En una caja en forma de
osita, introduje los siguientes objetos
disparadores de recuerdos:
- Una rosa seca
- Una jeringa
- Un corazón
- Un reloj
- Un perfume.
- Una caja de vaporud.
- Una lámpara
- Un un osito cargando una mochila
- Un muñequito de graduación
- Una llave de ropero
- Un trompo
Estos fueron algunos de los
textos que los niños produjeron:
La
rosa azul
Samantha
Barrera Pérez
Eran
los quince años de mi prima Marlen. Las rosas eran azules como el mar claro, me
di cuenta de ello, cuando un chavo se acerco a mí y me regalo una rosa, en ese
momento me puse muy nerviosa y le conté a mi prima Marlen, ella me dijo qué
cómo se llamaba el chavo que me había regalado la rosa, le contesté que no
sabía su nombre.
En
ese momento estaba nublado, lleno de nubes, sin embargo la luna estaba
resplandeciente como el sol.
Después
me fui con mi amiga y mi prima Tania,
les conté lo que me había pasado en ese momento ellas me preguntaron, qué sí
estaba guapo, qué cuantos años tenía, bla, bla, bla. ¡Ash!
Me
fui de ese lugar, iba directo con mi prima Marlen, en el camino me encontré al
chavo que me regalo la rosa y nunca supe cómo se llamaba.
Después de la fiesta de graduación
Nelsi
Barrera Cano
Tengo
mucho sueño, ayer me desvelé, fue la graduación de mi hermana, nos dormimos
hasta que se fue la última persona y también nos quedamos a recoger la basura y
todo lo demás, yo creo que la última persona se fue como a la una y once, o más
o menos. El chiste es que teníamos que levantar todo.
Mientras
levantaba los vasos que estaban en la mesa sentía un frio, mientras mi hermana
observaba como cinco minutos los obsequios que le habían regalado. Mi mamá
presurosa recogía los platos, mientras le decía a Yuri que ya dejara de mirar
sus obsequios, y nos ayudara a recoger lo que había quedado pero ella no le
había hecho caso.
Con
ayuda de mi tía Vera, al fin terminamos de recoger y mi hermana seguía babeando
con sus regalos, mi tía le dijo a mi mamá: Hay que descansar tantito y hay que
sentarnos, yo me senté a un lado de la mesa, mi mamá me preguntó:
--¿Quieres
un poco de refresco?
Yo
le respondí.
--Si,
si quiero, pero muy poco.
Mientras
descansábamos mi tía estaba contando unos chistes buenísimos, mientras los
contaba de la risa se me quitó el frio. Cuando de pronto a mi tía se le ocurrió
contar otro chiste mientras yo tomaba refresco, cuando no soporte la risa y no
me quedaba de otra más que escupir el refresco, traté de llegar a afuera para poder
escupir, sólo alcance a llegar a la otra orilla de la mesa, ya no aguantaba, tuve
que escupir sobre la mesa. Mi mamá dijo, tienes que volver y limpiar
nuevamente y con una voz cansada le dije lentamente a mi mamá, yo ya me voy a
dormir, y ya no recuerdo nada.
¡Ay!
Mi mamá me acaba de venir a hablar porque ya me tengo que ir a iguala, a
comprar y en verdad no me quiero levantar.
Casitas de cobijas
Jitzel Diana Guzman Barrera
A mí
me recuerda cuando mi prima Eliana vino a San Juan, yo había ido al templo donde
hago muchas travesuras con una niña. Estábamos en el templo orando y de repente
yo y mi mamá nos fuimos para la casa, íbamos por la subida cuando nos dieron un
ray.
Íbamos
pasando por una tienda y vimos a mis hermanas y a una niña con ellas, yo dije
que a la mejor era Eliana, mi mamá dijo cómo crees.
Llegamos
a mi casa y mi papá estaba desojando, de repente llegaron mis hermanas y
también mi prima. Hola prima. Hola, ella contestó. Le dije, ven vamos a jugar. Está
bien vamos. Nos metimos al cuarto y empezamos a brincar, destendimos las camas
y jugamos con las cobijas. Arriba de las paredes había clavos, yo puse las
cobijas arriba de los clavos formando una casita.
Allí
jugamos a las escondidas, yo me salí de la casita y me escondí debajo de la
cama. Mi prima me buscó mucho hasta que se canso de buscarme. Se lió en las
cobijas y se cayó al suelo. Salí corriendo. Te duele. No. A bueno. Y de repente
la escuché llorar, mi mamá fue corriendo y le dijo. ¿Qué tienes? Nada tía sólo
que me tropecé con un cojín y de repente cuando me pare me lié del cobertor.
No llores. No tía, quiero algo. Te voy a dar un bolis. Si. Yo me comí uno de
chocomil y ella uno de melón, después de terminar con los bolis jugamos mucho
que terminamos dormidas, yo en el suelo y ella en la cama, mi almohada era un
corazón, se paró de la cama y me la quitó, yo me pegué en la cabeza, me paré
del suelo y cuando se lo iba a quitar como que alguien le dijo, lo abrazo y no
lo soltó.
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