jueves, 13 de junio de 2013

La lectura y escritura como un medio para resignificar la existencia

¿Cuál es el mejor momento para propiciar el gusto por la lectura y la escritura?, ¿desde los primeros años de vida?, ¿al inicio de la vida escolar?, ¿en la juventud?, ¿en la vida adulta?, considero que no importa la edad en la que se pueda sentir ese placer, ese gusto por sentir la necesidad de crear, de inventar, de recrear, la gran diversidad de sentimientos que se pueden plasmar a través de la lectura y de la escritura.  

Entre los años de 1930 y 1950 había un mayor porcentaje de rezago educativo que en la actualidad, la educación la recibían principalmente los hijos de las personas adineradas, la mayoría de los hijos de las familias de escasos recursos económicos  no asistían a cursar los seis años de primaria y muy pocos la secundaria:  los padres preferían que sus hijos trabajaran en las labores del campo y las hijas en las del hogar; los libros en los hogares de las familias pobres eran escasos por lo tanto no se impulsaba a los hijos para  que adquirieran el hábito por la lectura ni por la escritura y así estos hijos de familia crecieron y se convirtieron personas adultas mayores de sesenta años y más, muchas de ellas no tienen el hábito, el gusto, el placer ni de leer ni de escribir; muchas de estas personas se encuentran en diferentes asilos de ancianos con fuertes depresiones por diversos motivos tales como, abandono de la familia, encierro, soledad, tristeza, entre otros muchos más; a continuación narraré la historia de vida de una de tantas personas que se encuentran en esta situación.

Costita, como generalmente la llaman, es una mujer de 75 años, fue hija única de una madre soltera, quien se dedicaba a atender una tienda de abarrotes, fue una niña muy querida y sobreprotegida por su madre, en su juventud se consideró como una mujer presumida y muy selectiva en sus amistades, únicamente tuvo dos novios con los cuales su relación no fue duradera, nunca se casó ni vivió con alguna pareja, al morir su madre ella se hizo cargo de la tienda y así transcurrió su vida, de su casa a la tienda y a la iglesia y participaba en algunas reuniones sociales con amistades cercanas, le gustaba leer el periódico, algunas revistas, y algunos libros de política, hace un año tuvo una caída y se lastimo el pie, por lo que empezó a tener dificultades al caminar, hace seis meses, su familia, que son unos sobrinos lejanos decidieron internarla en un asilo de ancianos y no la visitan ni se preocupan, Costita manifiesta sentirse muy deprimida y triste por la situación que vive. Esta es una historia de tantas que platican las personas que viven en el asilo de ancianos que visité y consideré que es un buen pretexto para escribirlo y pensar que existe la posibilidad de crear un espacio para propiciar la lectura y escritura con estas personas a través de diversos pretextos tales como crear y recrear vivencias agradables y algunas desagradables que les permita resignificar su vida; este es el inicio de un proceso que siento que puede llegar a cambiar la vida de estas personas.



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