viernes, 16 de mayo de 2014

Para saborear el juicio didáctico...

5. Noviembre. 2005
6:00PM
Roma, Italia
Apariencias I.
Filosofía de lo sencillo: "El ATAC"
Por Amado Ocampo Bahena
De regreso a casa, en el ATAC…
Todo pasó, la vida, la existencia, el ser ahí, el Dasein despertaba. O través sus sentimientos y razón lo levantan… Estaba lloviendo, un poco disperso en mi interior me encontraba. Experimentaba sentimientos encontrados, esos que no alcanzas a reconocer  su por qué, ante circunstancias o eventos, como la compañía de tus hermanos y en especial de uno, Felipe, que hacía patente su consagración al Ser que es fundamento de todo.
Entre mi dispersión, recordé algunos términos griegos estudiados en clase: ágapé, didaskalos, martiria, koinonia,… No resistiendo mis ansias de expresión, los anoté en la ventana vaporizada, como es común en tiempo de lluvia. Me pregunté- ¿Por qué escribir estas palabras?- amor, entrega, maestro, comunión, testimonio, etc. Me contesté lo que siempre busco: fraternidad y amor a Dios. Pero todo es don y gracia. De
repente, alcancé a ver como una persona le daba su cartera a otra, tal vez eran pareja (hombre-mujer)… No le dí importancia, solo me dije: hombre prevenido vale por dos. A escasos 70mtrs.que había recorrido el bus, la pareja descendió.
Enseguida, escuché a una negrita que hablaba sola, un poco exaltada como buscando algo. No entendía del todo lo que decía, pues había un ruido común provocado por la vialidad. Algunas personas se fueron recorriendo para bajar por la parte trasera del bus, eran orientales, alguna otra pareja de norteamericanos a su lado. La negrita no dejaba de hablar exaltada, cada vez con más intensidad, tomó su bolsa, semejante a las del mandado mexicano, grande, verde, con líneas rojas y amarillas. Buscaba algo, no encontraba nada, se detenía por un instante con su voz quebrada, hasta que comenzó a llorar desesperada. Emitió un grito: ¡Non che la mia carta! Provocando así, un gesto de impotencia en los que estabamos presenciando su desesperanza. Delante de ella, estaba el oriental, a quien miró fijamente, mientras gritaba. Era un reclamo directo, en su cartera llevaba sus documentos de migración, su dinero, sus tarjetas,… todo lo que tenía para vivir con dignidad en un país extranjero. ¡Le han robado su identidad en la Bella Roma!  ¡Imposible! ¿En la Ciudad Eterna? ¿En la cuna del Cristianismo? Reflexionaba tratando el comprender, asombrado,
impotente: ¿Es vida la experiencia de apariencia?
La negrita le gritaba al oriental: ¡Ratero! Interviene un norteamericano políglota –habló en tres idiomas: italiano, inglés y japonés-, trataba de calmar la situación y le dice a la negrita: ¡Este hombre no te ha robado, cálmate! Responde la negrita: ¿Crees que soy mentirosa? ¿Acaso soy yo la ratera de mis propios bienes? Nosotros, los de color, trabajamos para ganar el pan, los de tu color son los rateros. Y ciertamente.
La negrita llora amargamente, con la lengua pegada al paladar, a punto de parar por un momento el respiro, su rostro desfigurado, como enloquecida, en soledad… Se sabe sin ese documento y por tanto, sin identidad, víctima de las cadenas de otro. Se autocomprende migrante en Roma. ¿Quién la comprende? ¿Quién hace algo por ella?... ¿Yo qué hago?
Al final, bajé del bus, como era común hacerlo a diario. Miré y callé. Esta es la bella Roma…  
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El resto continua así:
Sartre respondería: “El inferno son los otros y me provoca su presencia, no más que nauseas constantes”. ¡El ATAC es un pueblo chico y un infierno grande! Es el mundo global, integrado por hombres atados a redes de muerte continúa. Eso ha pensado la negrita, que sin auxilio se sentía, Fue la víctima de otros seres humanos, de sus semejantes.
Fue la carnada que indicaba sobrevivir en un mundo hostil. Hobbes apostaría la evidencia: ¡El hombre es un lobo para el hombre!
¿Qué podemos hacer ante el pesimismo provocado por el pan, que cual mortaja se sirve a diario?
¿Ser jueces de aula solamente?...
Vanidad de vanidades es el tiempo,
Paz es morir,
Morir es vivir,
Sin esperar bondades,
sin certezas, sin ideales,
solo vinagre, hieles y apariencias,
espacios vetados a la vida.

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