miércoles, 17 de abril de 2013

EL INICIO ...

Uno de los recuerdos más firmes, recurrentres y bellos de mi infancia, es la hora de acostarnos a dormir, pues mi hermano y yo desde nuestras camas, pedíamos a grito suplicante, que nos contaran un cuento, el más solicitado a nuestros padres, era el cuento de Pepito el sucio; en realidad, no me acuerdo si ese es el nombre correcto, pero es el que siempore he tenido en la mente, un cuento de un niño que no gustaba de ser limpio, lo que le costó ir perdiendo amigos y quedando solo, lo que lo lleva a cambiar su estilo de vida.

Disfruté tanto esa época de acercamiento y complicidad con mis padres, fueron los cuentos que nos contaban los que servían para la enseñanza cotidiana.

Más tarde como toda buena adolescente, disfruté enormemente de escribir cartas, cartas a mis amigas, amigos, familiares, etc., cualquier evento era una excelente oportunidad para manifestar mis pensamientos y sentimientos.

Cómo olvidar cuando decidí iniciar un diario, en éste plasmaba mis más grandes temores, miedos, proyectos, ilusiones, confesiones, enojos, felicidades y alegrías, fueron "los años maravillosos" supongo que no fui una chica fuera de lo normal, porque a pesar de que era mi tesoro al momento de resguardarlo, hoy no podría decir dónde quedó ese maravilloso recuerdo de vida.

Confieso que seguido me encuentro con cartas, mensajes y notas en mis cuadernos, (aún tengo cuadernos de primaria, secundaria, prepa, de la facultad de Derecho y de la Normal Superior) Es muy padre releer esas cartas a mis padres, donde les contaba lo que sucedía en mi y les hacía los comentarios más rudos, que no podría haber callado mejor.

En la casa de mis padres que son maestros, hoy jubilados ya, siempre estuve rodeada de libros, para mi fue normal verlos leer y siempre con cuadernos y libros sobre la mesa o el escritorio preparando clases.

Una de mis aficiones es comprar libros, no tengo el suficiente tiempo para leer todo lo que quisiera, pero intento disfrutarlo y aunque parece que todo apunta a que debo dejar la Maestría en Literatura que curso, por la excesiva carga laboral que tengo, ella representa para mi, la oportunidad de forzarme a hacer lo que me gusta y disfrtuo al máximo, leer y crear textos; desafortunadamente, cada día me cuesta más trabajo hacer esto último, pero la oralidad es lo mío, siempre estoy creando historias y formas de decir las cosas, casi no escribo, pero me encanta guíar a mis alumnos para que escriban, lo disfruto mucho.

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