¿Cuál es el mejor momento para propiciar el gusto por la lectura y la
escritura?, ¿desde los primeros años de vida?, ¿al inicio de la vida escolar?,
¿en la juventud?, ¿en la vida adulta?, considero que no importa la edad en la
que se pueda sentir ese placer, ese gusto por sentir la necesidad de crear, de
inventar, de recrear, la gran diversidad de sentimientos que se pueden plasmar
a través de la lectura y de la escritura.
Entre los años de 1930 y 1950 había un mayor porcentaje de rezago educativo
que en la actualidad, la educación la recibían principalmente los hijos de las
personas adineradas, la mayoría de los hijos de las familias de escasos
recursos económicos no asistían a cursar
los seis años de primaria y muy pocos la secundaria: los padres preferían que sus hijos trabajaran
en las labores del campo y las hijas en las del hogar; los libros en los hogares
de las familias pobres eran escasos por lo tanto no se impulsaba a los hijos para que adquirieran el hábito por la lectura ni
por la escritura y así estos hijos de familia crecieron y se convirtieron
personas adultas mayores de sesenta años y más, muchas de ellas no tienen el
hábito, el gusto, el placer ni de leer ni de escribir; muchas de estas personas
se encuentran en diferentes asilos de ancianos con fuertes depresiones por
diversos motivos tales como, abandono de la familia, encierro, soledad,
tristeza, entre otros muchos más; a continuación narraré la historia de vida de
una de tantas personas que se encuentran en esta situación.
Costita, como generalmente la llaman, es una mujer de 75 años, fue hija
única de una madre soltera, quien se dedicaba a atender una tienda de
abarrotes, fue una niña muy querida y sobreprotegida por su madre, en su
juventud se consideró como una mujer presumida y muy selectiva en sus
amistades, únicamente tuvo dos novios con los cuales su relación no fue
duradera, nunca se casó ni vivió con alguna pareja, al morir su madre ella se
hizo cargo de la tienda y así transcurrió su vida, de su casa a la tienda y a
la iglesia y participaba en algunas reuniones sociales con amistades cercanas,
le gustaba leer el periódico, algunas revistas, y algunos libros de política,
hace un año tuvo una caída y se lastimo el pie, por lo que empezó a tener
dificultades al caminar, hace seis meses, su familia, que son unos sobrinos
lejanos decidieron internarla en un asilo de ancianos y no la visitan ni se
preocupan, Costita manifiesta sentirse muy deprimida y triste por la situación
que vive. Esta es una historia de tantas que platican las personas que viven en
el asilo de ancianos que visité y consideré que es un buen pretexto para
escribirlo y pensar que existe la posibilidad de crear un espacio para
propiciar la lectura y escritura con estas personas a través de diversos
pretextos tales como crear y recrear vivencias agradables y algunas
desagradables que les permita resignificar su vida; este es el inicio de un
proceso que siento que puede llegar a cambiar la vida de estas personas.
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