombre para que recuerdes quién es a la que posees. Porque perdí mi antiguo nombre y aún no me acostumbro al nuevo, que tampoco es mío. ¿Es la angustia la que oprime mi corazón? No, es su mano la que oprime mi hombro.

¿Acechas mi tránsito a la fluidez, lo esperas, lo necesitas?... no estorbaré tus aventuras. No será indispensable…  que me cebes, que me ates de pies y manos con los hijos, que me amordaces con la miel espesa de la resignación.

Soy yo. ¿Pero quién soy yo? Tu esposa, claro. Y ese título… una marca de propiedad y no obstante me miras con desconfianza. No estoy tejiendo una red para prenderte. No soy una mantis religiosa. Te agradezco que creas en semejante hipótesis. Pero es falsa.

Yo rumiaré, en silencio, mi rencor. Se me atribuyen las responsabilidades y las tareas de una criada para todo. He de mantener la casa impecable, la ropa lista.... Pero no se me paga ningún sueldo, no se me concede un día libre a la semana, no puedo cambiar de amo. Debo, por otra parte, contribuir al sostenimiento del hogar… que el jefe exige y los subordinados odian. En mis ratos de ocio me transformo en una dama de sociedad… que corre el riesgo mensual de la maternidad, que cree en las juntas nocturnas de ejecutivos…

Y yo, soy muy torpe. Ahora se llama torpeza; antes se llamaba inocencia y te encantaba…

Y no es que me hayas defraudado. Yo no esperaba, es cierto, nada en particular. Poco a poco iremos revelándonos mutuamente, descubriendo nuestros secretos, nuestros pequeños trucos, aprendiendo a complacernos. Y un día tú y yo seremos una pareja de amantes perfectos y entonces, en la mitad de un abrazo, nos desvaneceremos y aparecerá en la pantalla la palabra “fin”. Para la siguiente película me gustaría que me encargaran otro papel. ¿Bruja blanca en una aldea salvaje? No, hoy no me siento inclinada ni al heroísmo ni al peligro…  

Recapitulemos. Aparece, primero una forma, un tamaño. Luego cambia y se pone más bonita y se siente una muy contenta. Luego vuelve a cambiar y ya no está tan bonita. Y sigue cambiando y cambiando y cambiando y lo que uno no atina es cuándo pararle el alto. Porque si me dejo indefinidamente expuesta al fuego, me consume hasta que no queden ni rastros de mi. Y el trozo de mi que daba la impresión de ser algo tan sólido, tan real, ya no existe.

¿Entonces? Mi marido también da la impresión de solidez y de realidad cuando estamos juntos, cuando lo toco, cuando lo veo. Seguramente cambia, y cambio yo también, aunque de manera tan lenta, tan morosa que ninguno de los dos lo advierte. Después se va y bruscamente se convierte en recuerdo y...

No he dejado de existir. He sufrido una serie de metamorfosis… no significa que se haya concluido el ciclo sino que ha dado el salto cualitativo. Continuaré  operando en otros niveles. En el de mi conciencia, en el de mi memoria, en el de mi voluntad, modificándome, determinándome, estableciendo la dirección de mi futuro.

Yo seré, de hoy en adelante, lo que elija en este momento. Seductoramente aturdida, profundamente reservada, hipócrita. Yo impondré, desde el principio, y con un poco de impertinencia las reglas del juego. Mi marido resentirá la impronta de mi dominio que irá dilatándose, como los círculos en la superficie del agua sobre la que se ha arrojado una piedra. Forcejeará por prevalecer y si cede yo le corresponderé con el desprecio y si no cede yo no seré capaz de perdonarlo.

Si asumo otra actitud, si soy el caso típico, la femineidad que solicita indulgencia para sus errores, la balanza se inclinará a favor de mi antagonista y yo participaré en la competencia que, aparentemente, me destina a la derrota y que, en el fondo, me garantiza el triunfo por la sinuosa vía que recorrieron mis antepasadas, las humildes, las que no abrían los labios sino para asentir, y lograron la obediencia ajena hasta al más irracional de sus caprichos. La receta, pues, es vieja y su eficacia está comprobada….

Sólo que me repugna actuar así. Esta definición no me es aplicable y tampoco la anterior, ninguna corresponde a mi verdad interna, ninguna salvaguarda mi autenticidad…

...hogar es el remanso de paz en que se refugia de las tempestades de la vida. De acuerdo. Yo lo acepté al casarme y estaba dispuesta a llegar hasta el sacrificio en aras de la armonía conyugal. Pero yo contaba con que el sacrificio, el renunciamiento completo a lo que soy… topado hoy que es algo muy insignificante, muy ridículo. Y sin embargo...

TEXTO REARMADO RESALTANDO LA TESIS AL DESNUDO DE: LA RESPUESTA A SOR FILOTEA

Perdonad… la digresión que me arrebató la fuerza de la verdad, también es buscar efugios para huir la dificultad de responder, y casi me he determinado a dejarlo al silencio; pero como éste es cosa negativa.
Bien conozco… advertencia, sobre lo mucho que habréis visto de asuntos humanos que he escrito;… que en mí siempre es natural y costumbre, que el no haber escrito mucho de asuntos sagrados no ha sido desafición. Pues ¿cómo me atreviera yo a tomarlo en mis indignas manos, repugnándolo el sexo, la edad y sobre todo las costumbres? Y así confieso que muchas veces este temor me ha quitado la pluma de la mano y ha hecho retroceder los asuntos hacia el mismo entendimiento de quien querían brotar; no es culpa…, yo nunca he escrito sino violentada y forzada y sólo por dar gusto a otros; no sólo sin complacencia, sino con positiva repugnancia, porque nunca he juzgado de mí que tenga el caudal de letras e ingenio que pide la obligación de quien escribe; y así, es la ordinaria respuesta a los que me instan, y más si es asunto sagrado.

Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos. Así lo respondo y así lo siento.

El escribir nunca ha sido dictamen propio, sino fuerza ajena; que les pudiera decir con verdad:… desde que me rayó la primera luz de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas reprensiones --que he tenido muchas, han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios puso en mí: y sabe que le he pedido que apague la luz de mi entendimiento dejando sólo lo que baste para guardar su Ley, pues lo demás sobra, según algunos, en una mujer; y aun hay quien diga que daña.

… sabiendo ya leer y escribir, con todas las otras habilidades de labores y costuras que deprenden las mujeres, oí decir que había Universidad y Escuelas en que se estudiaban las ciencias, en Méjico;  despiqué el deseo en leer muchos libros varios que tenía mi abuelo, sin que bastasen castigos ni reprensiones a estorbarlo;…

Entréme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado cosas (de las accesorias hablo, no de las formales), muchas repugnantes a mi genio, con todo, para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación; que eran de querer vivir sola; de no querer tener ocupación obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros. Esto me hizo vacilar algo en la determinación... Pensé yo que huía de mí misma y proseguí, digo, a la estudiosa tarea (que para mí era descanso en todos los ratos que sobraban a mi obligación) de leer y más leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que los mismos libros. Ya se ve cuán duro es estudiar en aquellos caracteres sin alma, careciendo de la voz viva y explicación del maestro; pues todo este trabajo sufría yo muy gustosa por amor de las letras. para llegar, subir por los escalones de las ciencias y artes humanas; porque¿Cómo sin Lógica sabría yo los métodos generales y particulares con que está escrita la Sagrada Escritura? ¿Cómo sin Retórica entendería sus figuras, tropos y locuciones?... Y en fin, cómo el Libro que comprende todos los libros, y la Ciencia en que se incluyen todas las ciencias, para cuya inteligencia todas sirven; y después de saberlas todas (que ya se ve que no es fácil, ni aun posible)… para impetrar de Dios aquella purgación de ánimo e iluminación de mente que es menester para la inteligencia de cosas tan altas… En esto sí confieso que ha sido inexplicable mi trabajo; y así no puedo decir lo que con envidia oigo a otros: que no les ha costado afán el saber.

Bendito sea Dios que quiso fuese hacia las letras y no hacia otro vicio, que fuera en mí casi insuperable; y bien se infiere también cuán contra la corriente han navegado (o por mejor decir, han naufragado) mis pobres estudios..

¡Rara especie de martirio donde yo era el mártir y me era el verdugo! Pues así es, que cuando se apasionan los hombres doctos prorrumpen en semejantes inconsecuencias. En verdad que sólo por eso salió determinado que Cristo muriese. Hombres, si es que así se os puede llamar, siendo tan brutos. ¡Oh signo que te ponen por blanco de la envidia y por objeto de la contradicción!…

No por otra razón es el ángel más que el hombre que porque entiende más; no es otro el exceso que el hombre hace al bruto, sino solo entender; y así como ninguno quiere ser menos que otro, así ninguno confiesa que otro entiende más, porque es consecuencia del ser más. Sufrirá uno y confesará que otro es más noble que él, que es más rico, que es más hermoso y aun que es más docto.

No quiero decir que me han perseguido por saber, sino sólo porque he tenido amor a la sabiduría y a las letras, no porque haya conseguido ni uno ni otro. Hallábase el Príncipe de los Apóstoles, en un tiempo, tan distante de la sabiduría… sino. Era afecto a la sabiduría, llevábale el corazón, andábase tras ella. Yo confieso que me hallo muy distante de los términos de la sabiduría y que la he deseado seguir, aunque a longe. Pero todo ha sido acercarme más al fuego de la persecución, al crisol del tormento; y ha sido con tal extremo que han llegado a solicitar que se me prohiba el estudio. Yo la obedecí en cuanto a no tomar libro, que en cuanto a no estudiar absolutamente, no lo pude hacer, porque aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios crió… Pues… de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Veo que un huevo se une y fríe en la manteca o aceite y, por contrario, se despedaza en el almíbar… ; ver que la yema y clara de un mismo huevo son tan contrarias…. pero, señora, ¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo, que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo decir viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito.
 
Si éstos, Señora, fueran méritos (como los veo por tales celebrar en los hombres). Veo tantas y tan insignes mujeres: unas adornadas del don de profecía, tan docta que… sabiduría del mayor de los sabios, sin ser por ello reprendidas… y en fin a toda la gran turba de las que merecieron nombres, ya de griegas, ya de musas, ya de pitonisas; pues todas no fueron más que mujeres doctas, tenidas y celebradas y también veneradas de la antigüedad por tales. Sin otras infinitas, de que están los libros llenos…

al fin resuelve, con su prudencia, que el leer públicamente en las cátedras y predicar en los púlpitos, no es lícito a las mujeres; pero que el estudiar, escribir y enseñar privadamente, no sólo les es lícito, pero muy provechoso y útil; claro está que esto no se debe entender con todas, sino con aquellas a quienes hubiere Dios dotado de especial virtud y prudencia y que fueren muy provectas y eruditas y tuvieren el talento y requisitos necesarios para tan sagrado empleo. Y esto es tan justo que no sólo a las mujeres, que por tan ineptas están tenidas, sino a los hombres, que con sólo serlo piensan que son sabios… de ánimos arrogantes, inquietos y soberbios… A éstos, vuelvo a decir, hace daño el estudiar, porque es poner espada en manos del furioso; que siendo instrumento nobilísimo para la defensa, en sus manos es muerte suya y de muchos.

Y en verdad no lo dijo el Apóstol a las mujeres, sino a los hombres; y que no es sólo para ellas el taceant, sino para todos los que no fueren muy aptos.

¡Oh si todos --y yo la primera, que soy una ignorante-- nos tomásemos la medida al talento antes de estudiar, y lo peor es, de escribir con ambiciosa codicia de igualar y aun de exceder a otros, qué poco ánimo nos quedara y de cuántos errores nos excusáramos y cuántas torcidas inteligencias que andan por ahí no anduvieran! Y pongo las mías en primer lugar, pues si conociera, como debo, esto mismo no escribiera.
 
Y no que por defecto de esto y la suma flojedad en que han dado en dejar a las pobres mujeres, si algunos padres desean doctrinar más de lo ordinario a sus hijas, les fuerza la necesidad y falta de ancianas sabias, a llevar maestros hombres a enseñar a leer, escribir y contar, a tocar y otras habilidades, de que no pocos daños resultan, como se experimentan cada día en lastimosos ejemplos de desiguales consorcios, porque con la inmediación del trato y la comunicación del tiempo, suele hacerse fácil lo que no se pensó ser posible. Por lo cual, muchos quieren más dejar bárbaras e incultas a sus hijas que no exponerlas a tan notorio peligro como la familiaridad con los hombres…

Porque ¿qué inconveniente tiene que una mujer anciana, docta en letras y de santa conversación y costumbres, tuviese a su cargo la educación de las doncellas? Y no que éstas o se pierden por falta de doctrina o por querérsela aplicar por tan peligrosos medios cuales son los maestros hombres, que cuando no hubiera más riesgo que la indecencia de sentarse al lado de una mujer verecunda (que aun se sonrosea de que la mire a la cara su propio padre) un hombre tan extraño, a tratarla con casera familiaridad y a tratarla con magistral llaneza, el pudor del trato con los hombres y de su conversación basta para que no se permitiese. Y no hallo yo que este modo de enseñar de hombres a mujeres pueda ser sin peligro…

No hay duda de que para inteligencia de muchos lugares es menester mucha historia, costumbres, ceremonias, proverbios y aun maneras de hablar de aquellos tiempos en que se escribieron… no sólo de las letras divinas sino también de las humanas, que significa dar libertad, aludiendo a la costumbre y ceremonia de dar una bofetada al esclavo para darle libertad. Aquella respuesta de la casta matrona al pretensor molesto, de: "por mí no se untarán los quicios, ni arderán las teas", para decir que no quería casarse, aludiendo a la ceremonia de untar las puertas con manteca y encender las teas nupciales en los matrimonios; como si ahora dijéramos: por mí no se gastarán arras ni echará bendiciones el cura.

Todo esto pide más lección de lo que piensan algunos que, quieren interpretar las Escrituras y se aferran; siendo este lugar más en favor que en contra de las mujeres, pues manda que aprendan, y mientras aprenden claro está que es necesario que callen; donde se habla con toda la colección de los hombres y mujeres, y a todos se manda callar, porque quien oye y aprende es mucha razón que atienda y calle…  que sólo he deseado es estudiar para ignorar menos: que, según San Agustín, unas cosas se aprenden para hacer y otras para sólo saber… que debo a nuestra Santa Madre Iglesia? Pues si ella, con su santísima autoridad, no me lo prohibe, ¿por qué me lo han de prohibir otros?... a quererle responder en particular, siendo mi intento hablar en general…, que es que no sólo es lícito, pero utilísimo y necesario a las mujeres el estudio de las sagradas letras.

San Gregorio Nacianceno disputa en elegantes versos las cuestiones de Matrimonio y la de la Virginidad. Y ¿qué me canso? La Reina de la Sabiduría y Señora nuestra, con sus sagrados labios, entonó el Cántico de la Magnificat; y habiéndola traído por ejemplar, agravio fuera traer ejemplos profanos, aunque sean de varones gravísimos y doctísimos, pues esto sobra para prueba; y el ver que, aunque como la elegancia hebrea no se pudo estrechar a la mensura latina, a cuya causa el traductor sagrado, más atento a lo importante del sentido, omitió el verso, con todo, retienen los Salmos el nombre y divisiones de versos; pues ¿cuál es el daño que pueden tener ellos en sí? Porque el mal uso no es culpa del arte, sino del mal profesor que los vicia, haciendo de ellos lazos del demonio; y esto en todas las facultades y ciencias sucede.

CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS

Convergencias:

1.- ambas cuestionan el matrimonio considerándolo un yugo que asfixia sus anhelos.
2.- se reconocen ignorantes en muchos asuntos, pero se saben capaces de ser y aprender mucho más, con solo tener la oportunidad.
3.- son escritos desde una perspectiva femenina, donde el hombre es un verdugo que se postra como el controlador de todo lo establecido y eclipsa todo entendimiento, toda ilusión, todo reconocimiento del valor de la mujer.
4.- a pesar de la diferencia de la época en que los textos fueron escritos, reflejan una sociedad represora de la figura femenina, donde la misma mujer se vuelve reproductora de estas ideologías y estas mujeres les rinden explicaciones y excusas, ante lo “novedoso” de sus actos y sus pensamientos, a otras mujeres.
5.- se muestra al hombre como un ente que ha recreado erróneamente un tipo de sociedad, con una especie de rituales donde la mujer siempre está a expensas de la autorización o la venia del hombre, como en un plano inferior en que a pesar de saberse con grandes y muy particulares capacidades, se refleja una especie de inseguridad, provista por el contexto, de emprender las acciones necesarias para cambiar su situación.

 
Divergencias:

1.- en el primer texto, la que narra está casada y desde esa perspectiva, reniega de su nueva condición por encontrarse ante situaciones esperadas pero no aceptadas… en el segundo texto la que narra evitó el matrimonio sabiendo de las implicaciones en la pérdida de su libertad, prefiriendo enclaustrarse en la labor de monga con la esperanza de tener ratos de libertad para su verdadera vocación que le representan las letras.
2.- en el primer texto la mujer habla directamente del hombre, de cómo éste puede hacer cosas sin ser juzgado y de su condición de esposa, resignada al necesario aprendizaje de sus nuevas obligaciones, además de que oculta o entierra sus sentires en lo más profundo de su ser… en el segundo texto, la mujer muestra su infranqueable determinación al estudio, se compara con los hombres y se muestra al mismo nivel, cuestionando incluso las capacidades reflejas en actitudes históricas de hombres que según su punto de vista, han cometido grandes errores aludiendo a su seudo-sabiduría.
3.- la primera recrea su tesis en su mente y no perece tener mayor repercusión en la defensa sus argumentos o el cambio de su situación… en el segundo texto, la que habla, lo hace defendiendo una postura ante alguna instancia que deberá reconocer su razón, según los argumentos establecidos, lo cual tendrá alguna repercusión (según lo marca la historia) positiva, donde se le permita a la autora del texto, seguir con sus aspiraciones.

ENSAYO PENDIENTE

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