martes, 5 de marzo de 2013

Sin remordimientos



Joaquín Martínez Miramontes

Aún extraño aquel pueblo perdido en las montañas. Cada domingo disfrutaba el recorrido de dos horas internándome en el corazón de la sierra del Estado de Guerrero. Veía aparecer mi comunidad, allá abajo, en medio de una tempestad de montañas. Miraba cómo sus luces tímidas en la obscuridad, se confundían con el de las luciérnagas, que expandian los límites de aquel pueblo rodeado de montes, los cuales, parecían estirarse para besar las estrellas del cielo.
Bebía de los ríos agua fresca y cristalina, que bajaba de las crestas empinadas de las montañas, en donde, nunca dudaba en empinarme y saciar la sed del viaje. Caminaba en las tardes río abajo, hasta llegar a las pozas labradas por la naturaleza en aquella piedra azul, que reflejaba pequeños trozos del cielo. Aquellas pequeñas albercas eran alimentadas con un suave rumor que producía el roce del agua y las piedras, y creaba múltiples burbujas que me invitaban a sumergirme y relajarme, escuchando los variados sonidos de la naturaleza, que despertaban y ponían alerta todos mis sentidos.
Sin embargo, no todo era belleza natural, y me enfrentaba constantemente a la imperiosa necesidad de mis compañeros de aferrarse a su lugar de origen y sentirse asfixiados por la limpieza y pureza del aire. El día jueves, sentían el tirón del cordón umbilical que los ataba a su ciudad de origen y en desbandada, huían de aquel mágico paraíso terrestre.
Quedarme hasta el día viernes, por no sentirme bien de despertar cómodamente en mí cama, sabiendo que había alumnos de cuarto grado de educación primaria que no sabían leer, simplemente me trajo dificultades con mis compañeros, que me hizo decidir aceptar una permuta a una comunidad  a media hora de mí casa. 
El pueblo mágico se inundó con tus lágrimas el día que lo abandonaste. 
La nueva comunidad no es exótica, está en una loma, la gran cantidad de pozos dan cuenta  de la escasez del agua, no hay en ella un río y el más cercano está contaminado  con las aguas negras de Taxco. Sin embargo, no todo es malo, el clima es ideal, las personas cálidas. Los compañeros de trabajo amistosos,  ya no despiertas, los días viernes con remordimientos de no haber ido a trabajar. Es un buen centro de trabajo.  

1 comentario:

  1. Hoy es un día raro, más que raro; extraño. Aun no lo defino todavía, pero este recuento nocturno va más allá del simple reflexionar del día a día que llega antes que el sueño. Esta noche el recuerdo abarca gran parte de mi vida. ¿Fecha gloriosa o aciaga? simplemente es el equivalente al día en que hace treinta y cuatro años yo nací.
    Solían ser días difíciles, fechas de esconderse, de sufrir mientras buscaba el malestar, tiempo gozoso para estar callado, renegar del pasado, lamentar y extrañar a ese ser amado que se marchó este mismo día sin haber estado aún a mi lado, ocasión precisa para abrir el gran teatro y portar esas hermosas mascaras de felicidad. Para que nadie, absolutamente nadie, pudiese acompañarme en ese momento desdichado.
    Haciendo memoria creo que fue justo a la mitad de esta “mi vida” cuando comenzó a incomodarme la realidad: se le encogieron las mangas y el talle al traje del mundo, y yo deje de ser el participante jovial en ese rito exquisito, adquiriendo la virtud de la lejanía emocional.
    Hoy con mucho más dolor, tragedias reales y con un gusto constante ante el mal sabor del mundo, también he logrado hacer nacer mi otro ojo “el bueno” el que ayuda a extraer su elixir exquisito a esta vida maravillosa y con éste saboreo a cada momento la magia, aun sin entender (ya no espero hacerlo) sus inexplicables infinitos. Ya no quiero esconderme siempre, al contrario, busco agradecer a todos los buenos amigos que sin entender buscan el acercamiento y sobre todo a aquellos que conociéndome me regalan la distancia. Hoy son más, hoy son muchos los seres a quienes aprecio, claro que sigo sintiendo muy cerca a los de cerca, pero me procuro un espacio mayor para estar con los de lejos.
    Prueba de este nuevo sentir son estas letras, dejan de ser el letrero con su escandaloso “aléjese”. Tampoco serán un “bienvenido, siempre abierto” simplemente busco expresar mi “hoy estoy bien y me comparto”.

    ResponderEliminar