miércoles, 23 de mayo de 2012

Enredos...


Encuentro fantasmal
Florentino Ariza el eterno enamorado, vio aquella silueta de la mujer vestida de verde. La miró casi deslizarse sin tocar el piso, e inmediatamente la comparó con el gracioso andar de venada de Fermina Daza.  Sus ojos se cruzaron y los de él, quedaron atrapados por un instante en aquellos efímeros ojos verdes. Ella con su aspecto fantasmal, se deslizó por aquellas solitarias calles de aquel puerto. Él la siguió, había reconocido en aquella mirada, la soledad y la necesidad de compañía, como en tantas otras mujeres de aquella ciudad del Caribe. Conocía muy bien el fuego y pasión de esas miradas, miles de veces las había experimentado desde que descubrió que mientras el amor de su amada llegaba, la pasión y el arrebato no le estaban prohibidos y más bien le ayudaban a soportar los años que aún tenía que seguir esperando a que Juvenal Urbino muriera.
Ella avanzó por aquella calle, donde las luces agonizantes luchaban para no ser devoradas por la oscuridad, se detuvo en una vieja casa obscura y entró dejando la puerta entreabierta. Él se detuvo, vio la ubicación de la casa, su respiración se hizo más presurosa, sudaba con esa conocida excitación que le provocaba entrar a las casas de las viudas o mujeres solas para curar su soledad con entregas pasionales que no pasaban de ser sólo eso. Aquella casa le parecía que olía a rancio y a viejo, se detuvo en la puerta, sintió un aire lúgubre que le hizo estremecerse de pies a cabeza, regresó la mirada a la calle que estaba a punto de dejar atrás, el recuerdo de Fermina Daza se hizo presente. Retrocedió, aquella noche no podía serle infiel a aquel bello recuerdo, no… no por esa noche.

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