martes, 17 de noviembre de 2015

CUARTA TIENDA: Análisis Comparativo Marli Camargo ( con retificaciones)



OBRAS
NOCTURNO DE LA CIUDAD ABANDONAD (1931)

Y LA COGIDA Y LA MUERTE (1935)

AUTOR
OCTAVIO PAZ 

FEDERICO GARCÍA LORCA

CORRIENTE LITERARIO
ROMANTICISMO
ROMANTICISMO
GENERO

POESIA
POESIA
SUBGENERO
POEMA LÍRICO  
POEMA ELIGIACO






La corriente que escogí fue el Romanticismo y el género es la poesía lírica de Octavio Paz y Federico García Lorca.

Como el proprio Octavio Paz menciona, ‘El Romanticismo fue un momento literario, pero así mismo fue una moral, una estética, una política. Si no fue una religión, fue algo mas que estética y una filosofía, fue una manera de pensar, sentir, y una manera de morir “ ( Paz, pág. 385 - 1984 ).

En el romanticismo, el amor, la religión, el paisaje, y la patria son expresados y en ambas los autores viven dentro de la obra  una vez que hay mucha sensibilidad y es un mundo bastante subjetivo, así como solitario, fundida en las emociones, donde los sentimientos predomina sobre la razón.

El poema Nocturno de la ciudad abandonada (1931) fue el primer poema de Octavio Paz, cuyo escenario era una ciudad abandonada, o sea es un medio para ser creación

El amor patriótico se aflora, el sentimiento predomina sobre la razón y como observamos en los dos poemas, hay un sentimiento de tristeza, melancolías, escenas fúnebres y descontentamiento de la vida.
Octavio Paz, expresa un sentimiento muy profundo acerca de la ciudad donde vive, transmitiendo sus sentimientos de tristeza y nostalgia por la condición que la ciudad:

‘Esta es la ciudad del Silencio
de la voz amarga de lágrimas.
Esta es la ciudad de la desesperanza.’

Que se encuentra comparada con reflexiones en torno al destino de los aztecas habitantes de la ciudad aludida en el poema, representada por sus imágenes y símbolos.

“Los enormes templos destruidos
  Las columnas ya rotas, aplastando
  Serpientes y dioses labrados
  Y los grandes vientos heroicos
  Que agitaron la bandera del sol
  Arrodillados, inmóviles.”


Ya en la obra de Federico García Lorca, La Cogida y la Muerte (1935), un poema lírico del subgénero elegía, revela la expresión de sentimientos como una profunda tristeza por la muerte de su amigo Ignacio, así como una acumulación de imágenes que representa la muerte.

En este poema, la presencia del tiempo y el lugar es constante y el autor repite 29 veces a lo largo de todo el texto, a las cinco de la tarde, revelando un tiempo difícil e inolvidable, vivenciado u observado por el autor.

Las configuraciones descriptivas en el poema son evidenciadas por medio de olores y sonidos:

“Comenzarán los sones de bordón y las campanas de arsénico y el humo”

“ huesos y flautas suenan en su oído”

Las imágenes usadas por el autor del poema para representar la muerte son: ” la blanca sábana”, “una espuerta de cal”, “ el viento se llevó los algodones”,  “el óxido sembró cristal y níquel” y “un muslo con un asta desolada”  e  “un ataúd con ruedas es la cama”, imágenes que revelan sentimientos de dolor penetrante, tristeza y sufrimiento irreparable.

En el poema los adjetivos encontrados son mínimos, los cuales son: blanco, desolada y verde, en su poema el autor aparentemente se refiere a la muerte del torero y el orgullo del toro de matarlo“¡ Y el toro solo corazón arriba!“ y el silencio de los grupos reunidos mirando lo que pasa.

Ambos poemas son de la corriente romanticismo siendo uno con subgénero elegíaco, escritos en forma de versos con elementos que confluyen en la poesía lírica; es la expresión de sentimientos, imágenes. elementos con alto valor simbólico y densidad.

El primer poema está construido por la superposición de dos planos, la mirada interna del poeta y la mirada externa, y remite al lector a periodos históricos que podrían ser precolombinos o actuales. La ciudad se revela con un carácter propio que penetra en sus habitantes y es observada de diversificadas maneras e ideologías.

En el segundo poema La Cogida y la muerte de Federico García Lorca, la mirada interna prevalece y los sentimientos de dolor y tristeza que afloran en el alma del poeta en relación a la muerte de un amigo torero; ya que el primero está relacionado con la ‘muerte' de la ciudad.

Un poema urbano que revela como por medio de la poesía, podemos tener una mirada crítica de las ciudades y revelar los sentimientos en este caso, de tristeza acerca de la ciudad donde vive y de su cultura.

Octavio Paz y Federico Lorca, ambos representantes de la corriente del romanticismo, escribiendo el mismo genero y diferentes subgéneros pero cada cual con su estilo propio.

      Bibliografia  
  • Evodio Escalante, "Los primeros poemas de Octavio Paz," Sábado 724 (17agosto 1991): 1-2.
  • http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/ha/paz/op.htm\
  • Paz, Octavio - Los hijos de limo - del romantismo a la vanguardia- 1984 Editorial Seix Barral S.A - Mexico
POEMAS:

LA COGIDA Y LA MUERTE



A las cinco de la tarde

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana

a las cinco de la tarde.

Una espuerta de cal ya prevenida

a las cinco de la tarde.

Lo demás era muerte y sólo muerte

a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones

a las cinco de la tarde.

Y el óxido sembró cristal y níquel

a las cinco de la tarde

Ya luchan la paloma y el leopardo

a las cinco de la tarde.

Y un muslo con un asta desolada

a las cinco de la tarde.

Comenzaron los sones de bordón

a las cinco de la tarde.

Las campanas de arsénico y el humo

a las cinco de la tarde.

En las esquinas grupos de silencio

a las cinco de la tarde.

¡Y el toro solo corazón arriba!

a las cinco de la tarde.

Cuando el sudor de nieve fue llegando

a las cinco de la tarde,

cuando la plaza se cubrió de yodo

a las cinco de la tarde,

la muerte puso huevos en la herida

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama

a las cinco de la tarde.

Huesos y flautas suenan en su oído

a las cinco de la tarde.

El toro ya mugía por su frente

a las cinco de la tarde.

El cuarto se irisaba de agonía

a las cinco de la tarde.

A lo lejos ya viene la gangrena

a las cinco de la tarde.

Trompa de lirio por las verdes ingles

a las cinco de la tarde.

Las heridas quemaban como soles

a las cinco de la tarde,

y el gentío rompía las ventanas

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!

¡Eran las cinco en todos los relojes!

¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

2

LA SANGRE DERRAMADA

¡Qué no quiero verla!

Dile a la luna que venga,

que no quiero ver la sangre

de Ignacio sobre la arena.

¡Qué no quiero verla!

La luna de par en par.

Caballo de nubes quietas,

y la plaza gris del sueño

con sauces en las barreras.

¡Qué no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema.

¡Avisad a los jazmines

con su blancura pequeña!

¡Qué no quiero verla!

La vaca del viejo mundo

pasaba su triste lengua

sobre un hocico de sangres

derramadas en la arena,

y los toros de Guisando,

casi muerte y casi piedra,

mugieron como dos siglos

hartos de pisar la tierra.

No.

¡Qué no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio

con toda su muerte a cuestas.

Buscaba el amanecer,

y el amanecer no era.

Busca su perfil seguro,

y el sueño lo desorienta.

Buscaba su hermoso cuerpo

y encontró su sangre abierta.

¡No me digáis que la vea!

No quiero sentir el chorro

cada vez con menos fuerza;

ese chorro que ilumina

los tendidos y se vuelca

sobre la pana y el cuero

de muchedumbre sedienta.

¡Quién me grita que me asome!

¡No me digáis que la vea!

No se cerraron sus ojos

cuando vio los cuernos cerca,

pero las madres terribles

levantaron la cabeza.

Y a través de las ganaderías,

hubo un aire de voces secretas

que gritaban a toros celestes,

mayorales de pálida niebla.

No hubo príncipe en Sevilla

que comparársele pueda,

ni espada como su espada

ni corazón tan de veras.

Como un río de leones

su maravillosa fuerza,

y como un torso de mármol

su dibujada prudencia.

Aire de Roma andaluza

le doraba la cabeza

donde su risa era un nardo

de sal y de inteligencia.

¡Qué gran torero en la plaza!

¡Qué buen serrano en la sierra!

¡Qué blando con las espigas!

¡Qué duro con las espuelas!

¡Qué tierno con el rocío!

¡Qué deslumbrante en la feria!

¡Qué tremendo con las últimas

banderillas de tiniebla!

Pero ya duerme sin fin.

Ya los musgos y la hierba

abren con dedos seguros

la flor de su calavera

Y su sangre ya viene cantando:

cantando por marismas y praderas,

resbalando por cuernos ateridos,

vacilando sin alma por la niebla,

tropezando con miles de pezuñas

como una larga, oscura, triste lengua

para formar un charco de agonía

junto al Guadalquivir de las estrellas.

¡Oh blanco muro de España!

¡Oh negro toro de pena!

¡Oh sangre dura de Ignacio!

¡Oh ruiseñor de sus venas!

No.

¡Qué no quiero verla!

Que no hay cáliz que la contenga,

que no hay golondrinas que se la beban,

no hay escarcha de luz que la enfríe,

no hay canto ni diluvio de azucenas,

no hay cristal que la cubra de plata.

No.

¡¡Yo no quiero verla!!





NOCTURNO DE LA CIUDAD ABANDONAD (1931)

AUTOR - OCTAVIO PAZ





Esta es la ciudad del Silencio

de la voz amarga de lagrimas.

Esta es la ciudad de la desesperanza.



Los enormes templos derruidos

Las columnas ya rotas, aplastando

Serpientes y dios labrados

Y los grandes vientos heróicos

Que agitaron la bandera del sol

Arrodillados, inmóviles.



Las formulas y los conjuros

Impronunciables, borrados de las piedras.



Y los números mágicos exhaustos,

Perdido todo poder y toda fuerza



Las palabras ya secas

Se cayeron de los labios helados.



Los viajes azules de los pájaros

Jamás escucharon silencio

Y sombra muerta iguales



Esta es la ciudad del Silencio

Patíbulo del Tiemplo.





II



Noche, cada vez mas pura, se torna

quinta esencia de sombra luminosa



El espanto se quedó en el umbral de la llanura

Y aúlla….

En la calzada del hastío:

Persecución de los rumores, que se esconden

Prisioneros, en el martirio de las piedras.



Y nadie vive, porque jamás nadie tuvo deseo

(La eternidad es un minuto)



Un grito se quedó petrificado en el Silencio.

( Dónde estará la voz de esta ciudad)



El río se vuelve cada vez más pálido,

Como si en él hubiesen llorado.



( Oh, salobre amargura

de las lágrimas de la Desesperanza)



Y el Alba es el cadáver blanco

De una mujer ahorcada, colgando

Inmóvil, del clavo de una estrella.



… la angustia, desesperada, se suicida.



¿ Cuando veremos de nuevo el Sol?



Barandal, num. 4, noviembre de 1931







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