Los doce de la diligencia
por Hans Christian Andersen
El frío era cortante; el cielo, estrellado, y no se sentía ni un soplo de
aire.
«¡Paf!», un puchero viejo salió volando de la puerta del vecino.
«¡Pif, paf!», en otra parte sonaron unos tiros. Saludaban la llegada del
Año Nuevo; era la noche de San Silvestre, y en aquellos momentos daban las
doce.
«¡Tataratá!», llegó la diligencia. El enorme carruaje se detuvo a la
puerta de la ciudad. Venían en él doce personas; más no cabían, todas las
plazas estaban ocupadas.
‑¡Hurra, hurra! ‑gritaban en las casas donde se celebraba la noche de Año
Nuevo, levantadas las copas para brindar por la felicidad del que empezaba.
‑¡Feliz Año Nuevo! ‑exclamaban. ¡Salud y suerte, una linda mujercita y
mucho dinero! ¡Fuera el mal humor!
Todos se lo deseaban mutuamente, chocando los vasos, mientras la
diligencia estaba parada a la puerta de la ciudad, con los que en ella venían,
los doce viajeros.
¿Qué gente sería? Llevaban todos pasaportes y equipaje, y traían incluso
regalos para ti, para mí y para todos los habitantes de la ciudad. ¿Quiénes
eran aquellos forasteros? ¿Qué querían y qué traían?
‑Buenos días ‑le dijeron al centinela de la puerta.
‑Buenos días ‑les respondió éste, pues el reloj acababa de dar las doce.
‑ ¿Su nombre? ¿Su estado? ‑preguntó el guarda al primero que se apeó del
carruaje.
‑Ahí tiene mi pasaporte ‑respondió el hombre. Soy yo. Era un individuo
hecho y derecho, vestido con una piel de oso y botas de cuero‑. Soy el hombre
en quien muchos tienen puestas sus esperanzas. Ven mañana y tendrás un regalo
de Año Nuevo. Reparto chelines y escudos a diestro y siniestro, hago obsequios,
doy también bailes, treinta y uno en total, pues no dispongo de más noches. Mis
barcos están helados, pero en mi despacho se está caliente y cómodo. Soy
comerciante mayorista y me llamo Enero. Sólo traigo cuentas conmigo.
Bajó el siguiente; era un guasón, director de teatro, organizador de
bailes de máscaras y de toda clase de diversiones. Su equipaje era un gran
tonel.
‑Por carnaval, de este tonel sacaremos más de un gato -dijo.
Voy a preparar diversiones para los demás y para mí, pues de toda la
familia soy el que tiene la vida más corta; sólo veintiocho. De vez en cuando
me regalan un día más, pero eso no es nada. ¡Hurra!
‑ ¡No grite tan alto! ‑le respondió el centinela.
‑Pero a mí me está permitido ‑protestó el hombre. Soy el príncipe
Carnaval, y viajo con el nombre de Februarius.
Vino el tercero. Parecía la cuaresma en persona, pero iba con la nariz
alta, pues estaba emparentado con los «cuarenta caballeros» y era profeta del
tiempo. Ésta no es una prebenda productiva, desde luego, y por eso no se
jactaba de ella, sino de la cuaresma. Su atavío era un ramito de violetas en el
ojal, muy pequeñas por cierto.
‑Marzo, ¡marchen! ‑dijo el cuarto, dando un empujón al tercero.
‑Entra en el cuerpo de guardia, que hay ponche. ¡Lo huelo! ‑Pero no era
verdad; sólo pretendía despachar a Marzo, con lo cual comenzaba su carrera el
cuarto personaje. Parecía muy pimpante; no hacía gran cosa, pero cuanto menos
trabajaba, tantas más fiestas celebraba. ‑El buen humor tiene sus altibajos ‑dijo.
Lluvia y sol, quitar y poner. Soy también comisario de mudanzas y muñidor de
entierros; lo mismo río que lloro. Llevo en el baúl vestidos de verano, pero sería
un disparate ponérselos. ¡Así soy yo! Cuando me visto de gala, me pongo medias
de seda y manguito.
A continuación bajó del coche una dama.
‑ ¡Señorita Mayo! ‑dijo. Vestía de verano y calzaba chanclos; el traje
era de seda verde hoja de haya; se adornaba el cabello con anémonas, y olía tan
intensamente a aspérula, que hizo estornudar al guardia.
‑ ¡Salud! ‑dijo ella; era su saludo. Era preciosa y, además, cantante, no
de teatro ni callejera, sino de bosque. Vagaba por la verde y lozana selva
cantando por placer. Llevaba en la bolsa de costura los «Grabados» de Christian
Winther, que son como el propio bosque de hayas, y «Pequeños poemas de
Richardt», otras tantas aspérgulas.
‑ ¡Ahí viene la señora! ‑gritaron desde el interior de la diligencia; y
se apeó, joven y exquisita, altiva y elegante. Había nacido como una de «las
siete durmientes», se echaba de ver en seguida. El día más largo del año daba
una gran fiesta, para que los invitados tuviesen tiempo de zamparse los
numerosísimos platos del banquete. Hubiera podido viajar en coche propio, pero
lo hizo en la diligencia, con los demás, para demostrar que no era orgullosa,
Tampoco iba sola, sino que la acompañaba Julio su hermano menor.
Éste era un mozo rollizo, vestido de verano y con un sombrero jipijapa.
Llevaba consigo muy poco equipaje; hubiera sido un engorro, con tanto calor. No
traía más que gorro de baño y taparrabos, lo cual no es mucho que digamos.
Siguió luego la madre, señora Agosto, frutera mayorista, dueña de muchos
viveros de peces, señora diputada con un gran miriñaque. Era gorda y fogosa, se
metía en todo, y en el campo servía personalmente la cerveza a los
trabajadores.
‑ ¡Comerás el pan con el sudor de tu frente! ‑decía. Lo pone la Biblia.
Más adelante celebraremos la fiesta del bosque y de la cosecha. Era un ama de
casa muy capaz y activa.
La siguió un hombre, pintor de profesión: el colorista Septiembre. Era
misión suya cuidar del bosque: las hojas cambiaban de color según lo disponía
él; tan pronto estaba rojo, como amarillo, como pardo. El maestro silbaba como
el negro estornino, era un trabajador muy diestro, y trenzaba el zarcillo verde
pardusco del lúpulo en torno al jarro de cerveza; era un bonito adorno y él
tenía maña para esas cosas. Allí se estaba con su olla de pinturas, que
constituía todo su equipaje.
Siguió un hacendado, que pensaba en las sementeras, en las labranzas, sin
olvidar por eso los placeres de la caza. El señor Octubre venía con su perro y
su escopeta, y con nueces en los bolsillos: ¡nic, nac! Traía una enorme
cantidad de equipaje, amén de un arado inglés. Hablaba de agricultura, pero
apenas se le oía, a causa de un concierto de toses y estornudos a cargo del que
venía detrás: Noviembre. Traía éste resfriados, catarros monumentales, por lo
que usaba sábanas en vez de pañuelos, y sin embargo, tenía que acompañar a las
criadas en su nuevo servicio, dijo; el resfriado se curaría trabajando de
leñador, y a ello iba, pues era aserrador de oficio. Llenaba sus veladas
tallando patines, pues sabía que dentro de unas semanas habría gran demanda de
ellos.
Por fin se apeó el último, la abuelita con su braserillo. Se moría de
frío, pero los ojos le brillaban como dos estrellas rutilantes. Llevaba un
tiesto con un abeto enano. Lo criaré y cuidaré, para que crezca para Nochebuena;
haré que llegue del suelo al techo, y se le puedan colgar velas de colores,
manzanas doradas y figuras recortadas. El braserillo calienta como una estufa.
Sacaré el libro de cuentos del bolsillo y me pondré a leer en alta voz, para
que todos los niños de la sala se callen y estén quietos, mientras las figuras
del árbol cobran vida, y el angelito de cera de la cima agita sus alas de
oropel y, bajando de la verde cumbre, besa a todos los presentes, grandes y
chicos, y también a los niños pobres que, en la calle, estarán cantando el
villancico de la estrella de Belén.
‑Bien, que pase la diligencia ‑dijo el centinela. Tenemos la docena
completa. Que avance otro coche.
‑Antes, que vengan aquí los doce ‑ordenó el capitán de servicio, uno por
uno. Me guardo los pasaportes; cada uno tiene validez para un mes; cuando hayan
transcurrido, tomaré nota del comportamiento de cada cual. Señor Enero, haga el
favor de acercarse.
Y entró Enero.
De aquí a un año te diré lo que los doce nos han traído a ti, a mí y a
todos. Ahora no lo sé, y seguro que ellos tampoco; pues es una época muy rara
ésta en que vivimos.
Partiendo de la teoría de la recepción, la cual podría ser definida de
una manera amplia como menciona Gómez: "El conocimiento, acogida,
adopción, incorporación, apropiación o crítica del hecho literario en cuanto
operaciones realizadas por el lector, o como la adaptación, asimilación o
incorporación de una obra en tanto que actividades llevadas a cabo por otro
escritor. En consecuencia la teoría de la recepción sería aquella que se ocupa
de los fundamentos y principios básicos, de acuerdo con los cuales se orienta
el estudio de todas esas actividades reseñadas, al igual que las fórmulas
metodológicas necesarias para poder realizarlos de una manera científica."
(Gómez, 13)
Entonces después la lectura solicitamos a los niños intervenir en
la obra y escribir en forma de una obra literaria lo que representa para ellos
los meses de acuerdo con su calendario cultural y de fiestas. Aunque la
estudiante leyó la obra de Andersen, ella escogió apenas un mes y narró las
sensaciones que siente al llegar diciembre y el significado de navidad que
parece ser el sentimiento de gratitud por todo lo que pasó durante el
año.
Resultados:
!La Navidad más hermosa¡ Era un frío diciembre, más de lo que estábamos acostumbrados.
Sin embargo el olor y el ánimo de que la Navidad se acercaba se sentía en cada lugar;
por doquier escuchábamos villancicos, la gente se percibía animada por la llegada del tiempo en familia, los regalos y la rica cena. !Me encantan estas fechas¡ Ver los jardines llenos de coloridas noche buenas, luces decorando las calles, árboles de navidad en todas la casas, las piñatas decoradas con muchos colores; la gente festejando en las calles y la gran variedad de comida que se sirve durante esta época: pavo, ponche, pierna, puré de manzana ¡Mmmm, sólo de recordarlo vuelvo a vivirlo! ¡Yei!, ¡no puedo dejar de reconocer que es mi fecha favorita del año! Cuando se acerca el tiempo mi corazón se alegra.
Pero me
encantaría que la gente sintiera lo mismo que yo, no sólo por las cosas que
vemos en estas fechas, si no por entender el verdadero significado de la
Navidad. Que tuvieran esa razón que hay en mi corazón, que mezclado con los
sabores, olores, convivencia, amor, ambiente y todo lo que existe; hacen un
sentimiento perfecto, y se convierte en la mejor temporada del año. Una época
excelente para reír, abrazar, perdonar, amar y valorar todo aquello que nos ha
sido regalado durante el año, agradecer por lo bueno y por lo malo, valorar lo
que hemos recibido y también por lo que no nos ha sido dado.
¡Ruego a Dios para que todo el mundo pueda conocer en su vida el verdadero significado de la Navidad!
¡Ruego a Dios para que todo el mundo pueda conocer en su vida el verdadero significado de la Navidad!
María Fernanda
Hoyos, 11 años. - Selah Instituto
Análisis y aplicación didáctica
En la teoría de la recepción el lector interviene con sus pensamientos,
sentimientos y opinión en la obra. Tal vez la alumna al leer no tuviera el
conocimiento necesario referente a las festividades culturales realizadas
mensualmente y dedicó al mes de diciembre, lo cual le fascina… tal vez. La
alumna tal vez no tiene vivencias tales como en las festividades por cuestiones
religiosas y/o me parece que también faltó un pensamiento investigativo de la
estudiante para poder desarrollar el contenido de la redacción.
En relación con la teoría del historicismo, podría también ser
aplicada en la obra por medio de un análisis de la obra por un estudiante, el
cual sería observar desde el punto de vista individualizado que interpreta y
valora a la obra, sus fenómenos y el contexto históricos de la época.
En ese caso es importante mencionar que otras teorías literarias no
estaban a favor del historicismo porque acreditan que cuando haya la
interpretación de la obra y su juicio de valor puede no ser totalmente real por
las dificultades de reconstruir las normas históricas, y que si tal
reconstrucción fuera posible, el juicio de valor basado en ellas no tendría
sentido para el lector moderno.
O sea, un alumno podría hacer una interpretación de la obra de acuerdo
con el contexto histórico y fenómenos de la ocasión y no habrá una valoración
de la obra por su contexto en general.
El historicismo plantea bien la diferenciación entre interpretación y
valorización de la obra literaria.
La teoría del historicismo determina pues, el valor de una obra con
relación a su contexto histórico y ese caso causa mucho desacuerdo con los
teóricos literarios, los cuales ven dicha teoría de forma negativa como y
Fokemma al mencionar a René Wellek y sus hablas que dicen que el:
análisis no puede considerarse aislado: “No hay manera de evitar el
juicio por parte de nosotros, por parte de mi mismo". "La
valorización se desarrolla a partir de la comprensión", "la
valoración correcta nace de la correcta comprensión".
(Fokemma, pág. 20)
Los aspectos vistos como negativos del relativismo histórico es que en
ese caso el alumno analizará el contexto histórico de la obra y no su valorización
como obra o que impida al alumno emitir un juicio, apartando el alumno de
una participación activa en la sociedad contemporánea.
En el caso del formalismo podríamos explicar a los niños que esa teoría se
dedica a los aspectos formales de la literatura, como por ejemplo
la estructura temática, o la relación de los personajes, o entonces
pedir a los alumnos identificar el tiempo de la obra y escribir sobre ese
asunto.
Finalmente podríamos aplicar la teoría estructuralista semiótica, la cual
es definida como: "una nueva ciencia que estudia cualquier signos usado en
la sociedad humana" (Fokemma, pág. 57), es importante señalar que el
estudio estructuralista de la literatura se basa firmemente en una disciplina
que a través de su estrecha conexión con la cibernética y la teoría de la
información, también coopera con las ciencias. En ese caso, se podrían
avalar la obra del punto de vista cultural y pedir a los alumnos hacer una
evaluación.
Conclusión
La literatura no es un concepto estático, sino algo que hay que determinar en sus aspectos sincrónicos y diacrónicos. Por eso Ju Tiniavov describe la literatura como una construcción lingüística dinámica. Según él, ciertos textos en un determinado tiempo y lugar se han aceptado como literarios, mientras que en otros tiempos y lugares no lo han sido.
La literatura no es un concepto estático, sino algo que hay que determinar en sus aspectos sincrónicos y diacrónicos. Por eso Ju Tiniavov describe la literatura como una construcción lingüística dinámica. Según él, ciertos textos en un determinado tiempo y lugar se han aceptado como literarios, mientras que en otros tiempos y lugares no lo han sido.
(Fokkema,
IBSCH, pág.18)
Las teorías literarias han estado evolucionando y como educadores o investigadores es importante conocer la aplicabilidad de la teoría, recordando siempre que hay diferentes perspectivas para analizar un texto literario y esa se hace por medio de las teorías como por ejemplo el formalismo russo, la teoría de la recepción, la semiótica, etc.
Como investigadores necesitamos estar atentos al desarrollo de las nuevas terminologías metalingüística que están en proceso de formulación y los elementos de la teoría crítica que todavía siento hay necesidades de ser investigadas y aplicadas en las obras, para que no hayan lagunas en el proceso de aprendizaje sobre lo que es la literatura y sus respectivas teorías. Aunque sabemos que el estudio de la literatura tiene diferentes aspectos y que un estudioso no puede abarcar el campo completo, pero el conocimiento de las teorías en los aspectos críticos son necesarios y contribuirán para el desarrollo de una crítica literaria apropiada, así como para una didáctica adecuada en la enseñanza de la literatura.
Las teorías literarias han estado evolucionando y como educadores o investigadores es importante conocer la aplicabilidad de la teoría, recordando siempre que hay diferentes perspectivas para analizar un texto literario y esa se hace por medio de las teorías como por ejemplo el formalismo russo, la teoría de la recepción, la semiótica, etc.
Como investigadores necesitamos estar atentos al desarrollo de las nuevas terminologías metalingüística que están en proceso de formulación y los elementos de la teoría crítica que todavía siento hay necesidades de ser investigadas y aplicadas en las obras, para que no hayan lagunas en el proceso de aprendizaje sobre lo que es la literatura y sus respectivas teorías. Aunque sabemos que el estudio de la literatura tiene diferentes aspectos y que un estudioso no puede abarcar el campo completo, pero el conocimiento de las teorías en los aspectos críticos son necesarios y contribuirán para el desarrollo de una crítica literaria apropiada, así como para una didáctica adecuada en la enseñanza de la literatura.
Bibliografía
Fokkema, D. W., and Elrud Ibsch (a.k.a. Elrud Kunne-Ibsch). 1984
- Teorías de la literatura del siglo XX. Cátedra - Madrid.
Gómez Luis A. Acosta - El lector y la obra - 1989 -
Teoría de la recepción Literaria - Biblioteca Románica Hispánica
- Editorial Gredos - Madrid
Referencias
Krauze, Ethel - Seminario de Canasta Básica iv- CIDHEM- Centro de Investigación de humanidades
Morelos.
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