miércoles, 31 de julio de 2013


Primera parada:



4 comentarios:

  1. Insinuación de respuestas:
    1.- Personajes: el cohete y nosotros (de acuerdo a la doctora Krauze, un yo cortés del habla mexicana apuntado por Alfonso Reyes).

    2.La vida efímera del cohete desde su subida, el silbar que anuncia la explosión de luces, la burla, su caída y muerte.

    3.- I.-Como un bufón que nos engaña primero "vestido de máscara"; II.-Como "cerrado, estrecho domino de luto", y III.- se quita el antifaz y muestra al "espléndido, loco, príncipe magnífico". Utiliza figuras retóricas de personificación o prosopopeya y la analogía; y la metáfora en esta imagen: "piedras preciosas,... porque se pierden juguetonas en el aire." corresponde a una metáfora.

    4.- Lo veo como un rompecabezas intocable, si cualquier pieza "frase" es puesta fuera de su lugar, el sentido y la forma se estropean. La estructura se pierde. Algunas pruebas:
    a) Sube el cohete, con cerrado, estrecho domino de luto, vestido de máscara, lanza un grito burlón, y cuando ya no podemos alcanzarle, quítase el antifaz, y para más mofarse de nosotros, sacude su escarcela y deja caer piedras preciosas, —el espléndido, el loco, el príncipe magnífico—, que no llegan a nuestras manos, ya tendidas, porque se pierden juguetonas en el aire.

    b) Con cerrado, estrecho domino de luto, sube, el cohete vestido de máscara, y cuando ya no podemos alcanzarle, el espléndido, el loco,, el príncipe magnífico, quítase el antifaz, lanza un grito burlón, y para más mofarse de nosotros, sacude su escarcela y deja caer piedras preciosas, que se pierden juguetonas en el aire, porque no llegan a nuestras manos, ya tendidas en el aire.

    c)El espléndido, el loco, el príncipe magnífico, sube vestido de máscara, con cerrado, estrecho domino de luto, y cuando ya no podemos alcanzarle, quítase el antifaz, lanza un grito burlón, y para más mofarse de nosotros, el cohete, sacude su escarcela...

    5.- Los cohetes celebran a la Virgen, los hechiceros se encienden,
    lanzan sus conjuros en silbidos,
    se elevan hasta desaparecer en la cúspide del cielo,
    ollas mágicas revientan, saltan los colores, nos embrujan,
    convertidos en estatuas vueltas al cielo, fascinados, aguardamos,
    el confeti nos alcanza, el encantamiento se rompe y el fuego prende,
    corremos despavoridos, los hechiceros siguen silbando,
    la explanada se vacía.
    A la Virgen, no lo había notado, le escurre una lágrima.

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  2. Patricia Suárez
    Ejercicio 1
    1) El cohete y la persona que lo mira.
    2)Sube, quítase, lanza, sacude, deja caer.
    3)El espléndido, el loco, el príncipe magnífico.
    4) Sube el cohete, el espléndido, el loco, el príncipe magnífico, vestido de máscara, con cerrado estrecho dominó de luto. Cuando ya no podemos alcanzarle, y para más mofarse de nosotros, se quita el antifaz, lanza un grito burlón, sacude su escarcela y deja caer piedras preciosas, que ya no llegan a nuestras manos, ya tendidas y abiertas, porque en el aire se pierden juguetonas.
    5)Le dicen el toro, el torito. Lo montan en los hombros de algún despistado que solamente busca divertirse, y lo encienden. El despistado corre; no se sabe bien si por gusto o ardor, y busca a los mirones más cercanos para hacerlos huir o para embestirlos. Un manojo de luces de colores que giran en todas direcciones se abre paso en medio de la multitud, que gozosa lo admira. Pero es emoción efímera. Entre risas, nerviosismo y alharaca, se extingue poco a poco el toro, como si el tiempo le clavara lenta y silenciosamente su banderilla letal.

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  3. 2da. versión de: Los cohetes de la Virgen

    Los cohetes de la Virgen

    Los cohetes celebran a la Virgen, los hechiceros se encienden,
    elevan sus conjuros en silbidos, estatuas vueltas al cielo
    desaparecen en el aire, ¡pum!, ¡pam!, ¡pum!
    ollas mágicas revientan, escurren sus colores, nos embrujan, nos fascinan,
    las radiantes, espléndidas, majestuosas burbujillas pequeñas, nos tocan; el sortilegio se rompe, corremos despavoridos, los hechiceros siguen silbando,
    a la Virgen, no lo había notado, le escurre una lágrima.

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  4. Segunda versión de El torito
    Le dicen el toro, el torito. Lo montan en los hombros de algún despistado que solamente busca divertirse, y lo encienden. Entre multitudes se abre paso el manojo multicolor. Busca a los mirones más cercanos para hacerlos huir o para embestirlos; su alimento son las risas y los gritos. Orgulloso y engreído presume sus luces en grandioso esplendor colorido, y se siente extasiado con el traje suntuoso. Pero su emoción es efímera. Luego de giros veloces y extenuantes bufidos se extingue poco a poco el toro, exhalando un último aliento, con el triunfo de aquellas risas burlonas que se le clavan cual banderilla letal.

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