martes, 24 de septiembre de 2013

Ejerciendo mi derecho de soñar



Ejerciendo mi derecho de soñar
Patricia Suárez
Cuautla, Morelos.

En el año 2025 la humanidad renunciará a las máquinas y dejará de comportarse como máquina.
La naturaleza y el hombre vivirán en armonía: los animales que hoy tratamos como mascotas serán parte de la familia y no habrá ninguno abandonado en las calles.
La gente dejará de usar automóviles, pues habrán comprendido que les genera daño más que beneficio. Todos usarán bicicletas; por eso no habrá animales ni personas atropelladas ni choques ni accidentes fatales.
El aire estará limpio y podremos respirar sin problemas, gracias a la disminución de las industrias, pues entonces se preferirá el trabajo del hombre, que tendrá como fin el satisfacer sus necesidades básicas, lo que lo hará más feliz, pues dejará de desear lo que no tiene, dándose cuenta de que tiene lo que necesita.
La gente preferirá la realidad a la evasión, por lo que la televisión perderá seguidores; así, también los perderá la publicidad y el consumo de productos chatarra.
No habrá guerras porque los seres humanos van a relacionarse con amor y arreglarán sus diferencias dialogando.
Cosecharemos nuestros propios alimentos, pues las técnicas de siembra en el hogar habrán adquirido un gran auge. Por esta razón dejaremos de comernos a los animales; así van a erradicarse las enfermedades que nos transmiten las hormonas con que los alimentan.
No habrá cáncer ni diabetes ni obesidad ni enfermedades degenerativas o incurables. Así los padres no se enfermarán ni se convertirán en cargas insufribles para sus hijos.
No habrá niños obesos ni anémicos ni desnutridos, pues el dinero estará repartido proporcionalmente, de acuerdo con los miembros de su familia. Los que un día fueron ricos aprenderán a vivir con lo necesario y repartirán lo demás entre los pobres.
No habrá políticos. Las personas ancianas formarán parte de un consejo que será quien tome las decisiones de cada lugar. No hay mejores gobernantes que quienes se han encanecido con experiencias y golpes de la vida. La policía no será necesaria, pues a la gente no tendrá necesidad de cometer delitos.
La educación no será un privilegio sino un derecho, y los maestros que elijan dedicar su vida a la enseñanza, lo harán con gusto, con amor y con orgullo. El ser anciano y el ser maestro serán los rangos más admirables a los que aspirarán muchos niños y jóvenes.
La búsqueda del placer artístico será un requisito en todo nivel de educación, pues ya habremos experimentado el amor a la naturaleza, al cuerpo, al espíritu, al universo mismo.
No habrá religiones. Todos los templos se convertirán en lugares donde la gente se reunirá a hablar, a expresar sus opiniones por diversas que sean, donde se enseñará a amar al ser supremo, que es la naturaleza, no a matar a quien piense diferente.  
Los relojes dejarán de existir, pues el tiempo solo nos apresura y nos hace olvidarnos del presente. Eso, el presente, será la única preocupación de las personas, que dejarán de anclarse al pasado y de agobiarse por el futuro.
Todos los seres humanos tendrán derecho a un lugar para vivir con su familia.
No habrá locos, porque no habrá moral sino libertad de ser quien uno quiera ser. No habrá sida porque no habrá culpa ni insatisfacción ni represión sexual.
No tendremos miedo a la muerte: la esperaremos en paz, pues habremos aprovechado cada segundo que vivimos. Nos dará gusto retirarnos del mundo colmados de satisfacciones, y nos despediremos de los nuestros con una enorme sonrisa.
Será un mundo de personas felices porque el agradecimiento a la Tierra se cantará en un coro universal ¡Amor, amor, amor!


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