miércoles, 4 de noviembre de 2015

Tercera y cuarta tienda: Un género, una corriente, un autor y la comparación con otro.

El Renacimiento es la época áurea de España, o lo que llamamos el «Siglo de Oro». El siglo XVI corresponde a la plenitud del Renacimiento mientras que el siglo XVII corresponde a la época barroca, que suele denominarse nacional. Durante el primero, España sigue las corrientes universalistas del Renacimiento y marcha a la par, en cuanto a las direcciones generales, con el resto de las naciones europeas; en el segundo, se dan los caracteres más típicos y personales del arte y letras españolas.
 Bajo Felipe II, el período de ASIMILACIÓN, las tendencias renacentistas se cristianizan, y aunque en el aspecto puramente artístico y formal siguen las normas precedentes, España se encierra dentro de sí misma, preparando la época nacional que ha de venir en seguida: es el momento de la CONTRAREFORMA (o REFORMA CATÓLICA), de la ascética y de la mística, de los grandes poetas religiosos, de afirmación proselitista y apologética, sin picaresca ni sátira religiosa ni apenas literatura frívola.
 LA LITERATURA:
La forma, que durante la Edad Media había sido considerada como un elemento accesorio, al servicio de la intención didáctica o moral (cf. Juan Manuel) adquiere ahora la importancia de algo valioso por sí mismo. La belleza, reflejo de Dios, es desde ahora la meta capital del artista, y la Naturaleza, ya directamente observada, ya asimilada a través de los clásicos, la fuente principal de inspiración.
El Renacimiento cultiva un arte selecto para minorías, artificioso y auténticamente literario. Busca en la cuidadosa excelencia de la forma la justificación de su quehacer y la diferencia que ha de separarle del poeta popular que divierte a las multitudes.
Con este afán de selección renacen los principales temas de la antigüedad pagana: los relatos mitológicos que se convierten en fuente imprescindible de poéticas comparaciones; el bucolismo pastoril, y las preceptivas de Aristóteles y Horacio . Al lado de los autores antiguos, los literatos italianos fueron los modelos indiscutibles con tanta o mayor influencia que aquéllos. En Petrarca se inspiran los poetas más notables de la centuria. De él adoptan el cultivo del endecasílabo, la artificiosidad de los conceptos amorosos, la preocupación formal, el gusto por el paisaje, las sutiles introspecciones de la pasión amorosa, y el tono delicado y sentimental, así como un tanto artificioso.

Un aspecto importantísimo de la poesia renacentista es el constituído por la lírica religiosa y moral.

La literatura espiritual cristiana alcanzó grandes cimas durante el Renacimento, con los movimientos ascéticos y místicos. El ascetismo tiende a la perfección del hombre; el misticismo trata de expresar los prodigios que se producen en el alma de algunos seres privilegiados que entran en amorosa comunicación con Dios.

Santa Teresa de Jesús se destaca como poeta místico en prosa (aunque escribió algunos versos). Ella queria escribir ''con simplicidad y religión: que lleve más estilo de ermitaños y gente retirada''. Renuncia, pues, al modelo literario más difundido – naturalidad elegante y aliñada – para quedarse en la sencillez absoluta 1.

En la Glosa, ''Versos Nacidos del Fuego del Amor de Dios que en Si Tenía'', la métrica está compuesta por ocho estrofas cultivándose el octosílabo ABBA ABB en todas ellas, con una ligereza y musicalidad nuevas. Los últimos versos de cada estrofa son repetidos como refranes para dar más énfasis: ''que muero porque no muero''.

En todas las estrofas el tema es siempre lo mismo: ''La tendencia al desprendimiento de las cosas de este mundo para poder estar en forma y poder gozar de los bienes eternos que son los que realmente libertan a las personas y les colocan en perfecta sintonía con Dios, supremo equilibrio de las personas en este mundo y el otro'', como por ejemplo:



Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
 
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».
 
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
 
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
 
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que así te requiero:
que muero porque no muero

En todas las estrofas notamos la esencia de la mística, la inquietud espiritual, la imortalidad, la eternidad. Para ella la muerte es una libertación. Soló muriendo en esta vida se alcanza la vida eterna.

1)         OLIVEIRA RODRIGUEZ, Derli Marília de. El misticismo de Santa Teresa de Jesús y el humanismo de Manuel Bandeira. In Proceedings of the 2. Congresso Brasileiro de Hispanistas, 2002, São Paulo (SP) [online]. 2002 [fecha de consulta 25 octubre 2015].
COMPARACIÓN
"Noche oscura del alma" 2
(San Juan de la Cruz)

En una noche escura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.


A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que guiaste;
oh noche amable más que el alborada;
oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada, con el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

La corriente que escogí fue el renacimiento  y el género es la poesía lírica de los autores:
ELEMENTOS DE COMPARACION   
Santa Teresa de Jesús
VIVO SIN VIVIR EN MI
San Juan de la Cruz
NOCHE OSCURA DEL ALMA.
CORRIENTE LITERARIA
RENACIMIENTO
RENACIMIENTO


GÉNERO
POESIA
POESÍA

ESTRUCTURA DEL POEMA
la métrica está compuesta por ocho estrofas cultivándose el octosílabo ABBA ABB en todas ellas, con una ligereza y musicalidad nuevas. Los últimos versos de cada estrofa son repetidos como refranes para dar más énfasis: ''que muero porque no muero''.
Métricamente el poema está formado por ocho liras.
Cada estrofa consta de dos endecasílabos (el segundo y quinto versos) y tres heptasílabos: su rima es consonante


ESTRUCTURA INTERNA



para poder expresar la unión espiritual se valen de imágenes tomadas del amor humano. El amor humano es, pues, la manera de la que se valen los místicos para explicar el amor divino: el Alma será la Esposa o Amada y Cristo el Esposo o Amado.


TEMA
La unión mística del alma con Cristo
USO DE TROPOS LITERARIOS
Paradoja:
Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero


Perífrasis (Circunlocución):
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía....

Anáfora:
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste

El tema central de la obra  de Santa Teresa de Jesús es el propio de la poesía mística: la unión perfecta con Dios. Y esta unión perfecta sólo puede alcanzarse por medio de la muerte. Santa teresa de Jesús trata de expresar su deseo de morir para volver a estar junto a Dios. Los versos recuerdan a un poema de amor normal, enamoramiento, pero trasladado a la experiencia religiosa se convierte en un profundo amor a Dios y deseo de Él. Todo este deseo de llegar a Dios por medio de la muerte Santa Teresa lo expresa fundamentalmente a partir de una compleja paradoja, cuyos versos son, posiblemente, las palabras más famosas de la literatura española: Vivo sin vivir en mí, aunque en la cultura popular no todo aquel que las pronuncia sabe contextualizarlas.
Lo primero que nos encontramos al analizar el texto  de San Juan de la Cruz es con el símbolo de la noche. Los escritores místicos se valen de símbolos para poder comunicar sus experiencias. En la primera estrofa noche simboliza los diversos sacrificios  y purgaciones que ha de llevar a cabo el alma para alcanzar la perfección que le permita elevarse hacia Dios. De esta manera el alma se aleja de las tentaciones mundanas (estando ya mi casa sosegada) y se prepara el encuentro con Dios (¡oh dichosa ventura!) A través del epíteto oscura, que se repite en el texto con diversas variantes (A oscuras y segura, a oscuras y encelada) insiste el poeta en la idea de la oscuridad de los sentidos que ha de ser previa a la ascensión del alma.

2) Fuente http://www.poemas.de/vivo-sin-vivir/

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