martes, 19 de marzo de 2013

La osita de los recuerdos



En una caja en forma de osita, introduje los siguientes  objetos disparadores de recuerdos:
  • Una rosa seca
  • Una jeringa
  • Un corazón
  • Un reloj
  • Un perfume.
  •  Una caja de vaporud.
  • Una lámpara
  • Un un osito cargando una mochila
  • Un muñequito de graduación
  • Una llave de ropero
  • Un trompo


Estos fueron algunos de los textos que los niños produjeron:

La rosa azul
Samantha Barrera Pérez
Eran los quince años de mi prima Marlen. Las rosas eran azules como el mar claro, me di cuenta de ello, cuando un chavo se acerco a mí y me regalo una rosa, en ese momento me puse muy nerviosa y le conté a mi prima Marlen, ella me dijo qué cómo se llamaba el chavo que me había regalado la rosa, le contesté que no sabía su nombre.
En ese momento estaba nublado, lleno de nubes, sin embargo la luna estaba resplandeciente como el sol.
Después me fui con mi amiga y  mi prima Tania, les conté lo que me había pasado en ese momento ellas me preguntaron, qué sí estaba guapo, qué cuantos años tenía, bla, bla, bla. ¡Ash!
Me fui de ese lugar, iba directo con mi prima Marlen, en el camino me encontré al chavo que me regalo la rosa y nunca supe cómo se llamaba.

Después de la fiesta de graduación
Nelsi Barrera Cano
Tengo mucho sueño, ayer me desvelé, fue la graduación de mi hermana, nos dormimos hasta que se fue la última persona y también nos quedamos a recoger la basura y todo lo demás, yo creo que la última persona se fue como a la una y once, o más o menos. El chiste es que teníamos que levantar todo.
Mientras levantaba los vasos que estaban en la mesa sentía un frio, mientras mi hermana observaba como cinco minutos los obsequios que le habían regalado. Mi mamá presurosa recogía los platos, mientras le decía a Yuri que ya dejara de mirar sus obsequios, y nos ayudara a recoger lo que había quedado pero ella no le había hecho caso.
Con ayuda de mi tía Vera, al fin terminamos de recoger y mi hermana seguía babeando con sus regalos, mi tía le dijo a mi mamá: Hay que descansar tantito y hay que sentarnos, yo me senté a un lado de la mesa, mi mamá me preguntó:
--¿Quieres un poco de refresco?
Yo le respondí.
--Si, si quiero, pero muy poco.
Mientras descansábamos mi tía estaba contando unos chistes buenísimos, mientras los contaba de la risa se me quitó el frio. Cuando de pronto a mi tía se le ocurrió contar otro chiste mientras yo tomaba refresco, cuando no soporte la risa y no me quedaba de otra más que escupir el refresco, traté de llegar a afuera para poder escupir, sólo alcance a llegar a la otra orilla de la mesa, ya no aguantaba, tuve que escupir sobre la mesa. Mi mamá dijo, tienes que volver y limpiar nuevamente  y con una voz cansada  le dije lentamente a mi mamá, yo ya me voy a dormir, y ya no recuerdo nada.
¡Ay! Mi mamá me acaba de venir a hablar porque ya me tengo que ir a iguala, a comprar y en verdad no me quiero levantar.

Casitas de cobijas
Jitzel Diana Guzman Barrera

A mí me recuerda cuando mi prima Eliana vino a San Juan, yo había ido al templo donde hago muchas travesuras con una niña. Estábamos en el templo orando y de repente yo y mi mamá nos fuimos para la casa, íbamos por la subida cuando nos dieron un ray.
Íbamos pasando por una tienda y vimos a mis hermanas y a una niña con ellas, yo dije que a la mejor era Eliana, mi mamá dijo cómo crees.  
Llegamos a mi casa y mi papá estaba desojando, de repente llegaron mis hermanas y también mi prima. Hola prima. Hola, ella contestó. Le dije, ven vamos a jugar. Está bien vamos. Nos metimos al cuarto y empezamos a brincar, destendimos las camas y jugamos con las cobijas. Arriba de las paredes había clavos, yo puse las cobijas arriba de los clavos formando una casita.
Allí jugamos a las escondidas, yo me salí de la casita y me escondí debajo de la cama. Mi prima me buscó mucho hasta que se canso de buscarme. Se lió en las cobijas y se cayó al suelo. Salí corriendo. Te duele. No. A bueno. Y de repente la escuché llorar, mi mamá fue corriendo y le dijo. ¿Qué tienes? Nada tía sólo que me tropecé con un cojín y de repente cuando me pare me lié del cobertor. No llores. No tía, quiero algo. Te voy a dar un bolis. Si. Yo me comí uno de chocomil y ella uno de melón, después de terminar con los bolis jugamos mucho que terminamos dormidas, yo en el suelo y ella en la cama, mi almohada era un corazón, se paró de la cama y me la quitó, yo me pegué en la cabeza, me paré del suelo y cuando se lo iba a quitar como que alguien le dijo, lo abrazo y no lo soltó. 

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